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Aloisio Lorscheider Relación introductoria a los trabajos de la III Conferencia Introducción La realidad pastoral Tal ubicación en nuestra historia concreta nos hará sensibles a la vitalidad de a nuestras Iglesias y a un conjunto de problemas.
El tema de nuestra lll Conterencia General es la Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Proclamar hoy y mañana el Evangelio a nuestros pueblos latinoamericanos, animados por la esperanza y al mismo tiempo torturados en lo más hondo de su ser por el atropello en su dignidad, es no solamente fraterno, noble, enriquecedor, pero es nuestra misión, nuestro deber, es nuestra vida. El grito de esperanza y angustia de nuestros pueblos que sale hasta esta Conferencia y pide una respuesta profética, exige el compromiso de la encarnación de la Palabra de Dios en nuestra vida y en lauestro anuncio. Aquí estamos como Pastores que van caminando delante de sus ovejas (Juan 10, Hace dos años que venimos en una preparación intensa profundizando lo que significa en nuestro contexto latinoamericano evangelizar hoy y mañana.
y Venimos buscando en la oración y en el estudio pastoral la manera de evangeizar hoy y mañana nuestra América Latina. Cómo actuar pastoralmente en y América Latina en total fidelidad al Evangelio. Cuáles son los criterios y las íneas de una verdadera y auténtica evangelización para América Latina. Cuáles deberán ser las opciones pastorales fundamentales para que el Evangelio sea un acontecimiento actual y presente, con toda su vitalidad y fuerza original?
No se trata de desarrollar y completar una acción pastoral ya desarrollada, pero trátase de lanzar la simiente y poner las bases de una transformación de la sociedad latinoamericana inspirada por el Evangelio. Es necesario pensar en la edificación de una nueva realidad, de una inserción evangélica en la nueva sociedad que surge en América Latina muy conectada con el nuevo mundo de hoy y mañana. Se trata de buscar la vía para que el Evangelio a través del testimonio de nuestra vida y su proclamación siempre nueva sea luz, fermento, sal, agua viva para los pueblos de nuestro continente.
En el esfuerzo de dos años llegamos a un punto de nuestro camino que es necesario recordar brevemente ya que él podrá ser nuestro punto de arranque para la marcha ulterior. Este punto de llegada en los dos años de preparación es el Documento de Trabajo.
La vitalidad: en el presente de nuestras Iglesias se percibe una vitalidad nueva: la sed de Dios y su búsqueda en la oración y contemplación; la colegialidad episcopal cada vez más vivida; el gran desarrollo de las pequeñas comunidades eclesiales en comunión con la Jerarquía; los nuevos ministerios; una vida de fe más profunda por parte de muchos jóvenes; la acción pastoral intensa de los religiosos y de las religiosas, sobre todo la inserción comunitaria cada vez mayor en las zonas más pobres: la planificación pastoral en su proceso de participación, en todos los niveles, de las comunidades y personas interesadas, educandolas en una y para una metodología de análisis de la realidad, para la reflexión sobre la realidad a partir del Evangelio, los objetivos y los medios más aptos y su uso más racional para la acción pastoral; la presencia slempre mayor de los obispos entre el pueblo; la libertad cada vez mayor respecto al brazo secular; una conciencia más aguda de los seglares respecto a su identidad y misión eclesial.
Los problemas: las injusticias de ayer y de hoy y el cambio socio cultural, en el tránsito a una sociedad cada vez más orientada y dirigida técnicamente, con aspectos de progreso, es verdad, pero en medio de profundos desequilibrios, crecientes desigualdades y amenazas de mayor dominio del hombre por el hombre. El fenómeno negativo de una creciente dominación, de una creciente tecnocracia no se puede olvidar. Nuestra preocupación en medio a esta problemática está tanto más justificada cuanto más la sociedad y la cultura emergentes que tienen enormes posibilidades de liberación y perfeccionamiento del hombre, son caracterizadas por una falta de formación más profunda en la fe; por situaciones lamentables de atropellos del hombre en su dignidad y por un espíritu secularista consumista tendiente a la negación del trascendente y a la ruptura de la comunión filial con Dios y de la comunión fraterna entre los hombres.
Esta problemática se hace tanto más grave si tenemos en cuenta que el continente latinoamericano es un continente cristiano y por ser un continente cristiano tiene una responsabilidad muy particular dentro de la Iglesia Universal y dentro del mundo. Naturaleza del Documento de Trabajo El Documento de Trabajo fué previsto como un instrumento de ayuda a la creatividad de los participantes en la III Conferencia General. No quiso el Documento de Trabajo ser una especie de documento base que los obispos discutiesen proponiendo enmiendas. El Documento de Trabajo solo quiso sintetizar lo que los Episcopados sobre todo habían aportado. Es innecesario subrayar que toda sínteses es relativa, tiene sus imperfecciones y no consigue dar toda la Aqueza del pensamiento de los aportes.
Por eso mismo el Documento de Trabajo fué tan sólo una pieza más en la marcha a Puebla. El Documento de Trabajo era un esfuerzo más para ilustrar bo que estaba sucediendo en la vida de la Iglesia de nuestros pueblos; cuáles son sus problemas; sus expectativas; sus anhelos, cuáles las posibles opciones y líneas de acción pastoral para la Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina.
Su marco de referencia o el horizonte en el cual se sitúa el Documento de Trabajo es de la historia concreta de América Latina. La Iglesia en la línea de encarnación de la salvación ha de situarse adecuadamentae en el presente de nuestros pueblos, recogiendo su herencia histórica y proyectándose dinámicamente hacia el futuro. Es el conjunto histórico concreto de ayer y hoy con sus perspectivas del futuro, en visión pastoral, lo que nos dirá el contenido evangélico que se debe subrayar en América Latina; los objetivos que será necesario alcanzar cómo alcanzarlos. Se trata de la comunicación de la Palabra de la Vida de Dios, que deberán ser luz y fermento de toda la vida humana.
y Desde el siglo XVI, la historia de América Latina ha estado ligada a la presencia y acción animadora de la Iglesia. Esta, desde entonces, no es extraña a la vida de nuestros pueblos cuya suerte ha compartido y comparte; de cuyo fuluxo es también corresponsable. El modelo de la acción evangelizadora fue el de las comunidades de base«
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