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PÁGINAS ILUSTRADAS ES ciudad mplea imera. en de en la la dway. y se cómo dencia Cuando el aire de la mañana hubo re sita y su huerta que valían máis de mil.
frescado su frente, pensó avergonzado en Ocho dias de plazo le había dado el comsu calaverada y recordó con horror que prador para desocupar la casa. dónde dos días después era el balance anual de iria refugiarse. De qué viviría en adela tienda. Cómo confesar su falta, su ca lante. Qué importaban esas pequeñeces dena de faltas, un hombre de tan rigi con tal de salvar el ídolo de su corazóu?
dos principios? Dónde conseguir aquel dinero, si había invertido todas sus economias en los preparativos de la boda?
Estaba perdido, irremisiblemente per Durante dos semanas la vieron por las dido. Posición, estimación, amor. todo calles del pueblo, vendiendo potingues, se habia hundido en el abismo de aquella pero ya no hortalizas, cada vez más flaca noche fatal.
y tosiendo sin cesar. Su hijo ignoraba la venta de aquella heredad que ni siquiera conocía, ignoraba también que las diez, cuando la tia Mónica llegó su madre vivía en un cobertizo azotado sigilosamente al cuarto de su hijo, sintió por el viento y por la lluvia.
helársele el corazón. Echado sobre el es. Cuánto sufriría si lo supiera. pencritorio, en el cual se veían algunos plie saba la infeliz, cegada por su amor magos recién escritos, Jorge sollozaba con terno, sin comprender el profundo egoisel rostro oculto entre las manos. Sobre mo de aquel hijo desnaturalizado.
los papeles había un revólver cargado. Después. nadie la volvió a ver por las fuerza de caricias, de súplicas y de lágri calles del pueblo. Devorada por la tisis mas la pobre mujer logró averiguar la postrada en el lecho, habria perecido abancausa de tan terrible determinación. Có donada, si una vecina caritativa no le humo! Si aquello no valia la pena!
biese llevado de tarde en tarde algún so¿No estaba alli su madre?
No, no había que menear la cabeza Una esperanza galvanizaba aún su encon desconfianza.
deble cuerpo: la de presenciar la boda de Qué estaba pensando: Ella tenía sus su hijo y confundida entre el gentio verahorros: si al día siguiente no estaba alií le salir del templo, dando el brazo la el dinero, podía él suicidarse si queria. gentil Anita. asi que lo hizo jurar que no atentaría Faltaban apenas ocho días.
contra su vida hasta la noche siguiente y Le concedería Dios tanta felicidad?
después de asegurarle de nuevo que para entonces traeria los quinientos colones, la tía Mónica se retiró llevándose el revólver.
El viento de aquella sombría noche de enero azotaba el rostro de los escasos transeuntes con una llovizna fría y peneAlgunos curiosos la vieron otro dia trante como puntas de agujas.
entrar con el rico don Alonso en la ofi las once no se veía un alma en las cina del notario y salir luego con el ros calles ni una luz en las casas: solamente tro radiante de gozo y apretando algo los balcones de un edificio de dos pisos bajo el raido pañolón. Eran los quinien frente al Mercado proyectaban sobre la tos colones en que habia vendido su ca plazoleta cuatro barras de luz dorada. Denerra corro.
10.
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