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18 PÁGINAS ILUSTRADAS (en los espiritus cultos. he alli una limitación. como estímulos eminentemente moralizadores.
Buscando el hombre su bien, esto es, aquello que ha de asegurarle vida larga y completa, pone en juego una virtud, un instrumento poderoso con que acomete sus impurezas y se libra de la negra fatalidad.
Esa virtud, ese instrumento poderoso es la voluntad. Vese por estas palabras, que del folleto he tomado, el valor por Gonzalez Rucavado atribuido ese fenómeno de nuestra psiquis que todos conocemos con el nombre de voluntad. La voluntad es uma fuerza psiquica que impulsa la acción. declara unas lineas más adelante, y, dado el fin que el se propone llegar, claro se dice que menciona esa fuerza como otra palanca de que los hombres nuestra guisa podemos hacer uso para dirigir las propias acciones en el sentido más acomodado. nuestros propósitos. Un duda, sin embargo, me ocurre sobre esta parte de la tesis: la voluntad es una causa o un efecto Psicólogos muy autoriza dos sostienen que es un efecto: ser así, si ella obra en talo cual sentido, a ello viene inducida de antemano por influencias inherentes a nuestra es tructura nerviosa y nuestra constitución mental Hay una lucha previa entre dos órdenes de sensaciones que se disputan el predominio de la vo luntad; esto es, de la fuerza que obra, llegado el momento; pero de esos dos órdenes de sensacio.
nes suele triunfar aquel que tiene raices mais vie.
jas, mis fuertes y más profundas en nuestro or ganismo: entonces es cuando la voluntad aparece, no ya como causa, sino como efecto de los fac.
tores congénitos y ocultos que la han arrastrado a tomar uno de los caminos abiertos a la reflexión que es, sin embargo, quien aparentemente la de terminado en nosotros el acto volitivo.
Pero esta teoría, que es la teoria sustentada por los psicólogos de la escuela experimental, al cumplirse en todo rigor, irremediablemente nos pondría merced de ciega y arrolladora fatalidad, de cuyo modo el libre albedrío la entelequia más alta de que, tal vez, puede ufanarse el hom.
bre vendría ser una invención sin sentido real en nuestras manifestaciones de indole psicológi.
ca, ideada por los filósofos en esos momentos de orgullo que les hacen tomar a los hombres por criaturas de un ordeu superior en la escala infini ta de los seres.
Pero si es verdad, verdad cientificamente comprobada. de ctro modo no seria ello una verdad. que no le es dado al hombre sustraerse en un todo a la influencia de los elementos desconocidos, heredados por la mayor parte, que constituyen su esencia nerviosa, es también verdad demostrada que el hombre acierta en ocasiones reach cionar contra esos elementos y hasta sobreponerse a las influencias en cierto modo fatales que ellos ejercen para la determinación de sus voli.
ciones. Esta rara victoria, sin embargo, no la obtiene el misero mortal así como así. que ella só: lo suele ser asequible al hombre educado, al hombre en cuya inteligencia se escucha constan.
temente la voz de un ideal que a todas horas, como al peregrino de Longfellow, le grita, excel.
siorl, para que no desmave en su marcha penosa por las abruptas cimas del bien, de la bello y de la verdad.
Asi es que si, en primer termino, la voluntad, esa fuerza psíquica que impulsa la accións, esti condenada, por su parte y de antemano, marchar por los rumbos que le imponen elementos ancestrales y misteriosos, existe, en último resultado, un agente, que viene de afuera, dotado de la energia necesaria para ahogar entre sus brazos vigorosos a la esfinge de la fatalidad, per mitiendo así que el hombre, libre de este despotismo, obre en armonia con los dictados de la sabia y hermosa moral que deja entrever, aunque sólo sea en miraje remoto, el triunfo definitivo de la justicia: ese agente es la educación.
No cabe en buena ley admitir, por consiguiente, que la voluntad sen instrumento de acción in condicionalmente puesto al servicio de las reglas de conducta que la moral patrocina; pero, disciplinada por una educación que la fortalezca y fecunde con la savia de altos y nobles ideales, ella. prevenida, al efecto, sabrá negarse más de una vez al seguir las inspiraciones de la bestia ancestral que busca su apoyo para obras de perdición. Paréceme, después de todo, que asi mismo piensa sobre este punto de su tesis el autor del Ensayo sobre moral y politica, va que el pone el «ideal y la gloria, que sólo son sensibles, sin embargo, las gentes de elevada cultura, como estímalos capaces de endilgar nuestros pasos por senderos de virtud y de bien. Si, sólo la educación, que nos previene y nos arma contra las sordas influencias ancestrales, en nosotros latentes; sólo la educación tiene virtud para hacer de la voluntad, una vez independizada, servidora consciente, resuelta y activa de las virtudes que ennoblecen la humana conducta.
Gastón de Silva re c: Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.

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