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Comentarios El caracismo: enfermedad senil del liberacionismo Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa Carlos Marx: El dieciocho brumario de Lula Bonaparte POR ALFONSO CHASE en las da por los trámites de su origen vital sino más bien por fórmula de la mutación.
Como grupo social que no ha esperado, los trámites naturales del alumbramiento, su existencia no puede aguantar los combates de la vida y entonces empieza a generar una serie de enfermedades que lo debilitan, le hacen crítica la existencia, amenazan aniquilarlo.
El caracismo: enfermedad senil del liberacionismo. Nacido como alternativa se convierte, en el ejercicio de la práctica, en parásito del segundo. Engendrado como cambio, por obra del arte de la propaganda, se inicia como continuación. Hilo conductor que une a un proyecto político con otro, aunque pase del verde al celeste pristino. Fundado alrededor de un nombre. Unidad demuestra que en la retórica política costarricense el papel aguanta lo que pongan y que el lenguaje vacio es el diario oficio de algunos.
Glamoroso y sexapílico en la llanura, en la cumbre se vuelve voluntarioso, contradictorio, cenudo y olímpico. Reaccionando contra el paternalismo ha instalado la familia, el parentesco, el apellido, como norma por encarnar algunas virtudes que el tiempo han decantado y que el costarricense siempre ridiculiza, Ensañado contra el nepotismo, el cuadro estatal demuestra lo contrario. Buscando la democratización ha caldo en el bonapartismo. Criticando el triángulo equilátero ha edificado la pirámide, desde cuya punta nos observa, en mirada orgullosa, la voluntad de poder.
Nacido del resentimiento, el caracismo pone de base, para su práctica política, la adhesión incondicional, la lealtad al Jefe, a sus ideas, a sus cortesanos. Criticando el fracaso ideológico del liberacionismo, el cáncer de la burocracia, la corrupción, el caos social, el caracismo se erige en la historia política de Costa Rica como una alternativa sin futuro, porque el germen de las contradicciones lo lleva en sí, la semilla de lo que quiso estirpar está latente en la propia naturaleza de su nacimiento, que no se.
Queriendo acabar con la preponderancia de un sector, intenta establecer la República del Silencio, ignorando, ridiculizando o enfureciéndose a toda critica, Īratando de recabar sobre si to da la historia pasada, por ignorancia histórica, pretende hacer que la historia moderna se inicie con él, Desconociendo los aportes políticos de los adversu rios, no hace más que repetir todo aquello que ya fue dicho, institucionali.
zando el lugar común en la retórica política. Nacido del resentimiento de políticos secundarios, acabará por imponer la trivialidad como norma de explicación a una labor política y el berrinche como arma para asustar a los adversarios, o a los propios partidarios, que teniendo ojos ven, teniendo oídos oyen y siendo lo suficientemente inteligentes, todavía se atreven a discrepar.
Introniza el apellido, el ser hijo de fulano o mengano antes que la competen.
cia profesional y los principios de la democracia participativa, de que tanto y tanto hablaron en las plazas públicas.
No se ha atrevido a crear la Tercera República, pero recurre a las muletas de quienes crearon la Segunda, cuando el terror a la soledad o al ridiculo les hacen pensar que una cosa es ganar las elecciones y otra ejercer el gobierno. En el llamado a una presunta Unidad Na.
cional no existe el gesto del hombre que encarna una voluntad nacionak sino del »administrador« que llama a sus colegas cuando la empresa se está hundiendo, el aparato fragmentado, y cuando descubre que la verdad política que lo sustenta no es tan diferente a la de aquellos que sólo unos meses antes llamaba »adversarios« y que bien pueden ahora ser sus socios.
Para dar consistencia a su lenguaje se inventa un diccionario propio. Programa de Gobierno 1978 1982« en donde resume, en lenguaje ampuloso, el catálogo de los lugares comunes más numerosos, en texto alguno de la historia política costaȚricense, y que de seguro la mayoría de los funcionarios han olvidado en las gavetas, desde el de mayo de 1978, para evitarse complicadas explicaciones de los ciudadanos que ingenuamente lo consultaron antes de emitir su voto. En la locura terrible de renegar de su origen liberacionista caen muestras más simpáticas de la extravagancia política, diciendo una cosa hoy, otra mañana y sin tener claro que han de decir pasado mañana. Las contradicciones, sin futuro dialéctico, son su más preciado tesoro. Hoy un funcionario asume prerrogativas que le corresponden a otro, o nos despertamos occidentales y cristianos y mañana despertaremos no alineados, en un delicado acto de saltimbanquis políticos que debe ser la diversión de países con mayor madurez en el campo internacional, por no citar las misiones »secretas« que viajan por el mundo explicando las inexplicables razones de nuestra política exterior, sea ésta el caso de Nicaragua, el petróleo, los no alineados, los árabes, y hasta la Universidad de la Paz Sacan a Vesco para ofrecer asilo al Sha de Persia, condenado a muerte por delitos económicos y políticos en su país, y a quienes las naciones se niegan a darle asilo por motivos acordes a las más elementales normas de convivencia internacional. En el campo. nacional la soberbià de los funcionarios, investidos de quién sabe que poder, que ya estaba en gérmen en el liberacionismo tardío, y del cual la mayoría proceden, raya en la tontería. Son autosuficientes, autoelegidos o destituyentes y forman la pirámide de todo ministerio, rodeados de aşesores que saben de la misa la media, pero que por la adhesión incondicional se ven de pronto elevados a las cimas del poder público, con proyectos y proyectos y proyectos, la mayoría de los cuales nunca llegan a concretarse o se posponen de un mes para el otro.
Pasa a pág. 28 19 Junio 11, 1979

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