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Páginas Ilustradas Ante su recuerdo imborrable d n re S с I Amemos las estrellas. pero con el in.
tenso fuego de que es capaz desenvolver la suma de nuestros sentimientos encen.
didos por una pasión locamente generosa; amemos todos esos innumerables mundos de mundos que la luz y la poesia or.
nan con sus radiantes diademas y que en nuestro cielo interior que la noche rumo.
rosa envuelve, se presentan formando inmensas perspectivas de sublime belleza en las vastas estepas de nuestros ensueños que parecen perderse alla en la línea vaga y temblante en que el Infinito ofrece sus playas tranquilas. Sintamos amarlos mucho más siempre, con esa fruición delicada y sutil que inspiran las cosas que están lejanas y que nuestra fantasía poblada de deseos de radiosa refulgencia se complace en mirar como amables realidades que pronto a nuestro lado se encontrarán; lle.
guemos a convencernos bajo el palio fulgurante de nuestros anhelos y de nuestras caras esperanzas, de que cumpliendo la vida de esos niundos impalpables alcanza ríamos la meta de nuestras aspiraciones coronando nuestras frentes que el mal y la miseria rebajan con las luminosas pal.
mas de la eterna armonía y de esa paz.
mil veces sagrada, mil veces bendita, que nuestros exangües labios cargados de fiebre no pueden ni siquiera pronunciar.
Oh! Anemos siempre a las estrellas y a los astros porque amándolos, porque que.
riéndolos, se lava el hombre de sus vicios y de sus errores, de sus desenfrenos y extravíos, que no han procedido de su culpa iquién lo va saberl pero que comprendiéndolos ahora, debe abandonar, debe despreciar, aunque la naturaleza y la vida que ante sus ojos se extiende y se agita en cuyo convulso seno tan sólo vemos triunfar als má fuerte en lucha tremenda Para la Corona Fúnebre del Dr. don José Madrix.
y feroz le den un contrario ejemplo, una lección torcida y mezquina, a las arrogan.
tes altiveces y gallardas rebeldías de su virtud y la nobleza de su inteligenciade su inteligencia superior que como magestuosa bandera tejida de destellos, el hombre levanta, haciéndola flamear orgu.
llosamente, como desafiando la soberbia imponencia de los orbes infinitos que la circundan pues ese desorden y ese dese.
quilibrio que en las fuerzas de la materia animada su vista descubre, desaparecencomo miseros detalles cuando su espiri.
tu elevado a las más altas cumbres de la conciencia, contempla, en mudo arroba miento, la suprema armonía de esos mun.
dos de mundos siderales.
Pero de qué astros, de qué mundos os hablo! Acaso ya lo habéis supuesto. Si mi espiritu se exalta ante el hermoso espectáculo de los cielos estrellados que en noches plenas de luna, de acariciadoras brisas y traviesos murmullos, remedan parpadeantes trigales de temblorosa luzla emoción que le sobrecoje y le arrebata al contemplar esas diamantinas constela.
ciones de ideas y de sueños. con que el pensamiento de los más grandes hombres ha orlado los fecundos campos de la inteligencia y del saber es mucho más proprofunda. alcanza hasta hacer vibrar las últimas de sus fibras. es porque todo ese sinnúmero de jardines ideales que esos cerebros raros que de tiempo en tiempo aparecen en la historia han venido cultivando con el vivo empeño que sólo un candente y efusivo amor por las cosas hace florecer, repre.
senta tal suma de tristezas, de esfuerzos, de caidas y de abatimientos, que es imposible llegarlos medir y aquilatarlos en toda su magnitud excelsa, Una sola idea

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