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Con Salvador Campa Primer Actor de la Compañía Virginia Fábregas CAMPA en «La Mujer de Claudio)
CAMPA en el rol de Conde Canaleit con distracción premeditada le insinúo: Oye Campa, usted debería llevar peluca en todos los papeles. El Conde de Monclars, tan distinguido, no puede resultar con el hirsuto cabello de usted.
Acosado nos contesta que conoce a muchos parisienses que tienen una cabellera áspera. Bueno, Campa, díganos. cuánto tiempo hace que usted cumplió los 40 años. Andele, Valedor! Que si me apura cumplo 45!
Mientras nos acomodábamos, ya en su apartamen El Ministro? Qué puede importarme el Ministro? Yo soy Salvador Campa, el primer Actor de México, y en las tablas he sido rey y cardenal!
Campa había tomado, en aquella arrebatia de habitaciones, la primera llave que se le presentó, y al intentar abrir el apartamento 23, se encontró con que estaba ocupado por el gentil Representante de un país hermano. las protestas del joven diplomático, el regente del hotel advirtió cortesmente a Campa, que se trataba de una equivocación y que de aquel cuarto no se podía disponer porque estaba cedido al señor Ministros. Fué entonces cuando el primer Actor de la Compañía Virginia Fabregas alborotó con las palabras que sirven de introducción a esta interview.
Tal es la primera impresión que tuvimos de este hombre inquieto y locuaz, aquella noche lluviosa en que una multitud cosmopolita y bullanguera, aban.
donaba el City of Para para invadir los tranquilos apartamentos del Hotel Europa, en Puntarenas.
El acaso nos hizo intimidar luego. Fué después de una disputa violenta. El eminente periodista Adolfo Vivas, comentaba, en compañía de otros amigos, las cosas de México, del México entregado a una casta de generales ignaros y plebeyos, cuando, súbitamente Campa irrumpió entre el corrillo para defender calurosamente al Militarismo de su país.
Así es Campa. Violento y apasionado. Mirando su perfil de rey normando, en que se descubren enérgicos rasgos de voluntad, nos ha parecido mejor que un discípulo de Tespis. un guerrillero como aquellos de su tierra, dueños de mil recursos, y que en momentos de peligro, organizan la victoria con una cálida arenga rebasteciendo la promesa de saqueo.
Bueno, esta obra es históricamente falsa, pero tiene una belleza indiscutible. Intimide mucho con Villa.
espesa. La señora Fábregas lo retuvo contratado durante seis meses, en México. Lo interrumpo: y diga Campa, en cuál obra está usted mejor. Eso es cosa del público. mi me gustan, sobre todas, Tierra de Promisión, de Maugham) y La Castellana de Capus. el Teatro de su país. Ah! por su puesto. Tenemos en México muy estimables dramaturgos. Ahí está Antonio Mediz Volio triunfando en España con su Flecha del Sol, Eugenia Torres de Meléndez, autora del «Muñeco Roto y «En Torno a la Quimera. Eusebio de la Cueva, Agustín Vera, Julio Jiménez Rueda, Fede.
rico Gamboa, David Alberto Cassio que ha producido el monumental Abismo: y tantos otros cuyas producciones firmarían de buena gana Linares o Arni.
ches.
Campa nos invita a tomar una copa. Toca el timbre, y mientras el criado llega, habla de su actuación en el Cine. Filmó varias películas en su país, pero la pantalla lo aburrió pronto. Pretende que con dinero se puede hacer un magnífica cinta aunque se carezca de facultades artísticas. En el cine opina todo lo llena el artificio; y es una equivocación pensar que el Mimo pueda suplantar al teatro. De esta competencia, el teatro ha ganado en novedad, en exterior elegante. Es posible que en el futuro, el cinematógrafo solo ejercite una función meramente didáctica y educativa.
Campa se ha repuesto de nuestra primera acometida. Habla con soltura y ha dejado de mirarnos como a adversarios para decir cariñosas bromas. Incidentalmente se comenta nuestro origen español, y entonces el Actor de Méjico nos protesta su hispanofilia cordial.
Es raro, le decimos, por que Uds. los mejicanos reformistas odian a los gachupines, y no han hecho más que fusilarlos. De eso no se nada, sabe? se lo aseguro. sin embargo, dicen que Ud. fué Comandante de un Regimiento de Zapata. Andele! Aquí en la Compañía no hay más mi.
litar que Sánchez Navarro. Yo he sido finquero, Degociante en zapatos, tengo la chifladura de los trajes y me gustan ferozmente las mujeres. Pero el ejér.
cito? Bueno, si, me agrada el brillo de los uniformes. Estamos?
Salvador Campa Primer Actor de la Compañía Virginia Fabregas El DIARIO DEL COMERCIO ha querido honrarnos con el encargo de esta interview. Valverde, uno de sus Redactores, nos acompaña. Campa, que gusta de fáciles aventuras galantes, apenas suele llegar al Hotel para las horas de comida. Pero la casualidad nos favorece. Al pie de la escalera, en el Washington, lo saludamos. Con ademán cortesano nos invita a subir a su habitación. mientras caminábamos, le advierto, con subrayada malignidad. Ahora se trata de una interview. Sí, ya sé que es usted amigo de bromas. Pero esta no es una broma. En el público, que le ha visto a usted por todos los barrios sospechosos de la ciudad, hay algún interés por saber quién es usted de pronto, imprevistamente, agregamos con agresividad. La noche del debut, en el rol de Duque de Monchars, ha estado usted intolerable. Parecía encogido y vocalizaba pésimamente.
Campa nos mira como si quisiera penetrar la sin.
ceridad de esta censura, y luego dice con humildad fingida. Qué le vamos a hacer. no siempre está uno bien, pero es cierto que vocalizaba tan mal. Perfectamente cierto. dirigiéndome a Valverde. verdad que desastrozamente?
Campa busca con ansiedad en nuestros ojos, y entonces, impasibles, le aseguramos: Pero eso tiene excusa en un Actor de México. Si Ud. fuera castellano. Pero es que yo me pago mucho de eso. Blasco Ibáñez me decía, en Puebla, que yo pronunciaba como un madrileño. Mi Director, el señor Coss, ha vivido pendiente de este detalle. Pero usted lo defrauda.
to, extrae de un rollo de papeles, el pasaporte que le expidieron en México y nos lo muestra con un gesto de triunfo. Bien! Según este papel, parece que usted tiene 36 años; y de trabajar en el teatro. Cuatro escasos. Con qué obra se inició usted a la vida del arte. Con La Bola de Nieve. de Echegaray, en el Teatro Fábregas, llamado entonces Renacimiento. Por su puesto, apuntamos con desnuda crueldad, que tasted no estaría tan mal como en Los Fantoches. Andele! Dicen los que me vieron que estuve muy bien. Campa que nos ha visto sacar papel y tomar algunas notas, parece sorprenderse. Con ingenuidad interroga. Pero es cierto lo de la interviw? No he podido figurarme que usted fuera periodista. Claro que es cierto! tan cierto que escribiremos todas estas cosas, sin dejar tina sola. Queremos dar a los lectores del Diario, un Campa, tal y cual se ha presentado a nuestros ojos. Pero usted, tiene muy malos ojos. replica, y es usted un costarricense peligroso. Si yo me decía. Espere, que le voy a enseñar unas cosas. Ya verá! vaciando un baúl, nos inunda de recortes y revistas. Yo protesté con calculada displicencia. Aquí no se hace caso de periodistas soboroados.
Nos atenemos a nuestro propio juicio.
Campa se incorpora de un brinco, y nos adereza estas palabras con la intención de un mandoble. Oye, oye, compadre: yo no sé sobornar a nadie.
Mi arte se impone porque si. dulcificando la voz y el gesto: Le daré a usted unos grabados. Son cosa buena. Así estará ilustrada la interviw.
Luego, como si estuviera apesarado, explica, con deseo de agradar. He trabajado durante tres ocasiones con la señora Fábregas. En México estrené todas las obras de Francisco Villaespesa ies un tío muy agradable!
Conoce usted Aben Humeya? y Hernán Cortés?
Al retirarnos del Hotel, Campa nos despidió con amable cortesía, pero es indudable que quedaba verdaderamente contrariado. Teníamos la intención de notificarlo, y estamos seguros de haberlo conseguido.
Pero este hombre apasionado y tumultuoso es un artista completo que prestigia a su país y honra a nuestra América. En el estreno de la Compañía, se adueño de la simpatía del público josefino, que supo tributarle calurosas ovaciones. Chaparro, fuerte, sí por su perfil de rey normando que pareciera tallado en nudosa madera colonial. recuerda al guerrillero de su tierra que saber organizar victorias con halagos de saqueo, por su cortesana distinción y su elegancia, evoca al príncipe mundano de la novela de Maurras, que después de arrui.
narse en Monte Carlo, se va por esos mundos en pos de una nueva sensación.
El Brujo Hegro CAMPA en el Cardenal de Mauraces CAMPA en un personaje de Oscar Wilde Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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