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PAGINAS ILUSTRADAS 13 Campesinas La merienda distancia.
ydn y for sma clase co al mapa de la lluvia Se ove por fuera la tenaz llovizna que anuncia de noviembre la llegada; en el fogón murmura una olla grande, y en torno de ella juguetean las llamas.
Sobre una estera la señora Luisa sus trapitos remienda arrodajada; y del vecino yarro, cuesta arriba, va trayendo Josefa dos tinajas.
En partidas de tres y hasta de cuatro van llegando los hijos y las nietos; pues estaba anunciada la merienda, la misma que se cucce alli en el fuego.
Pronto vendrá nor Gil con los muchachos, los tres que quedan todavía solteros. llegaron rociados y molidos, ya que perder la tarde no quisieron. Ya debe estar, mamá, dice Josefa, y baja la olla con hercůlcos brazos, y en las camas y bancos y cajones y la concurrencia toda se ha sentado.
En enorme batea confundidos, exhalan sus simpáticos olores, como diciendo; para ustedes somos. dominicus, tacacos y chayotes.
Va echando en delantales y sombreros con afable sonrisa las raciones, la anciana Luisa, la robusta abuela, y la merienda se hacen los honores. Quien guste repetir dice Josefa, ahi quedan lacacos y chayoles; los chicos estan más que satisfechos, que repitan, si quieren, los mayores.
Ma Luisa, en tanto, viendo tan felices poca costa la reunión querida, lleva los ojos su pañuelo cuadros y se limpia una lágrima de dicha; por lo mismo ñor Gil hace cucharas y se va suavecito la cocina, cual si dijera: Sí, que es mucho cuento ver su prosapia merendar juntica.
Baja nor Gil la clásica guitarra, que fue del mestro Polo obra postrera; el enferme acordeón alista Pedro, el mayor, que es un músico de veras.
Admira la familia bailoteando de los artistas nuevos la destreza; luego, a sus propios ranchos se retiran, esperando la próxima merienda.
JUAN GARITA, Presb.
Así será ella atos reco personas, nbra más esenta la nterras.
naranjo y se colec después dherida a parte por ico, arras: Jacob Steidman, individuo que vive en las montañas cerca de Pittsburg, se vio la cara en un espejo y se desmayo.
Steidman habla notado que ninguna mujer quien hacia la corte, correspondía a su amor, y que los chiquillos al verlo huian de él. Esto lo hizo convertirse en un misantropo; vivía en su granja y se comunicaba con sus vecinos lo me.
nos posible.
Hace poco crevó haber encontrado una mujer que le correspondiera, cuando una de sus vecinas se mostró mesos esquiva con el que las demais mujeres ii quienes se había dirigido, hasta que un día, negándose corresponderle, la vecina le preguntó si no se había mirado nunca en un espejo.
Intrigado por aquella respuesta, se dirigió una taberna que había en aquellos alrededores, y pidió al dueño que le prestara un espejo.
Al ver su cara se espantó de tal modo que perdió el conocimiento. RISTÁN Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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