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Lunes 16 de Febrero de 1959 MUNDO FEMENINO PAGINA TRES SACRILEGIO ¡Basta de baños agua fría. VIVA MEJOR ELECTRICAMENTE!
Recuerde que en todo momento estoy a su disposición Reddy Kilowatt NOVELA DE ROSALIA DE SEGURA Pregoneros y vendedores mezclaban sus gritos ai a su padre, quien le sonreía entonces tristemente, Llegado que hubo Edgardo frente al palco y misordo rumor producido por aquel conglomerado gentío, o a los estridentes sonidos de los pitos, bocinas rando a los que ocupaban, saludó con una reverencia, y claxonns de los autobuses, carros y demás vehícu y arrojó la montera a Elena. Pero ella no se dio cuenta ni reparó en ello, y la prenda en vez de ser los que con su carga humana se acercaban a la plaza.
con La impaciencia consumía a los miles de especta cogida por sus manos, cayó al suelo.
dores que llenaban los palcos y graderías. De pron Lilya entonces inclinóse, la recogió y en ella puto hendió los aires el vibrante sonido de un clarin so un beso.
Un murmullo de admiración se dejó oír entre los anunciando la iniciación de la corrida.
Viose entonces avanzar hacia el palco presiden que presenciaron tan singular escena, ya que era de cial a una caballero vestido de terciopelo negro con adivinar el amor de Lilya por el torero y la pasión brillantes botones plateados en su traje. Era este ca de éste por la linda loca; sobre todo, porque él misballero el alguacil que, montado en brioso corcel, iba mo no se cuidaba de ocultar su vehemente amor anen busca de la llave del toril, la cual le fue tirada te aquella muchedumbre.
por el señor Gobernador desde su palco, y diestraPero él ya se ha dirigido a recibir de uno de mente recogida por él al aire.
sus peones la espada y el capote, y, con ánimo sereLuego, al compás de una alegre marcha españo no se encamina hacia la fiera, entablándose entre amla ejecutada por una excelente banda, desfiló la cua bos, la lucha más impresionante que las arenas vieran drilla completa, en un garboso paseo.
Qué armonía de gracia y de color fue aquel des ratos, parecía que hombre y toro formaban una file encabezado por la grandiosa Carmen de la To sola masa, y los gritos de angustia del público conrre, quien con sus veinte años lucidos y sus azules fundíanse con los de admiración.
ojos, atraía de primera, la atención de todos. la Qué pretendía hacer aquel hombre dominado o par de ella iba el gallardo San Lorenzo; y los seguían cegado por su arte y por su valor? Cuál de los dos a ambos en dos files paralelas, bien formadas, Jesús adversarios iría a vencer?
Lozada, el notable Chico, y el valiente Garza de De repente, se apartó Edgardo un poco del toro, México.
lanzando una rápida mirada al palco de los Revillas.
Tras los espadas que eran éstos, venían los ca En seguido citó a la fiera, se arrimó a ella y hunpeadores, los peones, y, por último, y en el mismo dió la espada en el testuz del quebrantado pero toRK orden, los picadores, jinetes en hermosas cabalgadu davía enfurecido animal. En ese minuto de horriras ble angustia para el público, algo extraño, insólito, su paso el público ya entusiasmado, prorrum había ocurrido. No habia duda alguna. San Lopla en aplausos y vítores. Terminó el paseo disper renzo se había dejado coger por el toro.
sándose unos y otros por la espaciosa plaza. Súbita Los que acudieron a salvarlo, espadas y capeadomente reinó el silencio, y a un toque de clarín que res, llegaron tarde para deshacer ese, al parecer, le siguió, comenzó la corrida iniciada por la intré mortal abrazo, ya que hombre y fiera juntos habían pida Carmen, rejoneando.
rodado por la arena.
Montaba en un caballo negro de admirable es Los hombres gritaban, las mujeres lloraban, destampa y maravillosamente educado para este arte; mayándose algunas de ellas, al ver sobre la ensancaracoleó y jugó a la garrocha con inigualable des grentada arena, al aclamado y valiente San Lorentreza, hasta que humillado el toro, clavóle en el zo, ya inmóvil.
testuz la puya. mientras por un lado entraban con sus ruidoViosela entonces desmontar y hacer con el capote sos cascabeles las enjaezadas mulas para llevarse fuelas más elegantes filigranas con el animal, el cual ra del redondel al toro, arrastrándolo rápidamente, en su bravura, bufaba y escarbaba la arena, ávido de afanábanse los monosabios por limpiar la sangre atacar.
del teñido suelo.
Luego con variados pases de muleta, ceñidos Alrededor de Edgardo se agrupaban consternaunos; altos, largos y de pecho otros, empuñó por dos y solicitos sus amigos y compañeros. Mas todo fin la espada, citó al toro lo cuadró, y en medio de era ya inútil.
la expectación general, se echó sobre el derribándo El gallardo torero, el valiente joven que a su le, casi, de una certera estocada, hundida en la pro haber tenia setenta orejas, galardón que se conSu Servidor Eléctrico pia cruz cede sólo por faenas excepcionales, el que en la traElectrizado el público aplaudia y vitoreaba has dicional corrida de Covadonga, en Tampico, había ta el frenesí, y en hombros fue sacada de la plaza obtenido el Trofeo de Oro. otorgado al más sobrela valerosa y dualista joven torera.
saliente de los espadas, vacía ahora en un charco Después de Carmen tomó la alternativa el node sangre. El torerito garboso y gentil, había muertable Jesús, y no fue menos la elegancia y la maes to. Ya lo sabían todos tria con que toreó, poniendo una vez más sobre su Edgardo San Lorenzo brindó el último toro de frente, los laureles tantas veces conquistados. su vida a la mujer que amaba con delirio, a la que También se distinguieron El Chico y el temible no podía comprender la intensidad de aquel amor.
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Garza de México, quienes con sus pases de muleta Es más, ante la imposibilidad de realizar sus esy sus admirables verónicas, hiciéronse émulos de a peranzas, le habían ofrendado también la vida en un quel trío famoso y popularmente conocido con los arrebato de pasión y dolor.
las bellas imágenes que invitaban a la meditación con sus reclinatorios tallados en la misma preciosa gloriosos nombres de Gaona, Gallito y Belmonte.
Lágrimas, las habían abundantes en muchos ojos, con su sola presencia.
madera del comulgatorio; tenía cada uno de ellos un El último en salir, por haberlo él mismo así pehonda pena en todos los corazones por la pérdida Veranse también en mesas y repisas bellísimos pequeño almohadon de terciopelo rojo.
dido, fue Edgardo. su sola presencia en la pla del amigo y del idolo; pero por sobre la dolorosa ramos de artificiales flores, tapetes de encaje o un lado estaba una mesita cubierta con blanco za prorrumpió el público en estruendosos aplausos. consternación de todos, había un corazón más he bordados on sedas, cuadros pintados o adornos de y bordado mantel, en donde se había colocado todo Tocóle uno de los más fieros animales. Difícil es des rido, más desgarrado que ningún otro; el de Lilya sera, todos cuidadosamente ejecutados por las mon lo necesario para la consagración: hábitos, cribir la emoción y la angustia que producía en los Revilla.
jiles manos. Perfumaban aquel acogedor y silen velos, coronas, corazones de plata y cirios; a la par espectadores su incleible arrojo.
Sus lágrimas no se secarían como las de los otros, cioso ambiente, grandes ramos de flores cultivadas estaba el reclinatorio de la Madre Superiora, ofiEl conde de Villamediana y Pepe Hillo, quienes a la aparición de un nuevo ídolo. No. Jamás ella por las mismas religiosas en los jardines del con ciaate también de la consagración, lo mismo que la fueron los que pusieron los verdaderos cimientos del volvería a una plaza de toros, ni tampoco volvería vento que ostentaban también las más exóticas Primera Maestra, cuyo lugar estaba a la izquierda.
arte clásico en la Tauromaquia, se habrían enorgua amar a ningún hombre.
plantas de begonias, helechos diversos, tupidas en Al centro de la capilla y desde el altar hasta la llecido de haberlo visto; no sólo por el valor teme La losa que cubría el cuerpo del infortunado to redaderas y los más lozanos árboles cargados de puerta principal, se extendía una alfombra carmesí, rario que desplegaba; sino per la maestría y el firero, sepultaría para siempre el corazón de la des frutos y de nidos de alegres y cantarinos pajarillos. usada solo en las grandes fiestas religiosas de la no arte con que ejecutaba su portentosa faena. dichada Lilya Llegó al fin la hora de la ceremonia y abriéronse Comunidad.
Un momento pareció que ya la fiera iba a al El sol entristecido quizás por el cuadro que ha forma de escuadra y dividida en dos secciones.
de par en par las puertas de la capilla. Era ésta en Al final, en el ángulo derecho estaba situado el canzar con los pitones el cuerpo de San Lorenzo, bía contemplado, se ocult66 presuroso, cayendo coarmonio a la par de la puerta que daba a uno de los pero él, con un hábil movimiento de quite, esquivo Una de ellas estaba provista de numerosas ban claustrales corredores, en tanto que la otra puerta, mo enorme globo rojo en la lejanía del mar, sula embestida del toro. El público, impaciente y ner cediendo a sus rojizos celajes, a las tétricas sombras quierdo el confesionario, al centro un armonio, y de la Madre Superiora, en donde en esta ocasión se cas largas con sus reclinatorios. Tenía al lado iz la del centro, comunicada con el aposento de trabajo vioso, pasaba de una a otra emoción.
de una triste noche.
Los gritos de zozobra, o el repentino y estrepitoa su alrededor el autorizado Via Crucis. Sus puer vestían las religiosas.
so aplauso, no cesaban de oírse.
tas daban a los corredores las del lado derecho, y CAPITULO QUINTO Contiguo a la capilla de la Comunidad, a mano De pronto, repercuten en los aires las penetrana los jardines, las del izquierdo.
En esta sección oían misa y asistían a los ofi enredaderas y bellísimas plantas en lindos maceteizquierda, había un espacioso corredor con tupidas tes y típicas notas del clarín. Era la señal de matar LA MONJA al toro.
cios religiosos las reclusas, vigiladas por la Primera Maestra, cuyo reclinatorio estaba en medio golosos con sus largos picos, la miel que guardaban ros. Hasta ellas llegaban los San Lorenzo impávido dirigió lentamente sus pacolibríes a extraer La tarde caſa; una lluvia persistente, que por de las cuatro filas de laterales bancas.
sos hacia el palco de los Revillas, el cual ostentafina se creería tamizada, caía azulada e iridiscente, Como las reclusas no asistían esta vez a la cere ces brillantes, alegres jugueteaban en las enredalas flores en sus corolas; otros pajarillos de matiba, como preciosas joyas engarzadas en él las dos al ser atravesada por los rayos de un vespertino sol. monia, fue destinado este sitio al jóvenes más bonitas que pudiera soñarse.
numeroso púLilya vestía un sencillo traje marfil de encaje, El timbre del convento llamaba a cada instante, blico que esperaba presenciar el divino acto de la deras, o confundian sus cantos con los de las relly, después de oírse el ritual Ave Maria asomaba Consagración de las Esposas de Cristo.
giosas.
tocada con mantilla del mismo color. Una rosa roja en el torno su pálido rostro la monjita tornera que, bajo su hombro izquierdo era la única nota alegre al mirar y asegurarse de que quienes llabaman eran altar artísticamente tallado, cubierto de finos enca nicación con Dios y con la Naturaleza. Por este corre Era éste el sitio predilecto de las monjas para En el angulo recto estaba el imponente y bello su meditación, pues en el estaban a la vez en comu en aquella joven, cuyo triste y pálido semblante, las esperadas visitas, abría presupusa la claustraljes y bellisimos tapetes de raso bordados en oro. dor se entraba a la sacristía, y los amplios ventacontrastaba con el vivo matiz de la flor.
puerta de aquel recinto.
ambos lados del altar, grandes jarrones de plata nalesque había en el muro izquerdo de la capilla, Estàba la bella y pálida joven sentada a la dere La escena se repetía a cada rato, pues las visitas ostentaban el mismo altar, y otros en pequeñas y re hacían perfecta la visibilidad de un sitio a otro.
cha de su madre. Don Alberto ocupaba un asiento de esa tarde eran numerosas por la consagración de dondas mesitas, cuidadosamente colocadas, de majunto a doña Carlota, teniendo a su derecha a Ele religiosas que efectuarse iba.
nera que las de atrás fuesen más altas que las delan colocado numerosos asientos, siondo este lugar el Para el acto religioso que iba a oficiarse habíanse na, que, vestida de negro y tocada con mantilla de Era enorme la cantidad de gente que poco a poco teras.
idéntico color, semejábase a una azucena guardada en había ido llenando los espaciosos corredores y lodestinado a los padres, hermanos y parientes Este conjunto formaba un admirable y alabastri estuche de azabache.
cutorios del claustro, y grande era también el bis 20 adorno en aquel que lucia centenares de cirios general, de las jóvenes Esposas del Señor que iban Desde que hicieron su entrada al palco, no ha biseo de toda aquella muchedumbre pretendiondo prendidos, juntando su titilante luz a la muy bria prometerle obediencia y castidad, consagrándose bían faltado miradas del público fijas en ella, tanto hablar en voz baja.
llante que a raudales cala de las mil bombillas y pre Junto a una de las ventanas estaban tres perso a su servicio porque su sola presencia despertaba la general admiDe tiempo en tiempo aparecía alguna religiosa ciosas arañas de la capilla.
ración, como porque la gran desgracia que pesaba atravesando a rápidos pasitos los corredores o las Frente al altar estaban colocados los tres recli aas vestidas de negro. Eran ellas: un matrimonio car sobre tan noble y aristocrática familia, movía a com salas; a la que se vela temerosa, teñida de amapola natorios de los sacerdotes oficiantes de la ceremonia. gado de años y de penas, y una jovencita muy linda pasión su carita al pasar frente a los hombres y llevando a mano derecha estaba el comulgatorio de las reclu pero indiferente a cuanto la rodeaba.
Sin saberlo antes, quién hubiera dicho que aque en sus manos un blanco lienzo, algunas flores, o un sas que dividía la capilla an dos secciones; y frente Los ancianos mirábanse de tiempo en tiempo lla linda y enlutada jovencita, que con su sencilla breviario.
a él el de las religiosas.
queriendo poner en sus miradas un valor que no elegancia y singular belleza eclipsaba a todas las Todas las miradas la seguían queriendo penetrar Era este comulgatorio una magnífica obra tallada sentir, porque, aunque ungidos de cristiana te, que en aquel recinto se encontraban, fuese una tras de la puerta que ocultaba a la monja, pero ahi, en madera y cubierta con blanco raso.
habla llegado el momento decisivo en que debían loca? Ciertamente que nadie lo pensaría, porque lo por fuerza tenía que detenerse esa insatisfecha y Estaban colocados, en primer término, y frente despedirse, quezas para siempre, de su hija, que único que en ella podría llamar la atención, era la siempre escudriñadora dama llamada: curiosidad. al altar, los reclinatorios en que debían arrodillarse una vez profesa partiría junto con otras religiosas mirada indiferente que tenía para todo lo que la Los visitantes esperando la hora de la ceremo de dos en dos las jóvenes que iban a pronunciar sus a un nuevo convento que la Congregación iba a torodeaba, y su continuo silencio.
nia, se distraían contemplando los artísticos y bſ votos.
mar en la República Argentina. la única persona que alguna vez miraba era blicos cuadros que de las paredes pendían, así como Laterales estaban los asientos de la Comunidad Continuará Compañía Nacional de Fuerzay Luz, tocas, en Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.