Guardar

18 PÁGINAS ILUSTRADAS Asi tristes y solas, muy solas, y con ansia secreta, las ninfas discurren bajo el palio de frondas espesas, y en el duro y mortal aislamiento que el hado fatal la condena, de sus otras dolientes hermanas, errantes, como ella, la sombra querida cada una rastrea; pero en vano, los brazos tendidos, en gesto de espera, unas otras las ninfas se buscan por la vasta amplitud de la selva.
en el lecho de yerbas y de hojas y que sus jóvenes carnes estrechan; entonces, mecida por ensueños de vaga indolencia, en el brazo de curvas redondas apoyada la hermosa cabeza, escruta el espacio, negro y torvo secreto de niebla. con mirada errabunda y perdida que interroga, que pide y que sueña.
que su frente Pero luego, en el aire radioso, que pasa y que juega con timidos vuelos al través de la enorme arboleda, cual si fuese el aliento pristino que respira con miedo la tierra, un grito sonoro bruscamente palpita y resuena, y, con ritmos de angustia y de reto, por las cumbres altísimas rueda como eco difuso de lejana y furiosa tormenta, y Bajo el ancho dosel protege y sombrea, cabe el bondo remanso del rio, cuya linfa de azul transparencia, lo mismo que espejo de liquidas perlas, con amante codicia retrata sus formas esbeltas, alli, entre la sombra, que embellece lo mismo que vela, escóndese el lecho de eucaristica y santa pureza que oprime la ninfa sus carnes de rosa y de seda: es rústico y pobre, es de hojas y yerba, y en él duicemente se juntan y mezclan casto aroma de virgenes cuerpos con olor de romero y de tierra, Es el grito de audaz rebeldia que, firme y resuelta, la faz de los amos profiere la valiente y gentil cuzcatleca: en él ruge la voz que por suyo pregona sin tregua el airón de pugnaz señorio, ostentoso, como una presea, que, por fuero de noble bravura, una frente gloriosa detenta; en él se ove con dejos de arrullo la voz lisonjera que les dice las nuas agrestes, errantes, como ella, dulzuras de tiempo que cruza distancia como una promesa; y cuando, perdido, por toda la selva, de otero en otero el grito resuena, Cuando al cabo de mucho rendida, tras larga carrera, la virgen medrosa al descanso sus miembros entrega, alli acurrucada, solas, en vela, de miedo y de frio parece que tiembla Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

    Notas

    Este documento no posee notas.