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PÁGINAS ILUSTRADAS 17 Polvo del camino Próspero Calderón JY Era la primer noche que dormiamos bordo; vimientos de manos saludan al City of Panama el vapor se había desatracado del muelle. Como después el barco hostil enderezo en fila sus másá un cuarto de legua estaba el puerto, que se pa. tiles, y dando cabezadas violentas nos envolvio recia a una nube negra echada sobre el mar. en una nube de humo.
Los marineros del Cily of Panama entonaban canciones de su tierra en lengua puritana, y sólo yo sentía una especie de aversión discreta ante el mutismo de aquel barco, que me parecía tener las seis de la tarde saliamos del puerto, suun mal pensamiento encerrado entre las calderas bió el ancla y cruzaron el aire tres pitazos; el de hierro.
muelle se lleno de pañuelos blancos, doblamos Un toldo de velas acogia hombres de todas la punta de El Cardón, y enseguida tomamos las nacionalidades: rusos, griegos, japoneses, chirumbo al Sur.
nos, aquéllos con su pipa encendida, los otros Poco a poco se va desenvolviendo la cordille.
con sus turbantes blancos, éstos con sus ojos ra, se ven los cerros negros de las colinas como oblicuos y su lengua monosilábica.
un pecho de mujer etiope, y una larga trenza faSeis o siete nicaragüenses formaban un corri. tidica semeja el humo que parte el cielo en dos llo de políticos. Se hablaba con interés de los fragmentos de azul.
asuntos interiores de Nicaragua y de la situación El frío de la madrugada despereza los miem.
de Honduras. El General José Maria Valladares bros, y mientras el viento del mar hace crugir el contaba punto por punto su fracasada revolución, barco, yo me ſiguro que la memoria es una vie.
desde su negativa al Comandante del Princetown ja ama de llaves que duerme furtivamente en el hasta su desembarque en Corinto. Mis órdenes. más polvoso rincón.
decia eran las que corresponden en esta lucha desigual de raza, cuando Rossevelt declara que donde se pone la bala, el porvenir se pone. que el vigia dirija sus fuegos sobre toda casa Las seis de la mañana. Estamos frente a San extranjera si al pasar mis soldados se les hace un Juan del Sur. Me ha sorprendido el encanto de disparo. Después. ya no pude sostenerme, por. este puertecito. Por conocer sus costas y su cie.
que compraron toda mi tropa con el oro sacado lo me voy hacia proa. Sentada sobre una ancla de las oficinas de Washington, y el pequeño ejér. patinosa está una mujer, cuyo rostro veo por la cito levantado se me desbandó en San Lorenzo. primera vez.
Llevo un libro en las manos y ella me lo ha solicitado: me cuenta que viene de Palma de Ma.
yorca, en donde escapó de morir de fiebre; hasta Alli, frente a nosotros, estaba el «Bremens, bar alli, me dice, estuve acompañada y servida, pero co de guerra alemán que estuvo custodiando el regreso ha sido muy largo y penoso. Mi ma.
Valladares; las luces de su toldilla brillaban, fas dre y mis hermanos residen en San José, pero yo cinantes, como monedas de oro.
me pasé vivir tres años en este puerto. Ve Hubo un momento como de oración, como de usted aquella casita que parece un kiosko?
ruegos por la patria, por los soldados muertos de Allí están los cañones; en aquella otra cacara al firmamento: las siete y dos cuartos, en sa pintada de rojo viven los treintiséis cablegraque la luna se eclipsó.
fistas.
Rayó de nuevo el dia, y volvió el trabajo de Este puerto fastidia con su vida de arroyo.
jos marineros: ruidos sordos, golpes, y las voces Aquí me case; mi hombre es un sencillote traba.
de mando del Capitán.
jador que maneja dos lanchas. Si este vapor huEl «Bremen viró hacia su derecha, y al enseñar biese traído carga, muy luego estaría él por acá, su costado izquierdo, recias voces guturales y mo. pero ahora no tenemos sino que cumplir con el p. TU. 22 de ndo en carga p.
EDIA RTA. n San Jo en ese lu.
de Costa de la irie, en neral.
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