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34 PÁGINAS ILUSTRADAS e vincia americana también independiente que quiere ser libre, Ud. echa sobre la conducta de su Gobierno el borrón más negro los ojos del mundo civilizado. digo que por algún tiempo nada más lograria Ud. privar de su libertad San Salvador, porque estando la Provincia unida a la Gran República del Norte por su espontánea voluntad, y resistiendo como parte de ella la in1 vasión de las tropas de su mando, cuando fuese ocupada, aquélla, aun en el caso de no admitir la unión, pediria cuenta al Gobierno mexicano de la ocupación violenta y guerra injusta hecha a una Provincia que se había unido ella, y puesto bajo su protección y amparo; y entonces San Salå vador sería libre, a pesar del Gobierno de México. Más todavia, la opinión de un pueblo no se ci conquista. San Salvador seria con el tiempo lo ri que desea, aun cuando otra nación no tomase ei parte en su causa, y los ejemplos que Historia nos presenta asi nos persuaden. La España se ha pallaba en el mayor abatimiento y miseria cuando sis el Gran Capitán del Siglo quiso subyugarla, y m pesar de que las tropas intrusas ocuparon la mami yor parte de sus Provincias y su Capital, logró tra desembarazarse de ellas, porque asi lo quisieron qu los pueblos españoles, y su opinión era decidida de contra los intentos de Napoleón. La República inv de Tlaxcala, pequeño punto en el grande y pode roso Imperio de los Moctezumas, conservó su li.
pec bertad porque así lo quiso, a pesar de los repetiidos esfuerzos que hicieron por someterla su Ud dominación los Emperadores indios. La América estespañola, cuando se generalizó la opinión por la ha independencia, sacudió el yugo de España, sin fencembargo del sistema mejor combinado para pernov petuar su servidumbre y de los esfuerzos de la su Peninsula para mantener sus colonias.
mes No es mi ánimo poner San Salvador en patas, ralelo con España, con la América del Sur ni con una otro punto, y sólo he recordado estos hechos patemara probar Ud. que la opinión es la que decide y teide la suerte de los pueblos; y si los tlaxcaltecas ro lase mantuvieron libres; si la España se sacudió de fijar los franceses; si la América se hizo independiencelelte porque la opinión de los pueblos la protegia prod de pacto con como Ud. lo ha visto; San Salvador será libre, pesar de la opresión, porque asi quiere serlo, porque su causa está apoyada en el espíritu del siglo, y por la opinión general de la América. En el dia, se halla esta Provincia en el mismo caso en que se hallaba la América en los tiempos de la conquista por los españoles, y si Ud. como ellos lo hicieron entonces, logra cou quistarla, ella tendrá después, para sacudir el yugo de México, el mismo derecho que tuvo para sacudir el de España. Lo hará sin que pasen tres.
cientos años de sufrimientos. La opinión en su favor progresa con más rapidez, que progresaba por la independencia. Las provincias mismas del Imperio desean ser libres, y Ud. lo sabe muy bien y conoce que no tardarán en serlo. Con respecto mi, yo no soy quien ha resuelto que se resista las tropas del mando de Ud. Limitado a las atribuciones que designan los Jefes políticos de Provincia las leyes constitucionales de España, no he hecho más que dar cumplimiento y comunicar las resoluciones del Congreso. Tampoco he dirigido la opinión de estos pueblos; y antes bien, ella me ha servido para instruirme y para arreglar mis operaciones, al mismo tiempo que he procurado rectificarme cuando en algún punto la he encontrado extra.
viada. Pero declaro Ud. que si en mis manos estuviera la dicha de mis compatriotas, como Párroco y como Ministro del Dios de Paz, no se.
ria yo quien les ofreciera por paz el silencio y la quietud que producen el sufrimiento y los clamores sofocados de la opresión. Doy Ud. gracias por haber puesto en libertad a los presos hechos en Quezaltepeque, y me es sensible, como Ud. la sangre derramada de los infelices que no pasaron hostilizar aquel pueblo, sino recoger algunos viveres para el mantenimiento de sus deudos que se hallan en esta ciudad, los cuales fueron muertos estando sin armas y dispersos, y cuyo único delito era el ser hijos de San Salvador.
Dios guarde Ud. muchos años. San Salva dor, diciembre 13 de 1822. JOSÉ Marlas DelGADO.
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