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2 EL TESORO POPULARORO. INCIENSO MIRRA. so, castigo que retrae al que obra mal. Fijos en ella los ojos de sus hijos, ven como en un espejo reflejada la hermosura de sus buenas acciones o la fealdad de sus malas obras. Dadme muchas madres cristianas, y pronto veréis transformado el mundo.
La mejor nación es aquella en que abundan las madres cristianas Penoso sacrificio pide el buen desempeño del sublime cargo de la maternidad; es el trabajo del labrador que arroja la semilla y riega el campo con el sudor de su frente con la esperanza de verlo más tarde coronado de doradas espigas. Sembrad, madres cristianas, po os canséis de sembrar en el tierno corazón de vuestros hijos la buena semilla; algún tiempo permanecerá como sepultada, pero no está muerta, no ha perecido; aguardad algo más, y veréis como el germen de la virtud brota con lozanía produce copiosos frutos de bendición. Con esa elocuencia propia de las madres, con esa viveza que da vuestro corazón a las palabras, con poesía inimitable decidles a vuestros hijos: hijos de mi alma, hijos de mi corazón y con razón, porque el rostro del hijo se parece al de la madre y el alma del hijo es un reflejo del alma y del corazón de la madre.
Vuestros hijos serán ordinariamente lo que querráis que sean.
Si son buenos, os lo deberán en parte a vosotras; si son malos vuestra será casi toda la culpa.
Al juzgar Dios a las madres, les pedirá cuenta de las acciones de sus hijos. Por regla general, la madre se salvará con sus hijos o se condenará con sus hijos. Si un compañero influye tanto con sus palabras y con sus ejemplos, con mayor razón influye la madre, compañera inseparable de los pedazos de su corazón. Si hay malos ciudadanos, malos sirvientes, malos esposos, malos vecinos, debe decirse que es porque hay malas madres.
Los que necios cruzais por la vida sin fe en vuestras almas, y en las fuentes del odio maldito bebéis esperanzas.
Los que hinchados de loca soberbia tenéis las entrañas mucho más que la roca de duras, mucho más que el acíbar de amargas, venid a una cueva que está solitaria, y veréis como adoran a un Niño tres grandes monarcas.
Ellos tienen tesoros inmensos y de glorias y honor hacen gala y disfrutan placeres y dichas que nunca se acaban; mas con ser poderosos y ricos y gozar de las glorias mundanas se postran y adoran a un pobre Niño que nace entre pajas.
Los que hambrientos de falsas riquezas que al cabo son nada pretendéis conquistar los laureles que pronto se acaban; mirad a los Magos cómo llevan la sien coronada y con todo se postran y adoran Al Niño Divino que nace entre pajas. Qué les sobra a los Reyes de Oriente?
y a vosotros joh necios. qué os falta?
La fe que hace Santos o el amor que engrandece las almas. Por qué huís del Niño que amante os llama?
Aprended, aprended, insensatos, que es la ciencia sin Dios ciencia vana, los hombres son humo que asfixia, Las riquezas vapores que matan.
Venid a la cueva que está solitaria y adorad con los Magos al Niño que duerme entre pajas.
Si queréis que sonrían de gozo sus labios de grana y sus dulces ojillos azules detengan sus lágrimas, ofecedle los dones preciosos que guardáis en el fondo del alma: el gran oro de vuestros cariños que tanto le encantan.
y la mirra de vuestros dolores y el incienso de vuestras plegarias.
FARO RAFAEL SANZ Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.