Guardar

Paginas Isisiradas EL MAESTRO Paso al apóstoll Vitores y palmas al sembrador de la verdad y el bien!
Cincelador de juveniles almas: una guirnalda tejeré tu sien.
Cuán alta es tu misión, humilde obrero del progreso, la paz y libertad! está lleno de abrojos tu sendero, ignoró tu labor la sociedad.
La patria sóla mira complacida, venerable mentor, tu noble afán: yo la veo implorando, conmovida, que no cercenen iu mezquino pan.
Allá en un pueblo cálido y malsano, lejos, muy lejos del querido hogar, la delicada joven el anciano van la luz del saber derramar.
Sin amigos, con gentes siempre hurañas porque la luz las turba y embravece, sin mirar otra cosa que montañas, hasta que el sol tras ellas desparece.
Allí rodeado de pequeños seres, los semi cultos hombres del mañana, en la edad del descanso y los placeres, ven agostar su juventud lozana. un capricho, no más, una humorada en los mimados de la diosa ciega, de esa falange del saber, sagrada, suele anular la bienhechora brega. es el maestro el hombre necesario, torna el inundo la salvaje vida: puede más que el cañón el Silabario, la sombra por la luz será vencida.
Loor al maestro! Sociedad injusta, honra al que siembra la verdad y el bien; no le contriste tu mirada adusta, törna en cariño tu glacial desdén.
Juan GARITA, Presb.
Agosto de 1911.

    Notas

    Este documento no posee notas.