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12 Paginas Ilustradas CORRESPONDENCIA EUROPEA COMO DECÍAMOS AYER.
marde! volver fueron stuces colgar generaci CAMPES. Ma en una. End. Que no he. Rafel quid Temblaban los poetas. Temblaba Vi.
llaespesa, mientras deshojaba las guirnaldas de rosas de sus maravillosos sonetos sobre la capa de grana de Don Juan, seguido de los siete pecadores lebreles capitales, y llevando a lomos de su yegua mora galopante la pálida y destrenzada desnudez de la virginidad vencida. Tem.
blaba Mariano de Val, evocando la gallarda silueta del burlador, suspenso ante la selvática doncellez aragonesa, perfumada con el vaho regenerador y vivificante del terruño; temblaba Valero Martín, cincelador de clásicas candencias; y Vega, y Lasso, y. Castro, temblaban como la Rosa Mistica, en cuyas manos marfileñas sien te temblor el rosario mismo, y en cuyas ojeras se hacen los madrigales melancolicos, y cuyas tocas remedan aleteos, y por cuyas venas circulan los espasmos del amor, eterna y divina ansiedad.
Tenían miedo. Miedo qué? No su genio, que es poderoso; ni sus fuerzas, que son probadas. Tenian miedo. no ser comprendidos; arrojar sus versos los hijos de su corazón un estadio impio; entregar la frivolidad de las gen.
tes, menos piadosa que las fieras del Co.
liseo, los latidos de su corazón. Que tal era el largo, el irreductible divorcio, hasta anteayer, entre los poetas y el público! el publico se emocionó, sintió y lloró con ellos; y, al final, batió palmas. Iba se.
diento de eso: de poesía, de idealidad, de ensueño. Venía hastiado de mezquindad y prosa. Aún no habían llegado los tiem.
pos anunciados por los viejos ateneistas del 85: todavia la «vaga y amena literatura» podia consolar los hombres de su servidumbre carnal.
Fué un triunfo para Gabriel España, para Benavente, quien hizo acordarse a las mujeres musas de su divina estirpe, y abominar de la farsa burda, jamás ennoblecida, de la moralidad ni del Arte; para las divinas intérpretes en cuyos labios las estrofas parecieron arruyos; para todos, en fin.
Quedó sellada una magna y segura inteligencia; una perdurable aproximación.
Porque el divorcio parecia absoluto, y a oposición, irreductible. El público abominaba de los poetas, creyéndoles seres notoriamente absurdos, incapaces de com penetrarse con la realidad. los poetas por su parte, escribian no pocas veces pa ra los valles de la luna, cuando no para los siervos del «snobismo y la ridiculez Ha bastado una hora de contacto para que los espectadores depusieran sus pre venciones injustas, y los escritores, sus absurdas extravagancias. No es lo mismo llenar cuartillas para un editor que no pa ga y para un público que no lee, que ha blar cara cara con la muchedumbre.
Aquí lo que no suena bien, se rechaz; lo que aburre, provoca bostezos; lo absur do, despierta tempestades. No hay poses ni extravagancia posibles. Los más irreduc tibles hicieron sonetos, como el de Vio lante, y romances, cuartetas, y quintillas Las epístolas la esposa de Lugones se quedaron para mejor ocasión. En cuanto un poeta salga con versos como los del tan injustamente tratado Campoamor Zorrilla, se llevará las palmas, y Tadio pareados desacentuados lo Rubén, abur insulseces liliales: La taquilla cobra rá su dinero, y habrá que apretar, so pena de llevarse un disgusto. esto hace falta los poetas, sobrado encastillados en su torre de Reina y en su alfil ebúrneo. El Arte, como la Ciencia, tiene que ser para la vida. la vida tie hartos motivos de inspiración, de en tusiasmo intenso, de airada protesta, de amargo desconsuelo, y de honda ironia para que la Poesía se eternice cantando perdurablemente las granujadas y majade rías de Don Juan.
Y, siguiendo el ejemplo de Campoamor el más moderno de todos los poetas; el que saben y recitan de coro las adolescen: tes y las viejas. recordarán que hay cuer das no pulsadas en nuestros corazones, y vibraciones que, aun con el placer, nos duelen. sublimidades que nada poco tienen que ver con las dagas de puño cin celado, las copas de escarlata, y las aspi raciones ante el altar, porque son, pura y sencillamente, las de ahora.
Sólo así viviremos nuestro tiempo; y, de este modo, los poetas romperán ese Nip Su mu que ni ¿Y tu Yon ano le y los. Pos, le hab a quie por si tengas Mu

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