Guardar

32 PÁGINAS ILUSTRADAS nunca como entonces mostró este ilustre jefe su grandeza de alma y la bondad de su corazon. Todos lo adorábamos y con justicia, porque fué un verdadero padre de los soldados en aquellos días aciagos. Tarea muy larga y muy triste seria la de referir los horrores de la epidemia y los sufrimientos del ejército. Muy pocos se libraron de la peste. mi me atacó en El Ostional. Durmiendo estaba en una hamaca cuando senti os primeros síntomas; por suerte, a mi lado reposaba el doc.
tor don Fermin Meza, único médico que nos habia quedado.
Lo desperté y acudí su ciencia. Si el ataque es agudome dijo el buen don Ferminsólo Dios te puede salvar; si es benigno, tómate esto, que te lo convertirá en disenteria. Me hi.
zo beber entonces la mitad del contenido de un frasquito, ad.
virtiéndome que la dosis restante la guardaba para él. El resultado fué tal como me lo pro.
nostico, y en Liberia un médico francés, filibustero, llamado Lavallée, me curo la disenteria y salvo mi hermano Faustino del cólera.
Funerales de General de División don Victor Guardia.
Catafalco en la iglesia Catedral. Fot. Canossa. Hallándonos en Sapoi de regreso, llegó una noche el barón caso de que asi fuera me replegara Rivas sin prusiano von Bulow, hombraza corpulento que empeñar combate. Continué mi camino y al lle tenia un apetito formidable, pidiendo que co.
gar cerca de La Virgen despaché uno de los mer. El general Cañas le dijo que sólo podragones la descubierta, el cual regreso dicien día ofrecerle un jamón, una caja de galleta do que no había ningún enemigo en el puerto y y otra de ginebra. Nada mejor! exclamó que alli me aguardaban para festejarme, inclusi alegremente el prusiano, y sacando una navaja ve el agente de la compañía del Tránsito, que me hizo el jamón en rebanadas; dio una pequeña hospedó en su casa. Al día siguiente Cañas me parte sus dos ayudantes, alemanes como él, y mando el resto del batallón, unos 350 hombres, devoró el resto con gran satisfacción y no menor con orden que me llevo Faustino Guardia para acompañamiento de ginebra. Cañas le pregunto que me quedase en La Virgen, por si Walker in. si no tenia miedo al cólera, lo que replicó el tentaba desembarcar alli.
baron con la boca llena: La colcra se cura con La terrible epidemia de cólera que estalló en una purganta fuerte, fuerte, fuerte. la mañana Rivas fines de abril, vino a destruir el fruto de siguiente nos avisaron que estaba malisimo. No nuestra victoria, obligándonos emprender la quisimos dejarlo abandonado y nos lo llevamos retirada. En ausencia de los generales Moras, don en una hamaca Liberia. Después supe que ha José Maria Cañas tomó el mando del ejército y bia podido levantarse de la cama que anduvo Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

    Notas

    Este documento no posee notas.