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12 Priginas Ilustradas obras. Están hechas para vivir mucho, para vivir siempre.
Facio, con acierto que aplaudo, ha logrado sustraerse a los halagos de la moda: en vano llamó sus puertas la coqueta deidad; su red de hilos de seda no pudo aprisionar el águila.
No lo tientan los aplausos de la multitud, y, democrático como el que más, desdeña los laureles burgueses; llena con seriedad su papel de poeta y con amor ejerce el sagrado ministerio de la lira.
Sus versos no están al alcance de todos; se nece sits para comprenderlos y, particularmente, para gustar de ellos, estar iniciado en el secreto de los refinamientos, poseer la clave que descifra los altos problemas estéticos, ser dueño de la llave de oro que abre la puerta de los talleres clásicos.
Su libro no andará por los obradores de les artesanos ni por las mesas de pino; tiene su puesto en las estanterías de caoba, sobre los pianos de palisandro. Es joya delicada y requiere estuche de marfil seda.
No hablan estas estrofas al corazón en el idioma del sentimiento; no siempre conmueven: muchos de los más hondos suspiros de Facio, muchos de los más desgarradores ayes de su alma herida, al pasar por el crisol de su mente, se cristalizany endurecen.
Sus versos, pues, no serán nunca populares: no hallarán frescas bocas de quince años que los reci.
ten, no robaran tiempo a los estudiantes que sue ñan con Espronceda y se enloquecen con Beequer.
La mayor parte de las gentes recibirá el libro con indiferencia; la envidia escupirá sus iras sobre él.
Pero. qué más da? Las uñas no dejan huella sobre el mármol; la ignorancia, amontonando brumas al rededor de esta obra delicada, la amerita y enaltece será su ruin labor La sombra que hace resaltar la estrella.
Fuera de esta desventaja, vamos a apuntar algu nos otros defectos que nos las hacen aborrecibles.
La práctica nos enseña que debemos huir de todas aquellas gentes que esconden las uñas. En las manos de las mujeres, constituyen un arma; en las de los hombres una molestia, Con las uñas se dan los pellizcos finitos, retorcidos, etc. distinguiéndose entre las muchas variedades, los que llaman de monja, quizá porque ha cen, como algunas de ellas, cardenales.
Tienen de parecido con las yerbas malas, el que es muy dificil destruirlas, pero no sirven como és.
tas siquiera para pasto, pues la educación nos probine comérnoslas.
Al diablo lo pintan con uñas; a buen seguro que nadie quisiera verse en las uñas de un gavilan; por las uñas conocen los tisicos su enfermedad; no hay cosa más desagradable que una majadura en una uña, y lo peor es que a pesar de ser tan malas no existen medios de librarse de ellas, ni enterrándolas, pues el dolor más vivo, más horrible que se conoce es el de una uña enterrada, Salir uno libre de un peligro, equivale a decir que salió sin un arano.
En todas partes están haciendo mal papel: en los vegetales, representadas en el bejuco llamado uña de gato. que es peor que la zarza; en los animales, es atributo de las ficras: leon, tigre, suegra, etc.
Se puede caer en las orejas, en la boca, en la cabeza, en la espalda, en cualquier parte del cuerpo de un usurero, pero ay! del que caiga en sus uñas, porque no escapa con vida, o al menos con bolsa.
Los inquisidores, tan duchos en inventar atroci dades, se divertian con sus víctimas, metiéndoles puas de caña entre las uñas y la carne, arrancandoselas, atendiendo, sin duda, a la necesidad de castigar los herejes por tan mala parte.
Hago una excepción. Nada de esto reza con las uñas de marfil y rosa de mis bellas lectoras a quienes con respeto se las besaria, aún exponiéndome a un arañazo. Concluyo: las uñas para nada sirven, ni siquiera para formar un mal articulito, por lo que este queda a la disposición de los criticos que quieran meterle la una, advirtiéndoles, eso si, que yo uso las mías agudísimas y filosas.
La jovialidad de su carácter se pinta en un pequeño articulo, ensavo de sátira so cial. imitación muy fina del modelo que él 110s cita: LAS UÑAS GUZMÁN BLANCO, JUÁREZ CELMAN, ETC. Articulo que se le olvidó Proaño)
Dedico este artículo a los señores Ministros de Hacienda de todos los países y de todas las épocas, las suegras y los escribanos, de quienes dice el Cantar: Un escribano y un gato en un pozo se cayeron; como los dos tienen unas por la pared se subieron.
Nada tan estorboso como las uñas, malhadado apendice que nos semeja a los animales de peor calana, proporcionándonos solamente el beneficio de aliviarnos de las picazones, poca cosa en verdad para las molestias que ocasionan y el tiempo que Quitan.
Vamos hacer de ellas un proceso circunstancia do: calculando que un hombre gaste media hora cada dia en arreglarse las uñas, y es bajo el cálculo, si ese hombre vive 50 años, emplea al cabo de éstos 390 dias y 11 horas, es decir, más de un año de su existencia, dedicado un inutil improductivo ejercicio: esto por supuesto se refiere a los hombres de sociedad que aman el aseo y cumplen como es de bido con el ritual urbano que preseribe que las uñas deben llevarse limpias. para concluir, quiero regalar al auditorio con un trozo en que no se sabe qué admirar más, si la naturalidad del colori do, un cuadrito digno de la pluma de Edmundo de Amicis, autor del Diario de un Niño, que demuestra la exquisita sensibilidad del poeta y que evoca los gran des horizontes marinos en el estrecho marco de oro de un cuento.
CUENTOS MIOS (EN EL MAR. Qué sucede? pregunté acercándome a un grupo de pasajeros que rodeaban al mayordomo del va por Ha muerto un niño, me dijo, de una de las fami.
lias italianas que van en segunda, y advertia a estos señores que la ceremonia de arrojar el cadáver al agua, se efectuará en la tarde, eso de las seis, por si quieren presenciar el espectáculo, que es a la par triste e imponente. En breve circuló la noticia produciendo general emoción.
Sucede en el mar como en las circeles. Los afectos brotan con prodigiosa espontaneidad, todos corremos el mismo riesgo y sobrecogidos por la idea

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