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34 PÁGINAS ILUSTRADAS Discurso pronunciado por el Lic. don Ramón Zelaya, en el cementerio de esta ciudad, antes de dar sepultura al cadáver del General don Victor Guardia Señores: puestos oficiales para ejecutar mansalva sus personales y enmohecidas venganzas, alcanzaron Descubramonos reverentes y agradecidos ante torcer las intenciones sanas, ni los pasos firlos restos del prestigiado Jefe que hasta el últimes de aquel espíritu hidalgo, por la senda del mo día de su avanzada edad, vivió siempre listo patriotismo. marchar a la defensa de la integridad y el ho. Como todos los bravos y los fuertes, el Gene.
nor de la Patria.
ral Guardia fué un aficionado a los combates Con la gran sencillez, que fue una de su cielo y pechos descubiertos, según las prescripvida, y constituye uno de los distintivos de los ciones del viejo Homero, ií los cuales, por des.
grandes caracteres, el General don Victor Guar.
gracia, malos ejemplos posteriores a los hombres dia, definitivamente se fue.
de su tiempo de acción han venido desacostunSu desaparición significa para la familia costabrando nuestras jóvenes generaciones.
rricense, lo que la pérdida de su fogueada ban. La politica ese como pantano de las humadera girón glorioso agujereado por la metralla nas pasiones, en cuyo seno pueden vivir única de la vida para un pundonoroso regimiento niente algunos hombres. siempre le mereció el La juventud costarricense pierde en ese octo desprecio que a las almas elevadas inspiran los genario erecto uno de sus más preciados y vi.
pequcños recursos de los amantes de postizos vientes modelos, porta estandarte indiscutido en oropeles. cuando en tres ocasiones diferentes, el brumoso ascenso hacia su perfeccionamiento aquella corruptora Mesalina de un mundo que no moral, en tiempos en que la extraña psicologia es el romano, le abrió de par en par las puertas de algunos estadistas ha rendido nas escabroso de su apetecida alcoba, el General Guardia echo aquel ascenso, mano su blasón, que fue la lealtad del caballeY es que en el caricter del General Guardia, ro sin tacha y del pundonoroso militar, y torno señores, todo era rectitud y modestia; no conoció las espildas, airado, a la soberana fortuna.
más curvas que las trazadas por su espada en el Es pues, oh juventud: una viviente lección de espacio cuando cumplió con su deber, ni más patriotismo, de elevación moral genuina, de ab.
transacciones que las dicradas por pundonor, soluto dominio sobre su propio ser que es el que es la ley de los gemiles hombres de mza, más árduo problema de la filosofia. lo que perSimplistil, en sus concepciones, como en sus demos en ese condottieri excelso, de espiritu amprocedimientos, los Plutarcos de nuestra historia plio como las pampas del Guanacaste que lo vie dirán mañana, que en las horas turbias de la vi ron nacer, de resoluciones firmes, como seguros da nacional, don Victor Guardia se dirigió sien fueron hasta el fin los pasos de su fuerte vitalipre al cumplimiento de su deber con la naturali dad, por la senda de su deber.
dad y decisión con que un proyectil se dirige a Aprovechemos esa lección y sigamos ese ejemsu meta.
plo: ya sabemos que la valiente imparcialidad de Ni la ambición para tantos irresistible de su espíritu irradia con frescura, en la persona de satisfacer las más altas vanidades que nuestro an su hijo, en nuestro Supremo Tribunal de Justicia.
biente pueda inspirar si los hombres que no han Se trata de hacer fructificar la simiente de sus salido de él; ni los poderosos incentivos del lu nobles actos en otros terrenos de la vida nacio.
cro fundador de las improvisadas fortunas; ni nal. Como don Victor Guardia, posterguemos los deslumbrantes atractivos del oro, instrumen los santos intereses de la Patria, nuestros perso.
to de dominio para los que carecen de otros; ni nales intereses; como él y su compañero de arla adulación interesada de los que, en todos los mas don Prospero Fernández ese otro hidalgo tiempos y en todos los países, gustan de revolver de sangre detestemos la traición y castiguemos el rio apacible de la existencia laboriosa de los la impostura; a la faz del mar embravecido de las pueblos, para aumentar el producto de su pesca; pasiones, tengamos la audacia de llamar las coni el reucor de los villanos, que ambicionan los sas por su propio nombre, y no pensemos en los Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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