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Páginas Ilustradas AS Año IX Revista Centroamericana nos. 316 17 Director, PRÓSPERO CALDERÓN Jefe de Redacción, JUSTO FACIO Redactores: Liedo. Alejandro Alvarado Licdo. Ernesto Martin Profesor Anastasio Alfaro Profesor Gustavo Michaud Licdo. Fabio Baudrit Profesor Fidel Tristan Don Lisimaco Chavarria Licdo. Ramón Zelaya ión San José de Costa Rica, América Central, 14 de enero de 1912 BIBLIOT era PAN JOSE COSTA CENTRAL AMERICA La muerte del amor RO liler fiestas La dulce luz de su pupila inquieta, del divino color de la violeta que agreste crece, en casta soledad, tiene para el poeta no sé qué misteriosa claridad, Yo me hallo loco por sus gracias regias, y no sé qué amo más: si su carne divina y perfumada como en mármol de Paros cincelada, o su esencia inmortal.
Sólo sé que la adoro de tal suerte, que por librarla de dolor muerte y de todo tormento terrenal, tendiera, al paso de su cuerpo hermoso, de nardos, de claveles y de rosas en derroche asombroso, una alfombra triunfal.
Solo sé que la quiero de tal modo, que si esto no bastara, ante su pie tan breve, como tapiz mullido, dulce y leve, mi inmenso corazón extenderia, que amante y fiel y leal, vigilaria que no pisase por amarga via su planta celestial.
Una tarde de invierno, si su ventana, en plática sabrosa, entretenidos, estábamos los dos, La luz se iba extinguiendo dulcemente, y en el confin rojizo del Poniente, como monarca que su fin presiente recostabase el sol.
Las lágrimas brotaron de repente de mis ojos, nublóseme la mente, no sé qué angustia insólita helome con su frio el corazón, y dije con la voz entrecortada. Oh amada mia! Toh prenda idolatrada. Has visto en este mundo algo más triste que la muerte del sol: Si, me dijo mi amada con dulzura; hay algo que es más triste, que llena de más luto el corazón, que le hace al mundo parecer vacio, y es, oh anado mio!
la muerte del amor.
El sol que hoy muere entre celajes rojos, mañana con más pompa brillará; pero el amor que muere, no resucita más.
Calló y bajé los ojos tristemente; no sé qué angustia insólita helome con su frío el corazón; invadiónos la sombra de repente, y cuando alcé la vista hacia el Poniente, habia ya muerto el sol.
JOSE PABLO RIVAS PVN RO y niñas Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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