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Piginas Ilustradas UNA IMAGEN En las tardes cálida des junio, el el largo crepúsculo de junio, tam.
Sol prende en el cielo los románti bién pasas tų, joh pilluelo desarrapacos jardines crepusculares, los des do, flacucho, raquítico, enfermizo, fallecientes jardines, sembrados de con el vestido hecho girones, casi violetas pálidas, de rosas exangües desnudo y con los pies descalzos. y de grandes lirios sangrientos. Yo te veo caminar, indiferente. desde el cielo, que parece una por la acera llena de luz, entre la grande agua azul, inmóvil y profun muchedumbre apresurada, miránda, callada y muerta, en donde dolo todo, curioseándolo todo, con abren sus corolas cambiantes las tus alegres ojillos vivaces, hambrienninfeas del crepúsculo, baja a la to quizás, friolento tal vez, llevancalle una luz extraña que lo invade do al extremo de un palo, quién todo, que lo penetra todo, y la sabe en donde recogido, un andrajo calle brilla y resplandece inundada guisa de bandera, y silbando con por la gran claridad crepuscular. todas tus fuerzas nuestro orgulloso Son las seis de la tarde. Monoto himno nacional. Yo te contemplo larnamente el reloj de la Catedral lo go rato, caminar entre los transeunha dicho en su vieja lengua de tes, y perderte lo lejos, hacia el bronce. á esa hora, de los gran final de la calle luminosa, flameandes almacenes huyen los empleados do, lleno de orguilo, tu trofeo de del comercio, las cigarreras salen de gloria. joh pilluelo vagabundo!
sus fábricas, grupos de colegiales ¡estabas épico!
atraviesan, deshojando al viento las me quedé meditando, llena el Frescas rosas de sus risas; la calle alma de profunda tristeza, porque se llena de vida intensa, se oyen en ti vi la imagen de la patria, joh mil voces, se escuchan mil ruidos; pilluelo diabólico y perverso, oh el timbre argentino de una bicicleta pilluelo malévolo y burlón! que que cruza, veloz, el áspero estrépito hiciste una bandera con un sucio de un coche que pasa, rápido; los andrajo, y que silbabas el himno vendedores de periódicos que gri nacional, el gran himno, con los tan pleno pulmón. entre tanto labios enfermos, hambrientos y ruido, tanto bullicio, tanta luz, en marchitos.

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