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Páginas Ilustradas SONETOS CLAUSTRALES UNA HERMANA IN MEMORIAM En su mejilla, que arrugó el martirio, lágrima esplende brilladora y pura, con el mismo esplendor con que fulgura brillante aljófar en nevado lirio.
Cuando la rubia claridad de un cirio, ante la imagen de Jesús murmura oraciones, la invade la ternura y entonce es presa de fatal delirio.
Es que la Hermana, al ver en el costado noble y augusto del Rabi la herida. purpúrea flor ente amarillas flores, Siente que hasta su espiritu, enclaustrado en la tristeza de su amarga vida, llega lumbre del Sol de los Amores.
Te idolatré, divina Sor Crescencia, porque del mundo la maldad po hubiste. también, Sor gentil, porque tuviste seno que fue prodigio de turgencia.
En tu serena y plácida existencia de monja siempre venturosa, fuiste como una estrella que derrama triste sobre un paisaje nítida fulgencia.
Cuando en tu lecho ornado de jazmines, te vi cubierta de lujoso velo, me pareció que alegres querubines Abandonaban la región del cielo y con flores de célicos jardines le formaban coronas a tu pelo.
MONJA TRISTE PROFANA Cuando alumbraba el Sol de la Ventura los floridos vergeles de tu vida, fuiste por un mancebo enloquecida y de tu honor manchose la blancura.
Eres ya sierva de Satán, hermana, porque tienen tus ojos el chispeg de los ojos en aquellas que el Deseo carnal transforma en podredambre huma na.
Sintiendo en la conciencia la amargura que te produjo del pesar la herida, buscas en el convento, arrepentida, fulgor que alun. bre tu existencia oscura.
Hermanita que sufres, hermanita que sueles meditar en el pasado bajo la garra de furiosa cuita: Abandona ya el claustro, y el profundo dolor que tu vivir ha trastorvado: no eres tú del convento, eres del mundo Yo te he visto, al fulgor de la mañana, junto al verde naranjo del paseo, dar tu cuerpo el ténue balanceo que da su cuerpo regia cortesana.
Tu fino labio que parece tierno, es diminuta llama del infierno; y tus carnes de tinte nacarado Que al viento lanzan de jazmin esencia, del amante enloquecen la existencia y me convidan mortal pecado.
Panamá, 1911: GASPAR OCTAVIO HERNÁNDEZ,

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