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Pas Ilustradas cunstancias del pavoroso acontecimiento, tables clorosis de nuestro sedentarismo Los muchos años de vida opulentav abrumador.
fácil, fueron como el gérmen de la insania He ahí la Cartago que mis ojos adivinan con que aquellos pueblos rodaron a su fin, en los zahories presentimientos de sus inpara no levantarse va nunca.
tuiciones, quizá muy optimistas, pero en Vemos en cambio, en nuestros dias. In todo caso llenas de la buena intención con abnegada perseverancia con que las infeli que los años juveniles deben mirar el ces Messina y Reggio, echan a un lado porvenir.
sus escombros, cubren con ellos los nu. si ello se cumpliera tal y como lo han merosos cadáveres de las víctimas, y se expresado las anteriores frases preparan a la reincorporación de su vital Vuelve entonces venir cuento la cita energia en el consorcio de las otras her. del principio, sobre la significación y trasmanas, más felices desde que para ellas, cendencia de las calamidades, para el triunla calamidad enorme, no tuvo materiales fo y engrandecimiento de los pueblos destrascendencias.
tinados sufrirlas. Pero deviene, todavía Así nuestra Cartago. En el número de más oportuna, la parábola bellísima con las grandes y de las fuertes, nuestra anti que el insigne escritor uruguayo, José En.
gua Metropoli.
rique Rodó, enseña derivar buenos fruVed sus hijos. Ahí tenéis el ejemplo tos de lo mismo que pretendiamos males incomparable. Retrotraed la mirada a la irreparables. Elogio de la abnegación ante visión de un año ha, y colocaos después el quebranto, cuya enseñanza a todas hoen el lioy de su naciente progreso. ras debiera repetirse al oido de quienes Apostados frentre aquel cuadro que han, por natural destino, de emprender bien pudo figurar, sin mengua del inmor conquistas en el esfuerzo y obtener victotal pincel, entre las apocalipsis pavorosas rias en el tráfago constante de las luchas de Miguel Angel. hubimos de presentir eternas: jugando un niño en el jardín, goluna de tantas maldiciones, hasta hoy no peaba con débil junco una copa de cristal, realizadas, con que las profesías del Viejo de que obtenia deleitables vibraciones.
Testamento recamaron de cárdenas fulgu Ocurriósele de pronto llenar con arena el raciones el cielo de la Humanidad.
vaso, y al ensayar de nuevo hacerle proHoy que el viajero, en cuya pupila di ducir su anterior sonido, encontró que es bujó sus espantables estragos la sísmica taba mudo el cristal, que ya no devolvía irrupción, tras la jornada de estos doce como enantes los golpes, transformando meses, vuelve posar su planta en tierra los en música. Mas lejos de desesperar de Cartago, bórranse de sus ojos las amar. por el fracaso, en el improvisado búcaro guras del pasado, y ya sólo contempla, sembró una flor, asegurando su tallo en bajo la apacible serenidad de un cielo azul, deble, merced la misma arena que había el resurgimiento de la ciudad que se anun. sofocado el alma musical de la copa.
cia, no con bocinas ni campanas, sino Hacemos el elogio de nuestros propios golpes de martillo con que el brazo robus. males, como aquel agripino de los clásito contusiona el duro bloque y sienta las cos, no para conformarnos con que la fie.
bases de los modernos edificios.
bre nos consuma ni la maledicencia nos golpe de mazo continuo y persisten aniquile, sino para salir airosos tras la lucha te con la persistencia del heroismo, que y ofrecer de nuevo ella nuestro pecho, no ceja ni se detiene. se alzará de sus es protegido por la inmunidad de que parece combros nueva, orgullosa, triunfadora, revestirnos el mal pasado, la sofocada como el ave de la leyenda nacia cuando dolencia.
los progenitorios manes transformados se Las paredes de poroso ladrillo o del trahallaban en cenizas.
dicional adobe no constituyen garantía?
Ciudad moderna con todas las condicio Pues construir de nuevos materiales! He nes indispensables de la vida; ciudad de aquí el Eternit. He aquí al cemento armasuyo privilegiada por las bendiciones de do. He aquí la inteligencia humana, ideansu uberrima naturaleza; alcázar en donde do medios para precaver los futuros irán refugiar sus decaidas energías los azotes!
enfermos del espíritu, pues cada surtidor Quienes hayan de habitar la ciudad nueserá una fuente inextinta de salud, que en. va, mirarán con indulgencia la pasada ca.
cender en rosas de fuego las incontrarres tástrofe, una vez que sus ojos comiencen

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