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Páginas Ilustradas IT erin e BiOS 10 Ile últimas chispas de la agonizante hoguera y tiende sobre la pareja infeliz un sudario de hielo.
No robéis al amor su savia; dejadle sus escalas de seda, sus citas, sus cartas, sus flores, sus cintas, sus triunfos pueriles, las miradas cruzadas al vuelo por entre la muchedumbre que atisba, los besos o abrazos de un segundo trocados escape y mirando todas partes con el corazón henchido a la vez de temor y regocijo.
No corráis la cortina, no allanéis el sendero. Toda dificultad lleva en si el germen de un deseo, y todo apetito constituye una ilusión.
El matrimonio es un anfiteatro donde la realidad disecciona al amor.
En ese sentido detesto al matrimonio con toda mi alma, con el mismo fervor con que aborreceria quien se complaciera en destruir flores, en empor.
car arroyos, en romper nidos, en matar pájaros, en una palabra, en acabar con todo lo bello, con el ideal, con la ilusión, con la esperanza.
Sobre los hogares nuevos debería flotar una bandera negra.
Todo lo que he dicho anteriormente es purisima música celestial, un desahogo de la tristeza que me abruma: el despecho es mal consejero, y me inspiró esa broma triste.
Reconozco y acato el valor del santo sacramento, sólo anhelo, por considerarme feliz, entrar al bienaventurado gremio, siempre que sea en compañia de mi adorable enemiga.
En otra ocasión, refiriéndose al casa miento de uno de sus amigos intimos, cierra su crónica con un chispazo de su cosecha: a 5i 17 Ilustrada. formarían un lindo volumen.
En esta época de su vida cosechó también, para afinar su criterio, muy buenas lecciones prácticas de estética, pues vivió en camaraderia intelectual con Justo Facio, Ricardo Fernández, sus compatriotas, con Batres Jáuregui, José Joaquin Palma, Valero Pujol, José Leonard y otros distinguidos escritores, y allí inició su amistad fraternal con Rubén Darío, estrella de primera magnitud en el arte cen.
treamericano.
De vuelta Costa Rica y en plena madurez de su talento, volvió Aquileo de nuevo las faenas del periodismo, va como colaborador de casi todos los diarios, a como editor del que se llamó La Patria. y en ellos nos regalo los más bellos presentes de su ingenio.
Quiero, cortando aquí el hilo de su biografia, daros algunos ejemplos de su estilo en prosa.
Al relatar una fiesta nupcial celebrada con gran pompa, se le ocurre hacer una diatriba del matrimonio, que sublevó el inimo de algunos censores de nuestras costumbres, miopes por supuesto, porque no supieron leer entre líneas: CRÓNICA No cabe dudarlo; el matrimonio es un mal, casi casi inevitable, una especie de penosa necesidad.
Si yo estuviera desligado de ciertos compromisos sociales, si respirara en una atmósfera más amplia, seria un fervoroso apóstol del amor libre. tengo para ello mis razones. El más grato atractivo de la pasión lo constituyen unas cuantas puerilidades inocentes que el matrimonio autoriza, santifica y. destruye.
El amor tiene algo de niño mimado que pide imposibles, y se contenta con nimiedades.
Es un pobre chiquillo quien le encanta jugar al escondite.
Se alimenta de sustos, florece en los rincones os.
curos donde estalla la nota apagada del beso robado, del dulcísimo beso robado unos labios que tiemblan.
por lo mismo que nece de misterio, que gusta de zozobras, que se acurruca en la sombra como una ave nocturna, desaparece con el matrimonio, que cae sobre los enamorados como un manto luminoso, desvaneciendo el prodigio, evaporando el rocío, mostrando a las claras toda la desnuda y áspera realidad.
Si, el amor termina donde el matrimonio empieza; porque el matrimonio roba al amor sus galas poéticas, porque arranca la divina mariposa sus alas de oro.
La realidad es madre del desencanto.
He ahi una ley funesta ineludible.
Pasada la embriaguez de la sorpresa, viene el periodo de los bostezos, heraldos del fastidio.
Al verse cara cara, entre bastidores, en mangas de camisa, se preguntan ambos con asombrada tristeza: éste es aquél. ésta es aquélla? el hastio invade las almas, esparce el aire las PUNTO FINAL. La luz eléctrica, profusamente repartida, presa en centenares de globulillos de colores, se apagó unos instantes hacia la media noche, produciendo gran confusión. Hubo empujones, gritos, risas, un barullo incoherente y confuso. Durante el eclipse se evaporó una pulsera. y se escuchó un beso.
Joya por joya, nada se ha perdido.
En serio. Juzga un libro de un colega sin poner trabas a su vibrante aplauso. MIS VERSOS POR JUSTO FACIO Facio es un poeta prendado del arte; trabaja sus estrofas con escrupulosa atención; engarza las palabras como si fueran perlas: estudia el conjunto y los detalles; gradun los sonidos, y con atildado acierto los distribuye y enlaza.
Refrena las fogosidades de su temperamento meridional, aprisionando en la vieja cárcel de los mol des clásicos el torrente bullidor de su espiritu arrebatado.
Su musa calza la sandalia griega; lleva sobre los hombros manto imperial y diadema de perlas en la sien.
Sus versos se resienten de sobrada seriedad, carecen veces de gracia; hay en ellos algo como la impasible y fria actitud de las estatuas; les falta ca.
lor, sangre, nervios: no escribe, esculpe; el pensamiento subyuga la sensación; sus estrofas son joyas, no ramilletes; hay en ellos dureza y brillo de diamantes; talla en mármol sus rosas: dispone de una cantera, no de un jardin.
Pero su labor vale, vale lo que muy pocas en América: el buen gusto cotiza alto precio sus

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