Guardar

PAGINA Martes, de Julio de 1921 DIARIO DEL COMERCIO El último Mosquetero como Neurosis No supe nada Rodrigo Soto Guardia, que recuerda en esta edad a los mosqueteros de las leyendas galantes.
Al declinar la tarde el Vizcon alma y de nuevo iba a verse en señores medioevales, de los que gría y los mirlos silbaron una vie de santos, vivía como un recuerde ganoso del descanso, un tanto Paris o en Versalles entre corte se contaba no salieron nunca de ja canción versallesca do en las páginas de los libros y puente se tendió enseguida para sanas gentes de aristocracia. sus feudos, ni para ir a rendir plei ágil ya y sin fatiga, volvió a en las crónicas olvidadas del olvique pasara el señor. En el patio Venia con ánimos de leer en tesía a su monarca y señor. El Viz Paris el linajudo señor. Pero ha dado Trianón.
descabalgó del isabelino corcel y los infolios de la biblioteca caste conde, hombre de mediana edad, bía despertado de un sueño cen El Vizconde, asfixiándose, arecibió el cumplido del mayordo llana, en cuyos anaqueles el tiem había llegado a su castillo, con tenario. La corona real ahora la mo y de los fieles pajes que se in po iba poniendo su pátina de pol fatiga en el cuerpo y fatiga en el brumado y desolado, tomó de guardaban, en una vitrina, guarclinaron en respetuoso saludo. vo sobre las telas de las pastas; alma.
nuevo el camino de su castillo, a dias republicanos; las corazas y Volvía después de tres años de con el deseo de recorrer bajo el vivir de sus recuerdos, en aquel los yelmos, las tizonas y los arcaausencia a su viejo castillo, solar y sol dorado de las mañanas la cam Sentado en un viejo sillón, vien buces, se exhibían en los museos, nido de águilas batido en lo más heredad de sus mayores; había piña agrestre, que el hada de la do a través de un ancho ventanal ante los ojos de los turistas que se enhiesto de un picacho normandc.
vivido en la corte del Rey Luis, primavera hacía sonreir con un como el viento jugaba a despeinar asombraban y que llevaban en sus Iba ahora, con una nostalgia urdiendo intrigas, conquistando florecer de rosas y de botones de unos sauces lejanos, el señor Viz manos kodaks instantáneas; en invencible que le corroía el alma, mujeres, dando buenos tajos y pa oro: con ansias de aspirar el aire conde recordaba sus días ventu Versalles ya no había princesas, rando feroces reveses.
puro y aromoso de los prados mea encerrarse definitivmaente, a esrosos.
ni alamedas de ensueño, ni fuenAhora volvía el señor Vizcon lancólicos, por donde habían coperar la muerte, jurando que le El; era él el mismo que una no tes susurrantes. El Louvre era un de llegó frente a su castillo cuyo rrido, en juego placentero, los sorprendería entre los retratos de che se había liado, en un figón de nostálgico su espíritu y medio que años de su infancia.
recuerdo y los títulos de nobleza sus salones, viendo las panoplies la ruta de Amiens, con un cababrada su salud. Venía a la vieja ya estaba allí, rodeado de sus se embarcaban en trasatlánticos guerreras, besando la cruz de su llero recién llegado a aquél hostal casona por luengos años olvida viejos servidores, en el castillo hacia el nuevo mundo donde se espada, siempre en noble señorío, por el camino de París. Sin saber da, a reposar añejas y crueles inmenso y ausiero, en cuyas salas, vendían por una millonada de con el galgo echado a los pies de!
cómo, es lo cierto que se alzó la dólares fatigas de guerra y de aventura; colgando de los muros, se veían lecho, con mayordomo, con paquerella y las espadas se cruzaron; de aquellos campos normandos los retratos de sus antepasados, después de feroces asaltos, había Todo el viejo decorado glorio jes, oyendo el relinchar de sua contaba salir pronto fuerte y ágil toda una legión de gentes de casa so había cambiado. Ya los hom caballos de guerra, y a sus mirlos caído atravesado de certera estoun mozo; su alma iba a grande: guerreros de ceño feroz, cada. Cuando lo curaban y ya bres no cruzaban aceros por da silbar una vieja y olvidada cartemplarse en la soledad de aquel ginetes en corceles encabritados; sanaba la herido dolorosa, le dimas o por pañuelos de batista; el ción versallesca.
castillo, nido de águilas batido en prelados de respetable gordura, jeron que su hábil contendor era honor era un nombre que sonaba lo más enhiesto de un picacho. sobre cuyos hombros se extendía Artagnan, el mosquetero gashueco; la Mosquetería estaba bien La caza y la equitación, alternan la púrpura cardenalicia; nobles muerta y sólo la recordaban los Joaquín Vargas Coto cón que iba en busca de unos diado con el reposo y la lectura, ha damas vestidas a la usanza cortenovelistas y los poetas; toda su mantes de la Reina que Bukingbrían de rehabilitarle cuerpo y sana; adustos rostros de sombríos ham se había llevado edad, aquel tiempo de hidalgos y Otra vez disputó alto, en un corral de las afueras, con un tal Porthos, gigante a quien después de un soberbio tajo, dejó por muerto Por la vereda que baja al yurro (Para El Húsar Blanco)
Otra noche sorprendió al señor marchan dos mozos bajo la tarde; Aramis que bajaba de cierto cashay en los tuetes como un susurro Ya el invierno se avecina. Su flotante cabellera tillo, cuyo nombre olvidó discrey el Sol poniente parece que arde.
de neblinas impecables, juguetonas, por doquiera tamente, por medio de una escala se revuelven tumultuosas Ella es descalza, de trenza doble, de seda, mientras que en lo alto de la playa a la bahía; de la ventana una mano blanca de ojos muy negros y muy risueña; él es robusto, tal es un roble, y en la inmensa algarabía hacia el ademán de lanzar un de las olas impetuosas postrer beso de despedida de manos fuertes y faz trigueña que se pierden en la bruma, en silbido ronco y grave Con el noble Conde de La Fére Ambos, unidos, marchan del brazo, rompe el aire tremebundo la sirena de una nave.
jugó una noche, escudo sobre esentre güitites de fronda verde, cudo, toda una fortuna, recibida cantando bajan por el ribazo Majestuosa leva el ancla. Sus banderas nacionales en herencia; y luego lo acompañó y la pareja por fin se pierde.
se estremecen al impulso de las rachas vesperales, en empresas de guerra y supo aVenus que atisba desde la altura, preciar todo el valor del aristocráy en remedo triste, amargo, los vió ocultarse tras la enramada tico señor Athos.
una mano de asfodelo Nunca me olvides. ella murmura, Había conocido al florentino y da el adiós con su pañuelo y al fin de todo. no supe nada.
hábil Richelieu; a la Reina y a su desde el muelle y a lo largo, Lisimaco Chavarría Majestad el Rey; supo de las ina un mancebo que afanoso, deja patria, deja lares, ahogando sus nostalgias con el ritmo de los mares.
trigas de la señorita La Valliére; hizo versos imitando a Ronsard; Triste va sobre cubierta. Solo, mudo y sollozante, epigramático, ridiculizó a sus rivales; madrigalesco, enamoró monde su patria ve la playa por minutos más distante.
jas y marquesas y se jugó la vida ¡Oh tus manos liliales! Blancas manos que se aleja. que se esfuma.
por un pañuelo, en cuya suave y que tienen la obsesión de dos jazmines; dibujando en lontananza perfumada batista una mano samanos que arrancan quejas a los pianos la más sublime añoranza bia había bordado una corona, y hacen reir el tedio a los violines!
incrustada entre la bruma. una cifra y unas armas ducales Solo va, y en su alma lleva la dulce imagen grabada Había sido un buen bebedor de Manos en cuyo dorso alabastrino de la que en tierra, llorosa, dejó en la tarde nublada.
vino borgoñón; en expediciones dan ganas de engarzar ardiente un beso; cinegéticas, había cabalgado a la ¡Oh! manos que tenéis el corte fino a dónde enfila la nave? Qué rumbo lleva su quilla?
par de Luis de Francia; era maesde una camelia modelada en yeso. Me es igual dice el mancebo llegar a cualquier orilla. tro en el arte de la cetrería y sabía y Manos espirituales, de enfermera, En Oriente, en Mediodía educar los mirlos de manera acaque brindan la ilusión de una quimera o en calcinada ribera, bada o el divino martirio de un calvario presume extinguir la artera Todo lo iba recordando, y al profunda melancolía.
recordarlo, iba poco a poco su¡Oh manos adorables, de princesa, haciendo de niño mohines como si fuese a llorar.
miéndose en un sueño dulce, al con estremecimientos de tristeza, en lo más hondo de su alma contrito se puso a rezar.
que era propicia la felpa de su cuando cuentan las perlas de un rosario!
amplio sillón. se durmió proEntretanto. recia lluvia cual un peine cristalino fundamente y con él los criados y riza los blancos cabellos al invierno peregrino, los pajes, el mayordomo y el buque nos trae en su equipaje fón del castillo, los mirlos y los Joaquín Vargas Coto las oscuras tard frías, fuertes caballos de guerra; y el y las yertas alegrías galgo favorito, a los pies de su Verde el cristal de sus retinas era, en su gris, largo ropaje.
amo, también se contagió de suela expresión al mirar suave y doliente; Densa lluvia que agiganta de la mar las convulsiones, ño. Todos durmieron en aquella y en su divina palidez de cera y en el pecho la tormneta de afligidos corazones.
guarida de águilas, batida en lo había un dejo de convaleciente.
más enhiesto de un picacho norEl porte egregio. La actitud severa, mando. como en los cuentos en la nave, y en la brisa, y en el dombo de los cielos la mano breve casi transparente; fantásticos que arrullaron nuestros que aprisiona lo infinito de las almas los anhelos, y su petalia frente se dijera, aletean suavemente días de niños con sus relatos de un sollozo lunar en el poniente.
albas puras mariposas, ilusión, el sueño duró muchos lustros La cabellera bruna hasta los flancos como pétalos de rosas lamía con dulzor sus muslos blancos.
deshojadas tiernamente: Son las sacras oraciones de la dulce enamorada, Su pie de jaspe parecia un lirio.
de la madre, que llorosa, quedó en la playa nublada.
Al fin despertó una mañana su palabra musical de ensueño.
de Abril, el señor Vizconde. era un poema de ilusión sedeño, Alfredo Suárez con él, todos los durmientes del escrito en una noche de martirio!
castillo: el mayordomo, el bufón Santos Dueñas San José de 1921.
y los pajes; el galgo salto de ale San José, 30 de julio de 1921.
Tus manos Cisiera ella.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

    France
    Notas

    Este documento no posee notas.