LUNES, 13 DE AGOSTO DE 1956 MUNDO FEMENINO PAGINA TRES mi Madre LAS MANOS DE MI MADRE MADRE veces el hastío de la vida, cuando falta la calma y la bonanza, y naufraga se ve la fe perdida en un mar cuyo fondo no se alcanza; cuando las penas forman nuestra egida.
y el dolor nos acecha sin templanza, y ya nuestra alma de sufrir transida no concibe un reflejo de esperanza; Madre, iqué gran visión hay en tus ojos. Qué ignota playa de misterio has visto?
Acaso viste, desde los abrojos de tu vida, la mística pradera del Ensueño inmortal de Jesucristo cuando sembró la humana sementera y lo llevaste dentro de tu pecho, como una joya nueva, sorprendida en el campo árido y estrecho que atraviesa el pantano de la vida. Madre, iqué gran visión hay en tus ojos!
Madre, iqué bendición hay en tus manos!
joh que gran bendición!
Siempre en mi ruta, cuando me acosan los demonios vanos y malos, de mi espiritu en la gruta siento tu bendición inmaculada como un soplo de brisa perfumada que llega a los ámbitos lejanos.
cuando la brega pasa. jOh qué gran bendición hay en lus manos!
Me acuerdo de tu mano grata y grave como el ala blanca de esa ave misteriosa que cruza el pensamiento; Amor. de tu mirada suave, como del firmamento por donde cruzó el ave, el ave misteriosa de mi cuento!
MANUEL DE A PARRA Son las manos de mi madre un par de manos morenas, toscas manos a los ojos que no saben de bellezas.
Si túi vieras esas manos, toscas, callosas, morenas.
no digas, no, que las manos de mi madre no son bellas.
Esas manos que estás viendo.
hechas a labrar la tierra, son unas manos benditas, porque son manos maternas.
Esas manos que estás viendo con seis años sobre ochento.
esas manos venerables pasaron la vida entera buscando el pan de sus hijos entre fatigas y penas, en verano y en oloño, en invierno y primavera.
Ellas mecieron mi cuna, ellas sirvieron mi mesa, ellas secaron mis lágrimas, esas manos fueron venda que las heridas abieron en mi corazón las peras.
iManos de mis alegrías y manos de mis tristezas!
Esas manos tan callosas un torrente de belleza.
Son más hermosas que el ogun que va de la fuente fresca; más hermosas que la noche de verano y luna llena; más que las flores del campo un dia de primavera; mús fragantes que las rosas, mucho más que las esencias.
Son más blancas que los lirios más blancas que la azucena.
más que el ampo de la nieve de la cumbre de la sierra.
Son las manos de mi madre. Puede haber manos más bellas?
Todas las perlas de Oriente, todo el oro de la tierra.
El sol y la luna juntos, juntas todas las estrellas.
son nada junto a esas manos toscas, callosas, morenas, Son las manos de mi madre. Qu más puedo decir de ellas. Quien me diera, madre mic, que esas dos manos morenas cerraran mis pobres ojos el dia que yo me muera!
Fr. Alfredo Pío Alvarez, entonces, en demanda de consuelo, alzamos pensativos la mirada por la silente inmensidad del cielo; y a fe que la encontramos, constelada miramos al través de niveo velo, la dulce imagen de la madre amada.
DAVID CORNEJO Salvadoreño.
ᏁᏛ mm Son las manos de mi madre no son manos de una reina, manos blancas, manos blancas con blancura de la tierra. No! Las manos de mi madre, toscas, callossa, morenas, son a los ojos del alma mi Madre mi Madre Mi madres el débil resplandor te baña De esta misera luz con que alumbro, desde mi locho Te miro y no me extraña Si tú vives en mí que venga estrecho a mi gigante corazón mi pecho.
El sueño esquivan ya los ojos míos, Porque fueran, si al sueño se cerraran, Ojos sin luz de Dios, ojos impios.
Te miro oh Madre y en la vida creo Cómo cerrar al plácido descanso Los agitados ojos, si le veo?
Yo no pensaba en ti; yo me olvidaba De que eras solo tú la vida mía.
Tú estás aquis la sombra de tu imagen, Cuando reposo baña mi cabeza.
ON más, no más tu santo amor ultrajen Pensamientos de bárbara fiereza!
Una vida acabó: mi vida empieza!
Loco, una vez abandoné tu lado, y al mundo me lancé, tras la divina ilusión del amor, que en mis ardientes amantes sueños realizar queria.
Siempre he llevado la cabeza erguida, siempre fue mi carácter recio y bravo; y aún fronte a frente del Monarca mismo, nunca mis ſieros ojos se bajaron.
Más, confesarlo debo ioh madre mia!
si en tu presencia angelical de hallo.
mi soberbia altivez desaparece, y humilde tiemblo a tu amoroso lado.
La luz alumbra ahora Tus ojos, y me miras, Cuan dulcemente me hablas! Parece Que todo ríe plácido a mi lado; es que mi alma, si me miras, crece, no hay nada después que me has mirado!
Busqué el amor por todos los caminos; lo mendigué con el alma adolorida, de puerta en puerta; y sólo obtuve, sólo, frío en el corazón, y odios y risas.
Segui, segui buscando, y nunca, nunca logré encontrarlo, hasta que al fin un dia, volví al hogar. Saliste a recibirme.
y loh, sorpresa feliz, madre querida. Vi en tus ojos brillar, eterno y puro, el santo amor con que soñado había.
ENRIQUE HEINE.
Se me llenan de lágrimas. Es cierto Que vivo aún como los otros viven?
Que al placer de la vida no me he muerto?
Lloro, oh mi santa Madre! Yo creia Que por nada del mundo lloraria!
Los goces de la tierra despreciaba, lenta, lentamente me moría.
IEs tu alma, acaso, que en secreto impulso, me rinde. Tu alma noble que a lo alto el vuelo tiende, y lo penetra todo. es, quizás, el recuerdo de que, ingrato heri una vez tu corazón sensible, el tierno corazón que me ama tanto?
Huya el sueño de mí. Cuan poco extraño Las horas estas que al descanso robo!
Oh! si siento la muerte, Es porque, muerto ya no podré verte!
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