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ACTUALIDADES ол Un buen queso. No le digan nada, no le digan nada. Me Tiraban a Felipón de la blusa. Le pegamada al verle tan triste y para evitar que lo pegaría.
ban con las sombrillas. Las uñas de Julia se hiciera durante el almuerzo, le respondió con amoroso sobresalto: Un coro de carcajadas siguió a la voz tré hundieron en las mejillas del tonto. Este se «Mi rico no fué uste, ya sé adorado bien de mula de Felipón. Julia, misericordiosa, com alzó entonces con el semblante arañado y el mi alma, hoy en la mesa te daré si acaso llapadecida de aquel hombretón hercúleo de mirar chispeador y la risa sobre la bocaza man, y con esto recibe muchos besos de Inés. alma tan ciega y débil, exclamó para calmarle: inmensa. a sus pies quedaba el otro con la Hizo con el papelito una cedulilla bien apre No temas nada, Felipón. El señorito vida rota.
tada y la guardo en el corpiño a la espera de una oportunidad.
Luis, aunque supiese que yo te gusto, no ha Corrieron las muchachas empavorecidas Fabricaba hacia rato uno de sus quesos en bía de hacerte ningún daño. También me gus y clamantes.
la lecheria, dando el último amasijo a la cuajatas tú. hasta me gustas más que el señori. Socorro, socorro!
da, cuando sintió pasos. Los de él. Con la cedulilla en la mano, aguardó palpitante, pero to Luis. Palabra. Felipón también echó a correr gritando: en vez del amado noviecito, apareció doña CaFelipón, ya encalmado, tornó a su imbécil. Yo gané la rosa, yo gané la rosa! Ju ju, ju! talina en persona, risotear.
La cedulilla rodo por entre los dedos de Inés. Ju, ju, ju. Gustarle yo a la señorita!
BENIGNO VARELA sobre la pasta, que sus manos oprimieron con instintiva precipitación. Por fortuna no lo habia iju, ju, juj ¡Y siendo tan guapo don Luis!
visto, y en cuanto se fuera.
Me voy a la cuadra con las caballerías.
Pero en vano retardó su obra. La vieja no Uno del grupo exclamó: se movió de allí, y como empezara a regañar No debes nunca salir de allí.
por la tardanza, el queso entró en el molde y No le oía Felipón, que, silbando, echó a pasó a la despensa, sin que la infeliz hubiera podido retirar de sus entrañas el secreto de su correr zambamente, hundiendo sus zapatones amor.
en el arenal de la playa.
No, no; el Amor es bueno y nunca desampa. Qué dos dias aquellos. Con qué ansiedad ra a sus pacientes. Oye mi dulce amiga la his tentó una y mil veces la puerta de aquella netoria de Inés y Florencio, para que te convenzas de tan importante verdad.
ſasta despensa en procura de una remota casua Riária!
lidad. Cuántos ingeniosos hurtos concibió!
Inés y Florencio, ambos nacidos y criados en Los gritos de Felipón sobresalían potentes ¡Cuántas promesas hizo a los santos! Pero dona la opulenta finca donde servian, eran dos ga Catalina no candaba nunca en falso, y los sananimando a los caballejos. Regresaban de la llardos muchachos que se adoraban desde la tos suelen ser tan ocupados.
merendola, que fué abundante y en la que se niñez. Hasta aqui todo va bien, y aun ha de Por fin una noche, mientras servia a la mesa, bebió de firme. Componían la caravana seis parecerte mejor si te digo que los chicos se bela catástrofe se produjo. El alma trajo, con saban como unos glotones cuantas veces podian, jardineras. En una de ellas, en la más rezacierta prosopopeya de mal augurio, un nuevo con el incentivo de esas brisas campestres que queso que la señora se dispuso a cortar. Era gada, iban Julia, Luis y otras dos muchachas. en la primavera hacen estremecer tan profundaesto un capricho de golosa, harto honorifico Lo propuso Luis.
mente a los bosques venerables. Cuando podian para Inés, bien se comprende. Un buen queso.
se besaban, y hacian muy bien, a despecho de ¿Qué prisa tenemos para seguir a los deSeria ese. No, no era, porque parecia mas tu aspaviento convencional; cuando podían, pormás coches que corren tanto hacia el pueblo?
viejo; pero si debia de ser, porque tenia una que, ſay! no siempre les era dado.
depresión en el borde.
Aún es temprano. Le decimos a Felipón que La señora, una viuda ya entrada en años, era El cuchillo entro lentamente. entró. entró. pare y nos sentamos un rato ahí sobre el muy beata y se escandalizaba al sólo nombre Desprendióse la tajada. Ah, qué satisfacción!
verde césped?
del Amor, como no fuera éste el divino. No ¡No era!
obstante, sus amigas afirmaban que en su deFué aprobada la proposición. Se detuvo el Pero al cortar el segundo bocado, la señora voción a San Antonio, por ejemplo, no todo notó algo duro en la pasta, escarbó un poco, y coche. Se aposentaron los jóvenes sobre el era desinterés celestial, llegando uno de sus el papel maldito apareció.
verde tapiz de una colina. Felipón también primos, viejo entre santurrón y calavera, a afirTan insólito era aquello, que produjo un sohabía descendido del pescante y arreglaba mar que Santa Rita compartia aquella predilec lemne silencio. La señora, con una calma fria, ción.
los collerones de las cabalgaduras. Luis hubo más terrible que las amenazas de los profetas, Lo cierto es que había sido devota del buen desdoblaba lentamente la cedulilla; y en ese de oir sonriente el relato de lo sucedido por santo hallador de novios, desde su más tierna momento la chica, desde el fondo de su anola mañana en la plaza. Murmuró Julia: juventud: y tanto, que se rezaba de memoria nadamiento, balbuceð al azar, con una voz en la novena y los trece martes. Pobre Felipón! Parece mentira que que desfallecian sollozos: La señora queria mucho a Inés, pero descon Se me cayó del seno.
siendo tan corpulento pueda ser tan infantil. fiaba de Florencio, habiendo opinado ya varias El papel acabó de desenvolverse. Porque debe tener una fuerza enorme! veces que creia llegado el momento de buscarle joh! cincuenta veces oportuno «Tyrothrix Rebrincó la majeza en el corazón de Luis.
empleo en la ciudad. Cómo abominaba Inés, filiformis. y otras tantas sublime «bacterium También podía él alardear de vigor, y le en esos momentos la palidez que la cubria! lacti. bacillus butyrricus. y cuantos suculenPara ella eran las preferencias y hasta los asaltó rápido el deseo de mostrar ante Julia tos microbios, acedan, sazonan y maduran esas mimos compatibles con la rigidez aristocrática maravillas del arte caseoso: los ácidos de la fersu fortaleza. Grito: de la dama; pero ja qué precio! precisamente mentación habian descolorado la anilina, y sólo. Eh, tú, Felipón, ven!
por esto, apenas podia hablar con su novio.
aparecían vagamente, en un matiz rojizo, palaCuando no trabajaba con la vieja ama de llaves, zancadas salvó el tonto la distancia que bras sueltas, sin ningún significado al parecer: doña Catalina, una flacucha de rigidez gendarseparábale de los señoritos. Luis, riendo, pa meril, bordaba junto a la señora en el costureMi no us ra dar al tonto confianza le indicó: ro cuya suntuosidad tenía algo de bazar, mienadorado bien de mi alma. Mira. Vamos a ver cual tiene más fuerza tras aquélla, en compañía de una hermana en la mesa ca solterona que la acompañaba, consumia las hollama, con sto rec de los dos. Quieres?
ras descifrando charadas y fugas de vocales.
e os e es Ju, ju, ju. Tendrá más el señorito. Esto formaba su mania y su vanidad. El resto Las cejas de la señora se fruncieron ante tan Anda, vamos a verlo. Nos cogemos por del dia lo consagraba a la oración.
profanas palabras.
las cinturas y a ver cuál echa al otro al suelo.
Sólo en la mesa tenian algún esparcimiento los muchachos. Después de servir Inés a las. Pero ¿qué cambio es ese en sus facciones?
El que quede de pie recibirá como premio la ¿Por qué mira ahora a Inés con enternecida beseñoras, almorzaban con doña Catalina en un rosa que Julia lleva prendida del pecho. recogimiento casi terrorifico; pero a veces llanevolencia?
Es que acaba de dar con el secreto del invo¿Quieres?
maba de adentro (generalmente para averiguar luntario criptogamo y comprende lo temerario Todos reían. El tonto, boquiabierto, miraalguna fecha) y el ama acudia. Ah, besos fur.
de su sospecha.
tivos, caricias miedosas, dramitas en dos pellis.
ba a Luis y a la enrojecida y tentadora flor.
En efecto. no correspondian exactamente cos! Era el momento de entregarse las cartas Insistió Luis, disponiéndose ya a coger a Feesas palabras a la oración del noveno martes de en letra menudisima y sin apartes, el minuto San Antonio?
lipón por la cintura. el tonto, en cuya re suspirado de decirse tantas cosas y no acertar «Mi divino Jesús, único y adorado bien de solución debió influir mucho la quemazón de más que a estrecharse las manos: fugacidad demi alma que en la mesa eucaristica os llamais, reciente vinillo trasegado, también se abalanliciosa que les alegraba un dia entero como una exhalación de perfume.
con justo derecho, el pan de los fuertes.
zó hacia Luis. Se atenazaron por las cinturas. Ahora bien, cierta ocasión de esas, Inés y ¡Chica ejemplar! Se pasaba copiando oraciones durante sus asuetos quién lo creyera!
Firmes, inconmovibles permanecieron los dos Florencio tuvieron un gran disgusto. Aquella ¿Reprenderla? Nunca; pues ja qné mayor gloria corpachones mozos durante unos segundos.
nego rotundamente a este un rulo que la pedia, podia aspirar un queso?
y hasta le reprochó que hubiese mezclado aturSe vió un momento vacilar a Felipón. de desde entonces, bajo la advocación comdidamente el dia anterior la leche de los quesos.
repente sucedió lo brutal, lo terriblemente Lo primero fué una coqueteria y lo segundo placiente del beato paduado. mi patrón querido. qué besos, qué locos besos se dieron los brutal. El tonto, viéndose próximo a caer, merece una explicación.
chicos al almorzar.
había engarfiado con las manazas el cuello Inés hacia unos quesos riquisimos que la seLEOPOLDO LUGONES fiora preferia, motivando esto mil querellas como de Luis. Sólo tuvo este tiempo de murmurar la mencionada. Eran de comerse frescos, pero angustiado: tenían un término de treinta horas que la chica LEA USTED No, no. Así, no. Suelta, suelta.
respetaba con veneración; y por esto aquel reGritonas, se abalanzaron las muchachas proche asumió caracteres muy serios para Florencio.
hacía los que ya se debatían sobre el césped.
Tres días después cono la coqueta no cediera. Suelta, bárbaro, suelta!
la escribió que se iba a envenenar; y ella, alar(Cuentos de la guerra)
LAS VÍRGENES LOCAS Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.