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leguas, sin una Eplina y servicio. hasta compa evaba resamos o ya el 10 de la corta rancho el gene llegada, de un batallón a noche día, me acerqué a las gradas de la casa del frente. dicho, la metralla iba unas veces a la izquierda.
Ol entonces que aquel hombre decia con voz otras a la derecha; pero lo que más daño nos alterada que hallándose en el solar de su casa hacia era el fuego de los rifles desde el Mesón y había visto a los filibusteros en las Cuatro Esqui. el Cabildo. Necesariamente tuve que pasar repenas. Uno de los oficiales presentes. Luciano tidas veces de un lado de la calle al otro durante Peralta, le contesto con zumba que de segmo su el trayecto, para esquivar la metralla o animar mujer debía ballarse de parto cuando estaba tam los soldados que se agolpaban en las ventanas.
asustado. Corrido y mohino el hombre por esta De los aleros nos caian sin cesar pedazos de respuesta intempestiva, dió la vuelta y bajó las tejas rotas, porque ibamos materialmente bajo gradas; pero en aquel mismo instante exclamo una lluvia de balas y de metralla. Asi anduvimos señalando hacia el Este. No me quieren creer: cien varas. En la esquina Noroeste del Mesón y véanlos, ahi vienen. Varios jefes y oficiales sa unas cincuenta varas próximamente del sitio lieron a la puerta y todos pudimos divisar en donde se hallaba la pequeña pieza de artillería, dirección de la iglesia y como unas cuatro nos salió de pronto al encuentro un grupo de cientas varas de distancia, una tropa que entraba filibusteros. Mandé entonces unir las filas y car en columna cerrada y paso de carga. El ene gué contra ellos, obligándolos refugiarse en el migo nos había sorprendido!
Mesón. Tan sólo uno hizo frente y fué acribillado Hubo entonces en el cuartel general la confu bayonetazos. Yo le quité el rifle, que conservé sión inevitable en estos casos. El general Cañas durante algunos años como recuerdo de aquel llegó pocos momentos después caballo pedir dia sangriento.
órdenes; yo le pregunté que si debía seguirlo y El destacamento que acabábamos de poner en el me mando que lo aguardase allí. Un capitán fuga había salido del Mesón posesionarse de Marin, artillero, conocido con el apodo de Burro un ſortin, resto de una antigua línea de defensas Marin, recibió la orden de contener al enemigo y situado en la esquina nordeste de la manzana con un cañoncito de cuatro libras que estaba en que estaba la casa ocupada por el cuartel cerca.
general. Considerando que con los pocos homLa casa ocupada por el presidente Mora bres que me quedaban era locura intentar apode.
se hallaba en una esquina, a doscientas varas al rarme del cañón, y por otra parte el inmenso Oeste de la plaza. Marin, acompañado de unos peligro que habria en permitir que una posición pocos hombres, avanzó hasta llegar a corta dis de tal importancia cayera en poder del enemigo, tancia de la plaza: pero ya los filibusteros eran hice entrar al fortin los trece hombres que me dueños de ésta, ciel Mesón de Guerra y del Ca quedaban. Treinta y dos habían caído en el cabildo. Casi todos los artilleros fueron muertos, mino! Este fortin estaba levantado sobre las pael mismo Marin herido y el cañoncito caró en redes de una casa a medio construir, calle de por poder de los yankis; pero este movimiento con medio con el Mesón, y cuyas puertas y ventanas, tuvo su avance y salvó al estado mayor general menos una, estaban obstruidas con adobes. En que pudo haber sido hecho prisionero si el ene el acto mandé aviso al cuartel general, por denmigo hubiera avanzado hasta la siguiente es tro de los solares, de haber ocupado el fortin y quina.
pedi ordenes al mismo tiempo. Se me contesto Los yankis metieron el cañoncito por una de que lo conservase todo trance y me mandaron las puertas del Mesón. De allí lo empujaban un refuerzo de 10 12 honbres al mando del hacia la calle con la puntería baja y desde den oficial don Rafael Bolandi, que fué herido al en tro lo disparaban con un cordel; luego lo volvian trar al fortín, desde el techo del Mesón, donde meter para cargarlo, arrastrándolo con unas se habían situado muchos tiradores yankis. Procuerdas que amarraron de la cureña. Don José cedi entonces cerrar con adobes la única venJoaquin Mora me ordenó entonces que con me. tana que no lo estaba. En esta faena me mataron dia compañía, o sean cuarenta y cinco hombres, varios hombres.
fuese recuperar el cañón. Salí a la calle con Desde la parte alta del fortin abrimos el fuego mi gente, que mandi abrir en dos filas, recomen sobre el enemigo, que se refugió en el Cabildo y dando a los soldados que fuesen amparándose el Mesón. Uno de los soldados me facilitó una las ventanas, que por ser voladas ofrecían algún carabina de Minie, arma de las más perfectas de abrigo, y que no quitasen los ojos del cañón, aquella época, que tiraba una bala cónica de onporque como lo disparaban en la forma que he za y media, la cual producia un ruido muy semela que mayor e Cañas.
mediata ñarme y e salir pedía el en que ombre a como he mayor re era un infiel se go sucedocumento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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