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PAGINAS ILUSTRADAS Los emancipadores Instrucción u patrio cesta viril rastrero.
atriota; y sintió en umplido; Hocó hijos de El Salvador, lace un siglo, despertar el alma centroamericana y señalarle el rumbo de sus destinos. Su acción pareció insignificante: la de una piedra que cae en el mar, arruga un momento la superficie, y desaparece, sin alterar el movimiento irrepresible de las olas. Así lo pudieron creer quienes apresaron José Manuel Arce, Celis y otros compañeros de aventura.
Pero no; aquello no fue el caer de una piedra en la onda; aquello fué más bien como el acto, en la apariencia inocente, de oprimir el botón por medio del que se libera una gran corriente eléctrica; la cual, gran distancia, hace volar la mina cargada y con ella rocas al parecer indestructibles. Sí, el gesto, primera vista sin potencialidad, de los conjurados del de noviembre de 1811, hizo explosión formidable en 1821; y de aquella explosión surgió triunfante y definitiva la independencia centroamericana.
Cuando en la oscuridad de la noche Rodrigo de Triana, sobre el puente de la carabela colombina «La Pinta. vió aparecer la realización del ensueño que empujaba, como viento irresistible, aquellas frágiles naves, fué su suerte gritar antes que nadie. Tierral» Así también, en la oscuridad colonial, fué la suerte del Padre Matías Delgado, al divisar los contornos de la tierra firme de nuestra autonomia, que estos pueblos eran empujados por su destino. contornos invisibles confusos para sus contemporáneos, claramente distintos para él. gritar, el primero. Independencia y libertad.
Alabanzas perennes aquellos precursores: que nuestra piedad filial haga valer tan sólo sus penalidades por la causa santa de los pueblos, sus acciones desinteresadas y generosas; y que nuestros recuerdos y nuestra gratitud formen en torno de sus cabezas y las de los emancipadores del año veintiuno un nimbo que no se amortigüe nunca, como si fuera hecho con la lumbre de las cinco estrellas ideales de Centro América, que merced al acto creador de aquellos próceres, brillan desde entonces en el cielo de la historia, con fulgor que, según nuestros corazones, habrá de ser eterno.
uinas paSus me iferentisos la niela figura civicos, entes; la cha ante ece hoy rendrado resistible agolpen bontáneo RICARDO JIMÉNEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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