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Crónica legó otro líder guerrillero que ya abíamos conocido días antes: el pemodista. Halcón. comobatiente que sene a su cargo la responsabilidad de sar cobertura a una zona de »fuga« en la etaguardia. Una puerta de escape, para asos de apuro.
Ojo pelado, chochos, o nos suenan«
Halcón nos saludó con un apretón de manos. Es un tipo barbudo y sonriente, y que como periodista que es, se siente bieri con los periodistas.
Nos dijo que anduviéramos con cuidado, porque »hay chiguines por los contornos. Le preguntamos a fondo, y nos soltó que varios helicópteros de Somoza sabían aterrizado de sorpresa cerca de la Colina 92« desembarcando infantería, para lanzar un ataque por la espalda a as posiciones de la retaguardia sandinis24 Ojo pelado, chochos, o nos suenan. nos dijo cuando comenzó a moverse a un descubierto atisbando el movimiento de unos hombres que venían lentos por un trillo.
El grupo se hizo visión formal ante nuestros ojos. Eran alrededor de seis hombres transportando un herido en una camilla rústica, hecha con ramas de mangle y unas camisas verde oliva y un pedazo de estera.
Lentamente, penosamente, los porteadores conducían a su compañero para tratar de buscarle salida hacia algún centro hospitalario, dada la seriedad de herida. Cuando estaban cerca de nosotros, le grité a uno de ellos preguntanese ruido, una ametralladora escupia amigo, casi me cae encima. Andaba en do el nombre del muchacho y me dijo también balas del 50 sobre nosotros. las mismas crujidas, tratando de salvar que era »Casimiro. Antolín dijo, apuradamente, que tan la pelleja.
De pronto, cuando todo estaba con pronto pasara la primera, oleada de pro Cinco minutos después apareció centrado en la figura del combatiente y yectiles comenzáramos a salir de uno en »Halcón« entre el matorral y nos dijo: sus porteadores, desde una colina cercauno y a correr entre los árboles cara a la »Los voy a proteger, jodidos, pero ansa comenzaron a disparar contra no costa. Grito a los demás no sacar »la ju den avispados. juntos, de palo en pasotros. Antolín dijo que seran Guardias pa« de la trinchera. Yo salí y corrí. lo y jadeando, caminamos a la costa.
Nacionales infiltrados y nos ordenó Otros olvidaron hacer caso y salieron en Cuando estábamos por llegar al mar dispersarnos.
grupo. El fuego arreció. Todavía alcan otros guerrilleros salieron. Entre ellos vi cé a oir que Antolin me gritaba. Métase al panameño o Nin. a quien conoci por allí, agarre el bosque, luego busque cuando estuvo ligado con el periodista Miré el reloj para saber la la costa. alcancé a ver un muchacho Loria de »La Prensa Libre« en el problehora en que vivía, por si la guerrillero, joven, que caſa herido. ma de El Hacha. Nos saludamos y me deseó buena suerte.
muerte me jalaba el pelo Andaba en las mismas crujipallá, que Eran las nueve y cinco de la mañana. das, tratando de salvar la Arrempujenle Costa Rica los espera Miré el reloj para saber la hora en que pelleja vivía, por si la muerte me jalaba el pelo.
Corrimos hacia los restos de una casa Más allá de un roquerío, Fonseca me divieja, y nos atrincheramos. Comenzaron Entre el bosque suavicé mi carrera, me jo que venía Otra gente. Eran unos ca.
caer los morterazos y los fragmentos tendí en el suelo y recupere el aliento. Un marógrafos de la televisión mexicana de los proyectiles volaban por todas par. par de minutos después Edgar Gerardo que también sufrieron el embate de las tes con silbidos aterradores. Dominando Fonseca, reportero de »La Nación« y Pasa a pág. 20 Junio 11, 1979 17

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