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PÁGINAS ILUSTRADAS 27 Que con ellos navega, Abandonados a la fuerza ciega, Nunca alcanzaron a ganar la playa: Sin fe, sin guía, sin razón, ni tino, Jamás se salva el pueblo que se entrega Sólo a las tempestades del destino.
No es sociedad la turba que amalgama El azar, y en que el pálido egoismo Su simiente derramar Preparando la siembra de tinieblas Que ha de segar después el despotismo. Ved lo que os pide el porvenir un lazo; Unir el brazo, unir los corazones, Una gran sociedad, un gran abrazo Que una los corazones y úna el brazo; Asi la tiranía que envenena, No hallará sin ligar los eslabones Ni rompera jamais esa cadena, Don Luis Dobles Segreda, autor del trabajo que sobre geografia de El Salvador viene publicando esta revista.
Oh, minorías cultas, indolentes; Minorías! la gloria será vuestra, Cuando inclinandoos sobre el pueblo rudo, Tendiéndole la diestra Hagáis del pueblo, indestructible nudo halle en la unión impenetrable escudo La corrupción irónica y siniestra; Oh, no esperéis que el dedo de la suerte Os marque el ignorado derrotero, Mientras dormis en estupor inerte al borde del abismo traicionero El porvenir no llega, inesperado, Advenedizo sin misión ni nombre; Llega porque es llamado; Porque lo han engendrado El valor y el espíritu del hombre porque el hombre mismo lo ha creado.
No es hijo el porvenir de la fortuna Ni es el azar el padre de la gloria Ni va sin ley y sin conciencia alguna Sin fe e inteligencia, Trazando los caminos de la historia La mano de la oculta Providencia.
Una alma para el pueblol Ved lo que os pide el porvenir: un lazo Que estreche los espiritus y el brazo que os sostenga al ir hacia adelante: La democracia, formidable atlante, Invencible coloso, Vendrá, cuando en trabajo luminoso Concentréis el espíritu que Hota, Como una fuerza cósmica gigante, Eu la dispersa muchedumbre ignota.
Oh! no habrían los mares Desvelado su seno Que un nuevo mundo encierra, Si el genio do vencicra los azares Con que la chusma pálida se aterra, Para transfigurarse en el oceano, Al gritar tierral al contemplar la tierra.
Ante el mar y las brumas y el misterio, Como si un dios al extender la mano Engendrase en la sombra un hemisferio. un día el porvenir que hoy os aterra, Oh, centroamericanos!
Vendrii a poner su antorcha en vuestras manos, la faz de los pueblos de la tierra.
Así el ardiente Izalco un tiempo era Un declive sin faldas ni estatura Donde al sol dormitaba la palmera, Abanico oriental de la llanura.
Una noche, el espíritu del mundo, Concentrando su fuerza poderosa, Saco de las entrañas de la tierra Una cima espantosa Que arrojó de su cráter iracundo, Los pueblos cuyo espíritu desmaya, Alazar confiados Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.

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