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PAGINAS ILUSTRADAS 15 el Arcảngol como se dice buscar una la pequeña; si Besiindola efu Vista de la caída de agua llamada La Prasa de la Fundición, For. Gonor Derdón para San Migue olver el ple vero, se inclin inmaculada pu enancist: temía biandaba.
mos con los dos que entre ya Supremo: No, La niña se entero de la conversación y con su vocecita angelical y sin el menor átomo de vacilacion, dirigiéndose al Señor, pregunto. el abuelito no entra. No hija, no puede ser. Pues acompáñeme fuera, dijo tirando de San Pedro Pero si tú ya no puedes salir, eres un angel que me perteneces.
Pues que entre abuelito. Lo quieres mucho. Hasta el Cielo. y levantaba sus manitas. por qué. Porque es muy bueno. No tanto, no tánto. Si lo es! Si lo es! y aquella alma infantil rompió en llanto.
San Pedro invocaba mentalmente a todos sus santos compañeros y no dejaba de mesarse la barba. El Señor, sonriendo bondadosamente, veia la insistencia de un niño y el disgusto del viejo. Oye, Pedro dijo. no tendrá ese hombre alguna acción en su favor que pueda pesar bien en la balanza de Miguel. No lo creo: el ha dicho ser noble, rico, po.
deroso, creyente propagador de la fe, fundador de templos y otras cosas más: pero el inflexible Miguel le ha contestado que todo eso eran exterioridades y que su vida intima no fue toda buena. Pues no le hallo compostura. Pero, Señor: ved este angelito que ni la glo.
ria quiere sin su abuelo: no le ha de valer eso algo. De mucho le valdria si ballase siquiera uno de esos actos de corazón que todo lo vale para mí. Voy preguntarle y el viejo Pedro se dirigió hacia la puerta: pero la pequeña se agarró la túnica gritando. Llévamel illévame!
Cómo redemontre arreglo esto pensaba el viejo portero dando vueltas di las llaves. Di, pequeña. pregumo tú sabes si tu abue.
lo de veras hacía bien. No te entiendo respondió la niña.
Quiero decir, si daba limosnas. Uyy. ya lo creo: mucha, muchas todos los jueves venían muchos pobres casa y todos los domingos enviaba dinero al señor Obispo. No es eso no es eso.
Una vez siguió la niña me llevo di paseo encontramos una pobrecita que, con una niña el y yo entra éndose la ni cras yo espero On su infantil como yo, nos pidió limosna. Abuelito le dio a la mujer una moneda grande de plata y un beso la niña Hola! y alguien le vio. No, ca: si estábamos solos. Ya ois, Señor. dijo Pedro eso es algo. Si, algo es, pero no basta. Para compensar pecados de soberbia, de orgullo, de ira, bastante pesaria: pero se trata de hipocresía, Pedro. No te acuerdas de nada más. No. Pues no hay remedio. Anda Pedro, ve y di.
le al abuelo de este angelito que aquella limos na y aquel beso le redimen del Infierno: pero no del Purgatorio. Yo quiero ir con el, sollozó la pequeña.
Pero hija: si eso no puede ser.
Tan amargo fue el llanto de aquel angelito, que el mismo Dios se conmovió. Pedro no ha cla más que visajes. La niña perdió la respira ción y al cogerla el Señor para aproximarsela, sintió que en su divina mano caia una lágrima.
Miró Pedro y vió que éste se enjugaba los ojos con el pico de su manto. Tú lloras, Pedro? No te habia visto llorar desde que me negaste. 11 Señor, Señor. Anda, lija mla, anda: vé a buscar a tu abue lito y dile que pesa más que todas sus hipocre: sia la lágrima que el amor de su nieta ha hecho verter Pedro Yo, con ser quien soy, no puedo ver llorar un viejo sin conmoverme.
CESAR NIETO San José, 20 de setiembre de 1911 Pedro entro la dijo el Señor o solo.
Esivamente se. pero dime, que fué un hi será.
eñor, que in ser vo quien sabes, le esta la Gleria.
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