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MUNDO FEMENINO LUNES 12 DE ABRIL DE 1954 PAGINA A Cristo en la Cruz NO CABE LA MENOR DUDA.
Pender de un leño, traspasado el pecho y de espinas clavadas ambas sienes; dar tus mortales penas en rehenes de nuestra gloria, bien fué heroico hecho.
Pero más fué nacer en tanto estrecho donde para mostrar en nuestros bienes, a donde bajas y de donde vienes, no quiere un portalillo tener techo.
No fué ésta más hazaña, ioh gran Dios mío!
del tiempo, por haber la helada ofensa vencido en flaca edad, con pecho fuerte (que sudar sangre que haber frio. sino porque hay distancia más inmensa de Dios a hombre que de hombre a muerte.
Luis de Góngora Cigarrillos 20 Sermon Lirico INTRODUCCION. KIIN La triste escena que llegose un dia, del Mártir del Madero Sacrosanto, Dejaron huellas del dolor y espanto, En toda la brumosa lejanía, Al mirarlo la madre que nos guia, Se torna al puto en implacable llanto, Que no hay pincel para que abarque tanto, El gotear de los ojos de Maria.
El Divino Cordero ya enclavado, Pronuncia en alta voz atormentado, El Mártir más humilde y más bendito: Con gran sublimidad y leal medida, Siete palabras de esperanza y vida, En la cumbre del Gólgota infinita.
Piebroja Piebioja Piebroja 20)
EARRILLOSTA 19 ort El divino Jesús: La gran semilla, Que sembrara su regio epostolado, Va a morir por mi amor crucificado, Sin hallarle jemás la cruel mancilla.
hallarte jemás la o Su dulce voz tan tierna y tan sencilla; Que deja al populacho ensimismado, Et Clemente Cordero inmaculado, Convenciendo y causando maravilla.
POULOSAAREDARE) le pregunta agónico y doliente. Padre mio, por qué me has abandonado.
PROCESO AT DE LO BUENO LO MEJOR. 52 Le dice al padre con ternura inmensa, Tan sólo Tú: perdonarás la ofensa, De esta turba cuya ansia le devora, Por mirarme morir en una cruz; Dadles Señor las gracias de la Luz, Si hasta la propia caridad ignora.
Hay un mar de amargura y de dolor, Que refleja en vasto firmamento, Mas dice el Galileo, Estoy sediento De algo grandioso que se llama, amor.
La voz de salvación de gran portento Estremece la cruz del Redentor, Empapada de sangre y de sudor, En aquel terriblisimo momento.
Camino del Calvario Jesús Expirando El santo Mártir de la cruz colgante, Lo mira Dimas con asombro lleno, No me dejes Divino Nazareno, Le dice con acento suplicante.
Yo quiero ser de Dios; y un sólo instante, No bajaré donde el horrible cieno, Convierte la virtud, todo lo bueno, En un vicio terrible y dominante.
La sed espiritual que se apodera, Del Mártir de la rubia cabellera, Era de almas sedientas de la paz, pesar del cruelisimo tormento, Que gran sublimidad del pensamiento Regio tesoro que en la cruz nos das.
Dulce Señor, enamorado mio. a dónde vais con esa cruz pesada?
Volved el rostro a una alma lastimada de que os pustese tal su desvarlo.
De sangre y llanto entre los dos un río formemos hoy; y si a la vuestra agrada, partamos el dolor y la jornada, de que morir por Vos, en Vos confio ¡Ay, divino Señor del alma mía!
No permitáis que otro nuevo esposo me reconozca suya en este día; bajad de vuestros cielos amoroso, y si merece quien con vos porfía, dadme estos brazos, soberano Esposo.
Tirso de Molina.
La profecía en su verdad quejarse, la muerte en el desprecio enriquecerse, el mar sobre si propio enfurecerse, y una tormenta en otra despeñarse.
Pronunciar su dolor y lamentarse el viento entre las peñas al romperse, desmayarse la luz y anochecerse, Sen nombrar vuestro Padre, y declararse.
Más veros en un leño mal pulido, rey en sangrienta púrpura bañado, sirviendo de martirio a vuestra Madre, dejado de un ladrón, de otro seguido, tan solo y pobre, a no le haber nombrado, dudaron, gran Señor, si lenéis Padre.
Francisco de Quevedo.
Aquella voz del gran fascineroso, Conmueve sí; al Todopoderoso, Penetrando su fé con sus anhelos, En verdad en verdad, que aquí te digo Qque a pesar de lus manchas, hoy conmo Entrarás en el Reino de los Cielos.
59 Los ayes de la Virgen desolada, Al mirar al mansísimo Cordero, Que sangra sin piedad desde el madero, Su figura divina y azotada.
No llores por mi muerte, Madre amada, Le dice el Redentor, el Justiciero Llora por la maldad que es cruel acero Que vierte cual veneno en estocada.
Oh, que ejemplaridad conmovedora, De máximas angustias tan marcadas, De las recias espinas aguzadas, En la Santa Cabeza Redentora.
Ya la sangre divina auxiliadora, No corre por las venas azuladas, Solamente se extinguen las miradas, De la Madre indefensa cuando llora.
Al doblegarse el Salvador del mundo, Un grito del sublime moribundo, Al mirarse tan solo y desangrado Le dice al Padre Eterno Omnipotente, Aquí está el patrimonio de obediente. Padre mio: ya está todo consumado.
79 El Divino Señor, el Mártir Hijo su Madre Purísima le dijo, En alto tono y bien Profetizado, Lleno de amor y maternal ternura. Hoy te daré la angelical creatura, Al discípulo Juan, por siempre amado.
Haga reflexionar a su esposo diciéndole: Cuánto pagamos de alquiler por la casa que ocupamos?
Son 300. 00. Pues bien, 300. 00 mensuales nos hacen la suma de 600 anuales, que en cinco años se han convertido en 18. 000. Ha pasado a ser nuestra la propiedad de la casa que habitamos. NO. Por qué no hacemos un alto en nuestro camino en beneficio mutuo y en el de nuestros hijos?
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COMPANIA LOTIFICADORA NACIONAL LIMITADA Teléfono 1153. 50 vs. Sur Capilla del Seminario Nos. 452. 456. Apartado 4440 49 Al llegarse la última tortura Mirando a su hijo en la cruz sangrante, Oh divino Jesús agonizante, Una voz impregnada de amargura.
Ni un consuelo mitiga la criatura, Del corazón divino y palpitante, al contemplar el pavoroso instante, Se desploma la mística blancura.
Ya llegada la hora perentoria, La figura más grande de la Historia, El más Inmaculado Peregrino: En medio de sus víctimas; hermanos, Le dice al Padre, en tus sagradas Entrego en paz, mi Espiritu Divino.
José Angel Mora Levanta su mirada al alto Cielo, Llenando de dolor la triste escena, Aún llora amargamente Magdalena, Que moja con sus lágrimas el suelo.
acer de mante manos, Abrázase a la cruz, con grande anhelo La santa inmaculada Nazarena, Aquella tarde de recuerdos llena, Que cubre la tragedia con su duelo.
Hay un momento de mortal delirio, Creciendo horriblemente su martirio, Al verse tan vilmente acongojado, Pide misericordia al Dios Clemente, San Pedro de Poas, Marzo 1954.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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