Guardar

PÁGINAS ILUSTRADAS a.
000 del época. za de más. y ución e ser la Parrafillos literarios José Joaquín Palma canción nacional, en cuyas estrofas melifluas se sienten los estremecimientos de la El viejo trovador acaba de ocultarse musa épica, como los golpes de la sangre definitivamente en el seno tenebroso de bajo una epidermis de rosa. El hermoso la noche, después de detenerse horas y himno, además, halaga en toda justicia horas en ese largo crepúsculo donde pu el amor patrio de los guatemaltecos, que, dimos admirar a nuestras anchas el eclip fuer de agradecidos, han endulzado la sar lento y majestuoso de su hermosa agonia del poeta, dando al homenaje del silueta, semejante un dios de la genti agradecimiento las proporciones de una lidad clásica que, al cumplir su misión, glorificación. Es preciso convenir, adevolviese, la apolinea lira en la mano, las más, en que también debía halagar no poregiones del Orco. Si, el poeta, cogido co a nuestros hermanos los guatemaltecos en las garras de terrible implacable en la circunstancia de tener por autor de su fermedad, permanecía mudo hacía tiem himno poeta de tanta nombradía como po; su nombre habia dejado de ser la voz Palma Nada más justo.
halagüeña que nos apercibía para poner oido atento a los melifluos acordes de una serenata, y el público transeunte sólo José Joaquin Palma era un trovador se entretenia en escuchar los cantos que legendario que parecía ser oriundo de los aedas recién venidos desde su mira la dulce Provenza y que se diria extraviador le arrojaban, porque este público do en nuestros pueblos sin gracia y sin maldito es un monstruo de mil bocas cu arte: todo en él, ciertamente, denunciaba yo paladar esquilimoso ha menester, siem el trovador errabundo que conocieron pre, siempre y siempre, el picante sabor las cortes galantes de la Edad Media.
de lo nuevo; lo que una vez ha paladea. Sus ojos de un azul limpido y transpado, asi sea mismamente el suave néctar rente, su hermosa barba rubia. porque, de los dioses, ahí lo deja para que los según el tipo convencional, los trovadoeruditos de mañana se den con ello un res han de ser rubios y tener ojos azuatracón lo Gargantúa. Si, el públi les. su voz que resonaba como un canto co de hoy tenía ya olvidado al viejo tro de perezosa melodía, su apostura airosa vador, quien, como en antes, no veia y gentil. Cuando tropezábamos con errar ahora de castillo en castillo, arru él, nos afligia que no vistiese jubón en llando con los sones de su guzla el sue vez de americana y que no llevase la ño inquieto de las castellanas; pero la tradicional escarcela pendiente de la cingloria, que con singular adhesión lo habia tura. Hasta sus correrias a través de las agasajado de mozo, quiso, en desquite, Américas eran para acentuar en él la genque el bien amado entrara triunfalmen til prestancia de trovador zorrillesco que te en la Eternidad en medio de una apo tanto se avenia con las peculiaridades de teosis, que no de otro modo merece califi su persona. Tegucigalpa, la capital de carse la manifestación grandiosa por la so Honduras, la ciudad más graciosa y pinciedad de Guatemala ahora poco ofrecida toresca de estos países cuasi primitivos, al pocta moribundo, que unos cuantos se vió convertida, merced a las evocacioaños antes había escrito la letra de la nes legendarias que el poeta hacia florelíme, punta lévese al conE.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

    Notas

    Este documento no posee notas.