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12 Paginas Ilustradas LA FE VENCEDORA DEL AMOR CUENTO DEDICADO TOBIAS VARGAS El sol agonizaba. Un vistoso cortejo de celajes presenciaba sus últimos fulgores que iluminaban un precioso cuadro al pie de una escala. El enamorado Mario hablaba con su Velia; su cara, más risueña que aquella tarde; sus ojos, más quemantes que los resplandores del sol; sus labios, adornados con sedosa madeja y olorosos violeta, desgranaban palabras como ritmos de música divina que constituían para ella toda la realidad de sus ensueños.
Sada parecia turbar la calma de aquellos dos felices que se habian encontrado en su carrera para oficiar en los altares de la dicha Sinembargo, Velia no estaba muy satisfecha. Hacia varios días que sostenia una lucha terrible entre su razón y su corazón; éste le daba fuerzas y palpitaba de entusiasmo cuando ella soñaba hallarse entre los brazos de su Mario, apurando la ter nura de sus caricias; y la razón la hacia mirar la sombra de ignominia que pondria sobre su frente el final de aquellos amores.
Mario era un librepensador convenci.
do y activo que con mimos y gota gota, iba derramando el caudal de sus ideas so.
bre aquella aima joven, que convencida de sus creencias católicas, trataba de bo.
rrar delicadamente y con la reflexión aquellas manchas que tenían el cielo puro de sus esperanzas. Todo esfuerzo era vano; argumentadas sus ideas, caian marchitas y hechas despojos y se dispersaban con el vendabal que se desataba del pensamiento de su aferrado Mario. Entre tanto su corazón se envolvia en las nevadas del dolor, rodando silencioso en busca de un sol que le calentase, sin lograr más que el aumento de su peso, como pasa las bolas de nieve que al correr se agigantan.
Como solas devoraba su pena, ésta era ignorada por Mario, que sonreía de placer, seguro en sus observaciones de haber unido en connubio cterno «amor y creencias y ya divisaba cercano el dia de poseer ambos con el corazón de Velia.
Una noche fria y lluviosa, olorosa ii tormenta, estaban ambos en el corredor de su casa, silenciosos y pensativos. Mario, como el ladrón que codicia una pren: da y la acecha poniendo en juego todas sus habilidades. se levantó, tomó una de las manos de Velia y la dijo. Eres mia. verdad? tú lo sabes. quiero que unamos nuestras suertes, sin ostentación, sin formulas. Nuestro amor no disminuira, será el mismo bendecido por un fraile, por el gobernador o por tu padre eno es más digno, más honroso que la unión la dejemos cargo de tu padre? Dimelo, ángel mio, acelera tu respuesta que la espe.
ro como una sentencia. dimelo. y mañana orgullosa saldrás del brazo de tu Mario, gloriando al amor que es el único lazo que une a las almas eternamente. Velia se turbo, guardo silencio un mo.
mento mientras se enjugaba las gruesas lágrimas que silenciosas brillaron en sus mejillas, y con voz temblorosa le dijo. Lloraré solas este amor que se derrumba sepultando mis ilusiones en un abismo de amarguras y mi corazón en un campo de soledad; hoy sólo mis ojos se inflama.
rán con el llanto, pero mañana, si te si guiera, llorarian también los de mi madre. Por eso, vete en paz, en busca de otro ser que llegue comprenderte, sí, pero nunca amarte como yo; olvidame cuando seas dichoso, pero cuando sufras recuerda a la que fué tu cariñosa Velia.

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