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14 PAGINAS ILUSTRADAS VE CI Yanada más insistió Miguel. Qué más quieres ¡Oh Santo Angelm. Ya ves, dijo el Arcángel, que todo lo pu.
se en este platillo de mi balanza y sin embargo pesa más el otro. Qué gran pecado ocultas que no lo pueden equilibrar tan buenas acciones? Di.
me: esos méritos que has enumerado, esas accio nes que tanto quieres que te enaltezcan y favorezcan, fueron sinceras buscaste al hacerlas el aplauso de tus semejantes? Las lágrimas que enjugaste eno fueron vertidas por tu causa? Los que ayudaste a levantar no fueron antes caidos por ti. Oh Santo Arcángelll Ove, ove aun lo que dicen en la tierra los que me han conocido y me sobreviven: escucha sus alabanzas; atiende sus preces; ti llegan las bendiciones que prodigan mi memoria. St; pero ya ves que ui con esas bendiciones, ni con esas preces, que tan gratas son al Señor, consigues que la balanza caiga del lado del bien.
Ten fe en la divina misericordia, pero sé franco y dime aun si el bien que hiciste fué para cubrir tus vicias. S1, angel santo, sí, fui vicioso. Ah infeliz! Pecado de hipocresial Guardando cuidadosamente las apariencias y vistiendote sacrilegamente el ropaje de la virtud has mentido tu familia, has mentido tus semejantes y te has mentido a ti dejándote creer que podias men.
tir a tu Dios. Fuiste hipócrita y en el Cielo puede entrar hasta el más reprobo, pero no el hipócrita quien ha sorprendido la muerte en plena hipo.
cresia. Vé, pues, purgar tu pecado; vé esperar que en el Supremo juicio te conceda el Señor su perdon. Ve.
Compungido había ido siguiendo el Santo Portero toda la conversación mientras instintivamen.
te acariciaba la impalpable cabeza de la niña que acompañaba al repudiado viejo. Iba va volver sobre sus pasos el alma del confeso, cuando el bondadoso Pedro preguntó al Arcángel. esta niña. Libre de toda mancha, puede entrar.
El viejo apóstol cogió la niña de la mano para acompañarla adentro; pero la pequeña no soltó la que tenia su vez cogida al viejo y tirando de el dijo. Ven, abuelito. No, grito San Miguel, entra tú sola; tu abue lito no puede entra. Por qué preguntó la niña.
Cómo decirle una criatura angelical que su aluco cs 1ac Pedro se agarraba la barba y el Arcángel via la cabeza. Por qué, eh? repitió la niña.
Decidióse por fin Pedro y dijo, como se dice los niños. Luego vendri el abuelito, va a buscar una cosa. Yo quiero que entre, insistió la pequeña; si él no entra, 20 entro yo.
El abuelo cogió su nieta y besiindola efu: vamente, suplicaba. Por Dios. benditos santos, perdón para Ved que es lo que pide este ángel.
San Pedro miro a San Miguel; San Migue San Pedro y no acertaban resolver el ple Pedro, más compasivo o menos severo. se inclin ba infringir la ley en gracia a la inmaculada pu reza de la niña. Miguel, mis ordenancista temia incurrir en el enojo de Dios si se ablandaba.
Pedro propuso. Oyeme, Miguel, y si fueramos con los dos pedirle perdón al Maestro. Te conozco, Pedro. Después que entre ya no sale. Qué te va negar tí el Supremo. No, no entra. Otra cosa. Quédate aquí con él y yo entraré con la niña. Acepto dijo Miguel; y dirigiéndose la ni ña, añadió. Vé, vé con San Pedro, mientras yo espero aquí con abuelito. Me esperarás. pregunto con su infantil inocencia la nietecita. Hija miall Ya lo creo. cogida de la mano del viejo Pedro entro la niña en la Gloria. Unangel más veo que me traes dijo el Señor.
SI, Maestro: pero no ha llegado solo. Con quién vino. Con su abuelo. por qué no entra?
Cosas de Miguel. Es tan excesivamente se.
vero. tú tan excesivamente blando. pero dime. por qué no entra el abuelo Señor: Miguel se empeño en que fué un hi pócrita y. Cuando Miguel lo dice, verdad será. Si no diré que nos pero ved, Señor, qué intercesor tre. Cierto, Pedros pero no he de ser o quien valuare la ley. Al hipócrita, tú lo sabes, le está absolutamente vedada la crstrada en la Gloria.
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