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PAGINAS ILUSTRADAS Una página cuya sangre mezclábase la osadía del hispano con la fuerte gracia del indio no de El Fantasma Blanco tuviera el intenso encanto de fabula con que aparece en la novela de Salomé Jil; y En una serena tarde de amaranto, re que en vez de llorar eternamente al hercostado en el árbol que sombrea las rui moso y arrogante don Pedro de Portocanas del palacio de doña Beatriz de la rrero, se casara, como cualquiera rica Cueva, en Ciudad Vieja, evoqué los días hembra humilde mozuela del suburbio, sonoros de la Conquista, y toda la terri con el enteco don Francisco de la Cueva, ble epopeya lejana, y la brillante figura Licenciado y mediocre.
del siniestro y bello Tonatiuh, ebrio de. Eran de graciosa apostura doña Inés oro y de sangre.
y doña Anica, medio hermanas de doña ¡Qué de sombras heroicas prestigio Leonor, y que perecieron en la inundasas, impregnadas de la soñadora poesía ción de 1541? cuál de esas hijas amade las edades pretéritas, encendidas con ba más el fiero Adelantado. la bizael cardeno fulgor de las catástrofes, en la rra figura del audaz aventurero, prestitrágica apoteosis del amor y de la muerte, gioso como un Borgia, alzábase sobre surgieron en mi cerebro, en medio de todos los episodios de la Conquista, con los imponentes escombros sagrados! sus cabellos de oro, su fuerte espada y Aglomerábanse las remotas remem sus ojos fríos y crueles!
branzas en mi fantasía, en increible des Parado sobre un arco trunco de la antiorden cronológico, saltando épocas y gua catedral, en el campanario de San confundiendo los nombres y los aconte Francisco, sobre los magestuosos escimientos. Escenas de la Colonia y ante combros del templo de La Concepción, riores a la Colonia, actos de nuestros ¡cuántas veces mi fantasia, con el pavor próceres y episodios de la segunda mitad del águila en la tormenta, no revoló hacia del siglo XIX, páginas del Popol Vuh el remoto pasado, pleno de recuerdos y la Reseña de Milla, revolvíanse en mi caballerescos y de actos sangrientos y cabeza en esas horas de meditaciones y brutales! El horrible martirio de los inevocaciones.
dígenas; las tribus arrasadas por las imOia, lo lejos, el triste son de las placables hordas castellanas; el flamear de chirimias y atabales; y recordé la pompoy las banderas y el ruido de los tambores; sa procesión del 22 de noviembre en el el volcán homicida arrojando de su seno Paseo de Santa Cecilia, formada por lina sus líquidas trombas oceánicas entre pajudos personajes y flamantes cuerpos vorosos estruendos; las eternas intrigas de militares. Veia los gallardos penachos y amor en la real corte de don Pedro; todo los paramentos de oro de los corceles desfilaba ante mi espíritu, absorto en las montados por los gentiles dragones pro grandiosas evocaciones del antañol vinciales. y el gráfico espectáculo de ¡Cuánta gloria. Cuánta sangrel. las corridas de toros, en que las bellas ahora, todo yace en taciturnas ruinas. damas lucían sus mantillas blancas y sus Pero en estas ruinas. cuánta enseñanza y claveles rojos.
qué faustoso tesoro para la Poesía y para. Lamentaba que la hija de la prince la Historia!
sa Luisa, la encantadora doña Leonor en FROILÁN TURCIOS Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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