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2 EL TESORO POPULARa tud, de nuestra edad viril, de en lágrimas al cielo y vemos ras del dolor nos mira y con el semnuestra ancianidad y terminamos garse las nieblas y aparecer a blante velado por los enlutados la jornada con lágrimas en los nuestro espíritu aeongojado un crespones de la tristeza nos preojos. Este camino de espinas lo rayo de esperanza. La religión senta un dechado de resignación, mismo tiene que hacerlo el que nos ilumina cuando estamos en semblante y ojos que son fiel vive en choza destartalada, que vueltos en sombras de muerte y trasunto de las congojas y trabael que habita lujosísimo palacio; calienta nuestras almas ateridas, jos que acibaran su delicado Colo mismo el hombre civilizado, y nuestra inteligencia barrunta razón. El Corazón de Jesús conque el salvaje grosero. Ora una un horizonte halagüeño y nues suela a sus devotos en sus peenfermedad mina nuestra salud; tro corazón un ambiente respira nas; oigámoslo bien; no derrama ora la muerte enlutece nuestro ble y entonces llenos de resigna lese bálsamo sobre las heridas del hogar; ora la pobreza nos visita; ción decimos: No se haga mi que no es creyente y enemigo de ora una calumnia amarga nues voluntad, sino la tuya.
tra existencia; ora un genio inNo fué sólo Jesucristo el que te derrama caen infructuosas sosu Corazón; las lágrimas que éssufrible turba nuestra tranquili fué confortado: aunque indignos, bre la árida tierra; no las recoge dad; ora calamidades públicas baja también un ángel con una el Corazón de Jesús en valioso como una guerra, una peste, un ánfora llena de bálsamo en las cáliz, como hace con sus devoterremoto, una crisis siembran el manos para restañar las heridas pánico y el infortunio por doquie. abiertas por las espinas, después tos, para que, al traspasar los umbrales de la eternidad las enra. Lágrimas y por cierto muy de lavar con suavidad la sangre cuentren convertidas en perlas amargas son nuestro patrimonio. que nos baña y con la cual dejaLas flores del Paraíso terrenal se mos teñido el camino. Este ángel incrustadas en la corona de deshojaron una vez cometido el es el Corazon de Jesús mismo, gloria. El no creyente en medio primer pecado.
el cual nos ofrece el ánfora de su de los sufrimientos levanta sus Cuando encontramos en el sen Corazón herido brazos amenazantes como en busy ensangrentado dero un trecho de flores, quisié exclamando con ternura materca de aquel poder superior que ramos tendernos sobre ellas para nal: Yo consolaré a mis devotos le oprime y viéndose impotente, regalarnos con su grato aroma; en sus penas. que es la tercera se retuerce cual gusano, víctima quisiéramos, como San Pedro, promesa que hace a los que le de su desesperación. El devoto convertir la vida en un perenne aman. Oh, vosotros que pa del Corazón de Jesús le ama, y Tabor; que sea un dulce preludio sáis por este camino nos dice entonces, dice San Agustín, no del Tabor de la gloria en donde considerad y ved si hay dolor se sentirá la pena producida por el no se cuajan las espinas del su mejante a mi dolor. quién amor.
No de otro modo podefrimiento, en donde sólo se pisan será capaz de desalentarse, quién mos explicarnos por qué débiles flores de placer cumplido. Mas, no cobrará valor ante ese hom niños, indefensas mujeres, decrési hay algún pequeño Tabor en bre de dolores y por añadidura, pitos ancianos, desplegaban un nuestro camino, éste es pasajero libre de pecado! El Corazón de valor sobrehumano, entonaban y por el contrario las tinieblas y Jesús quisiera arrancar del haz alegres himnos en medio de los asperezas del Calvario nos ro de la tierra esas espinas que nos más horrorosos tormentos; pordean sin cesar.
laceran, pero como la madre que que amaban mucho a su Dios Al vernos en este monte de comprende que sin el castigo no deseaban con ansia sufrir el marmirra del sufrimiento, bien que tendrá hijos buenos, permite y tirio. En nuestras penas sigarríamos retroceder, y como no quiere que devoremos el sufri mos el consejo de la Marganos es dado, exclamamos con la miento, porque si nuestra vida no rita de Alacoque, la cual nos diangustia en nuestro corazón y estuviera sembrada de espinas, ce: Si estáis en un abismo de con las lágrimas en nuestros ojos, no se levantarían losanas las flo privación y desolación, este Dicomo el Señor en la lobreguez deres de las virtudes cristianas en vino Corazón es un abismo de Getsemani: Señor, que pase le nosotros, desde luego que el todos los consuelos, en el cual jos de mí este cáliz, Pero el ca. hombre en la prosperidad se ol tenemos que perdernos sin deliz no se despega de nuestros la vida de Dios y está más propen sear gustar dulzura. Si estáis bios y nos vemos precisados a so a entregarse a los vicios, en en un abismo de pobreza y desbeber a grandes sorbos los su tanto que en la adversidad cono provistos de todo, arrojaos en el frimientos. Buscamos, como el ce su pequenez, la nulidad de las Corazón de Jesús; está lleno de Corazón de Jesús buscó consue criaturas y la necesidad de acu tesoros y os enriquecerá si le delo en sus indiferentes e impoten dir al cielo en demanda de soco jáis obrar. Si os halláis sumidos discípulos, lenitivo en nuestras Con los ojos de la fe per en un abismo de tristeza, arrojad penas y en la convicción de no cibimos la conmovedora figura la misma tristeza en el Corazón encontrarlo en humana criatura, del Dios hombre que con ojos de Jesús, el cual es un abismo elevamos nuestros ojos arrasados nublados por las opacas sombras de alegría celestial y tesoro de Tro.
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