Guardar Descargar

Página EXCELSIOR Domingo de Octubre de 1930 Página Literaria del Domingo 888 oge 888888R o88 Parábola del Jardinero Vencido La hora del Sol una boca La que pasa y no vuelve Excelsior En el jardín de Próspero, había no llegaban. Ella sintió cansancio del más hondo y cruel desencau En la pared maestra della pared, señalando la hora.
un jardinero. Vino al huerto rico y desvió. El sufría por las rosas to. Su corazón se heló como de celos. Esto no será miendesde lejanas tierras. Joven aún, caserio, los toscos barroti Calcinaba la lumbre solar tras Liana viva, to serán pa y por ella.
pusieran nieve de las estepas so llegó a plantar rosales junto a las Tu rosal no dará rosas. bre él. junto al rosal, quedó llos de madera marcaban el el ambiente bravo de la ra otra las palabras y los eras fecundas, donde el sol y la Espera tu impaciencia me ha. en infecundo y doloroso ensimis círculo del reloj de sol. Un Pampa. Crepitaban por el labios del gaucho que ella lluvia se unían sobre la tierra en ce daño. Al fio, comprendo que mamiento. Al fin, cuando ya la nogal calor los resecos techos de empeño virginal, ansioso de prengrueso espigón de amas al rosal y no al jardinero. luz doraba apenas las eras del ama tan furiosamente. Para der la simiente y calentar la se Quiero las rosas azules de tu jardín, abrió los ojos, y, junto a proyectaba su sombra sobre bambú del caserío, perdido la Muerte la pálida rival, milla en brote y germen.
rosal.
él, Próspero, el maestro de la sePitias era un enamorado de las en la llanura inmensa, de la que puede llevarse nuestro. Tu impaciencia me hace dafio. renidad, le enseñaba muchas roodox 08 que venían clarísimos er la amor sin darnos celos será.
rosas. Todo el encanto de su vida entonces, la mujer, alzada en sas azules, cuajadas mágicamente estaba limitado a la belleza de las transparencia encalmada de tre los otros rosales, exclamo: entre las ramas del rosal agreste.
el cuerpo del bravo bando.
flores En el jardín, era un artista. Para otras, sí que hubo mu Un aroma exquisito y extraño inla atmósfera los largos re lero.
Con sus propias manos, rompía chas cosas en tu jardin; para otras suflaba delicadezas en el alma.
linchos rijosos de las pia Liana acudirá esta tarde al los terrones, y con sus propias florecieron todos los troncos que ahora Pitias no tuvo entusiasras de potros en libertad. sitio de la cita, e implacable manos ahuecaba la tierra, donde cultivaste sin cuidado, y qué feas mos. Se alejó del rosal maravi La bocca mi bacció.
los tallos, acariciados y mimados Era la hora plena, profun y vengadora, como la Fatason todas tus resasl, iqué raquítilloso. Nunca más cultivó las ro DANTE. Divina Comedia. Int. lucían al fin los tiernos brotes, cas, 1qué endebles! Nada ha valido sas. El tiempo fué destruyendo las da y pesada de la siesta. El lidad, asesinará a su amor parecidos a frágiles y caprichosas tu esfuerzo. No sabes cultivar los eras floridas, el vendabal quebró sol del trópico abrasaba la antes de que otra mujer se cristalerías. verdes y azules, puli rosales. Bahl Mal jardinero.
sus ramas. Las yerbas arr paron TRÁME claveles rojos, me tierra, que mostraba, como lo robe. De entre su cintudas por el rocío mananero y do ella echó a andar por los tri aquel gustan mucho los clarados por el sol de Helesponto. llos, arrancando tallos y tirandourbes pletóricas, sus terro ra, Liana extrae un gran cuveles rojos!
fué para siempre olvidado.
Todo, para Pitias, parecia a ro los al suelo. Así fué perdiéndose Pitias había muerto para el jarnes resecos, grietados, roji chillo que le regaló su aman¡Oyel. Han de ser rojos sas. El nácar de las nubes rotas entre las sombras del crepúsculo dín, y el jardín había muerto pazos. En la lejanía, un círcu te, y en cuya hoja, que es en flecos aéreos, el rizo del mar, hasta desaparecer tras las tapias ra Pitias.
precisamente!
lo de montañas cerraba el azotado en la negrura de los escoun rayo de luna, tiene escridel huerto inmortal.
Rojos, precisamente rojos, horizonte, irguiendo sus mollos, la onda leve dei Maratón, rePitias sintió el amargo to. No vaciles nunca. 10 dolor Collado Martel son los claveles que le gus les abruptas y salvajes.
cogido en su pequeño cauce, las tan a ella. Rojos. De san detenida junto al reloj. que bajas tierras del Norte, los templos gre de toro. De crepúsculo so de felino en asecho, LiaCon paso lento y cautelo marca la hora de su venganº las estatuas, las mujeres, los niños, todo lo que tuviera ensal no debe de llano. Rojos de pasión.
za Liana lo hace brillar al na, la gentil Liana, sale de sol y lo dirige bacia su pelleza, ritmo de música escondida, Rojos de llama, Rojos como bajo la sombra de un cha cho, y pieusa, dolorida y te.
soplo de alma inquieta, lineas lirilas lenguas de fuego que sucas y gentileza artística, quedaba mizo, en el que se refugian rrible, que aquella hoja 12 grabado en su espíritu como si ben en espiral a las alturas y sestean las bravas muje aguda, tan brillaite y tan tallara en el. la mano virtuosa de en el enterramiento del conres del «rancho. Arras Fídeas.
fuerte, sabrá busear el cora de de Orgaz. Rojos como Un ideal de belleza rara se ha Esa que va a pasar; esa que viene trándose sinuosamente solas mejillas de los serafines zón del gaucho traidor. bía apoderado ahora de todo su temblando entre la euritmia de su paso; bre la tierra rojiza, Liana sala sobre el potro alazán.
empeño. Pitias soñaba con el de Fra Angélico que tocan llega al caserío, dobla su amor. Una mujer habría de llegar esa que acaso mirará, o acaso No corre, vuela el potro las trompetas celestiales en ángulo y se detiene, clavan por la llanura, saltando maque fuera la reina de sus rosaies. ni mire tan siquiera; esa que tiene la Anunciación de María. do su mirada en el reloj de torrales, escalando obstácu.
En su romántica ilusión, en el ella le gustan los claveles sol que marca la hora en la los, siempre campo traviesa, fondo de aquél corazón inquieto luz de sol en los ojos, y mantiene y ambicioso, la imagen de una rojos porque conciertan, jue pared que enfronta a Orien suelto el rubio pelo que on.
mujer era ahora la bandera de su los senos firmes, suavidad de raso gan y casan con los pliete.
esfuerzo, el símbolo ideológico que dea al sol como una llama en la piel perfumada.
lo impulsaba con recio entusiasmo esa que es vaso gues de su boca. Su boca es un clavel. Amasados con Es la hora. Su hora de como una bandera roja, y vital esperanza. con más ca pleno de amor, que llega, se detiene, riño cultivaba sus rosales. Ponía pétalos de clavel están sus amor y de fiebre, ahora, dilatadas las pupilas, contrai.
cuando la naturaleza, amoen su labor ese deleite intimo y do el rostro en un gesto de Suspira, cruza, y sigue, y se confunde labios, que se encierran en grato que da la espera. Sus manos dorrada por la calina, pal odio. Liana azuza a la cabaluna flor que es también cácortadas por las espinas se tornaen todas las demás, hasta que se hunde liz, y tabernáculo, y sagrario pita ardiente y encendida, y gadura con gritos roncos, ban aún más ciestras, aún más en la ola inmensa de la gran ciudad; ágiles. Desde que el sol traspuntade su faz, compuesta de nátodo parece muerto de as. guturales, con alaridos salvafixia. Pero a ella, hija de jes. Ya se acerca a la sierra, ba sobre los serrillos curvos, hasta esa es tal vez la Amada, la que nunca car, con su proporción de sonora terracota, y de suaves colola Pampa, no le asustan las ya está próxima la terrible del Egeo, Pitas labraba con ahin vuelve a encontrar después la ilusión trunca raciones de lirios, y de narlumbres implacables del sol, venganza. Ella escucha el co y fe; su alma toda se desbordaa tientas en la densa oscuridad. dos, y de jazmines, y de mar.
ni suscentelleos irresisti relincho de un caballo, y ba en afán, en cariño, en el vértigo castiga fieramente al suyo.
de una emoción tan leve y pura, HILARION CABRISAS garitas, y de rosas tempranas bles, ni la caricia de la llamuchas veces, Próspero lo nia que es ahora el ambien y abrileñas. Pero las coloVa ciega, frenética, de odio que sorprendió besando los tiernos cate: Liana raciones llegan a la cumbre está hecha a las y de celos. El sol incendia pullos abiertos o los troncos ligede su armonía y de su de largas caminatas bajo el el ambiente con llamaradas ros y negruscos. sonreía el de oro. ya próxima, se maestro de la serenidad.
coro, al recobrar sus mati. fuego del trópico y a la seEn un pequeño rincón del jarces graves en los pliegues quedad angustiosa del de distinguen los árboles que dan sombra al oasis donde sierto.
dín, donde la tierra era más fértil, del cáliz de su boca.
Pitas había plantado un rosal ¡Boca de serafío, y por serLiana es rubia toda ella. se refugiaba su amor y ahoegipcio, Aquel tallo maravilloso ra triunfa la traición.
lo cortaron unos argonautas en la Negra desciende la noche, lo, y a pesar de serlo, boca Tiene la cabellera como los tumba ciclopea de los faraones, sensual, divinamente sensualrayos de este sol que la.
Decía la leyenda que las rosas y entre sombras y entre hielos tu boca! Boca que pide, Bo abraza y la tez de la culor Se arroja del caballo con eran azules con pétalos suaves copobre aldea de los Alpes mo nieblas del desierto y que el ca que da. Boca que suspi del trigo maduro. En su un salto inaudito. Allí, en el cruza gallardo mancebo; aroma que se escondía en su corora, boca que habla y, sobre rostro, de puro óvalo, sus Oasis, sobre la tierra rojiza, la, era el más fino y elogiado de está el gaucho, también rojo enarbola una bandera, todo, boca que sabe callar, pupilas doradas brillancocuantos aspiraran los reyes de tu boca! Hasta el beso es mo dos monedas de oro, co de sangre, de sangre que le Menfis. Pitias adoraba aquel rosal.
la bandera dice: Excelsior.
grosero en los pliegues de mo las pupilas de la leona impurpura el pecho y brilla Año tras año lo cultivaba con el tu boca. Hasta la caricia es en celo; su boca es roja, al soll No lejos, un soldado afán de un amor insaciable. El ta Su frente es pálida y triste; llo se vigorizó ágil y gallardo. El su mirar lampo siniestro; fiera torpeza en el cáliz de grande y cruel, como hecha vigila.
tronco se hizo recio. Las ramas tu boca. Porque tu boca, que de sangre y de voluptuosi. Dancan. Duncap. le se torcieron como linda enredade su voz cual clarin de plata, enciende mi sentido lo a dad y de fuego. En su cue. llama desesperadamente Lía.
ra: las hojas parecían de plata bruñida, pero, no daba rosas, Pique hace resonar los ecos, tempera y refrezca después llo ebúrneo, u: grueso collar na arrojándose al suelo sode tias lloraba junto a su rosal, y las de encenderlo, y mata y desen lengua desconocida ébano titila incesante bre el gaucho.
lágrimas ardientes servían de riego troza en él lo que tiene de mente, entrechocando sus ¿Qué va? No le llame a la planta hermosa. Mas, era vano gritando incesante: Excelsior.
animal, para sacar a flor de cuentas y produciendo un nunca más. dice el soldatodo esfuerzo. El rosal, no daba En apacibles hogares tierra lo que de angelical ruido seco, como el chocar de do Su amante, para cobrar rosas. plañía el jardinero: brillar ve pálido fuego; tiene mi sentido. Tu boca, huesos.
el premio que ofrecía el je de llegar ella y no tendrás nacida para el susurro, para La cinta negra de sombra fe por su cabeza, denunció arriba cumbres nevadas rosas. Ha de llegar ella, y no pomarca en el reloj la hora, y la plegaria y para la confique venía aqui, y la querida dré ofrecerle una corona hecha con cual fantásticos espectros, dencia, se descompone, y se Liana se estremece: es la le mató hace una hora.
tus capullos. Dirá que he sido inen el cultivo; dirá que constante y abre su labio un sollozo, marchita, y pierde su ritmo hora que antes le incitaba. Duncan. Mi Duncan! no he podado tus ramas, que no y sigue gritando: Excelsior.
con el beso y con la caricia. al amor y ahora la lleva a clamaba. desgarradora, Liana.
alimenté tu tronco, y que olvida.
Solamente puedes besar a la venganza. En tiempos abrazada al hombre que dizo y frívolo, di cuidado mejor a Guárdate bien de las ramas las otras rosas, menos finas, pero un hijo tuyo con tu boca. más felices, era en esta hora venía a matar, la mujer llora más fecundas. Sé bueno, rosal.
que tronchó el rayo abeto, Solamente una salve ivita, cuando Liana, abandonando frenéticamente, desmelenada Me dice el corazón que ella venguardate, dice el anciano, dulcedo, spes, nostra, Salve el «rancho. corría hasta y trágica, tintos los cabellos drá pronto, pronto, y quiero en. puede rezar tu boca. Por muy lejos, a la estribación en la sangre del gaucho, agalanarla con el azul de tus pétade traidores ventisqueros.
que tu boca es la de María de la sierra, en busca del brazada a él, hipando, gilos, y perfumarla con el aroma de mas ya en la cima lejana tus corolas.
cuando oye del Arcángel San amor de Duncan, el terrible miendo, besándole, como si aquella tarde, por el camino oye resonar: Excelsior.
Gabriel que sus entrañas gaucho bandolero que la en con sus besos quisiera volde Atenas, llegó ella. Era linda ver a darle la vida.
han sido fecundadas por el loqueció. Era ella entonces como una rosa, frágil como una Al rayar la tarda aurora, Espíritu, porque tu boca es muy dichosa amando a aquel rosa y pura como una rosa. Pi.
El Caballero Audaz tias la conoció enseguida, aunque cuando en pausado concierto la de Julieta, cuando suspira bravo gancho que, como un no la había visto nunca. ella se los monjes de San Bernardo por el encanto de la alondra, centauro, recorría la llanura 08 OXO80 dió al jardinero, porque supo que elevan a Dios sus ruegos, que sabe de jorgeos para a siempre a caballo, enemigo el tenía aquel rosal egipcio y máde todos, perseguido por togico.
nunciar la mañana en el suena una voz desgarrada Vengo a tí, bus jardín veronés. Porque tu dos, e imponiendo a todos, la rosa azul de tus rosales.
que a lo lejos grita: Excelsior.
boca, mujer, es la boca del con su rifle y sus pistolas, Aún es temprano, y mi rosal no ha florecido: Corre el fiel can presuroso, niño, ingénua y fresca, que la ley de su capricho y su El Jueves en el Quiero la rosa azul de tu jary en tumba de nieve envuelto interroga para asombrarse majeza.
dín.
primero y cantar después. Ahora ya no es asi! Ella, Cuida mi rosal; ayúdame en halla el audaz caminante. Boca de serafin, y por serlo; abandonada, la sabido que el cultivo, y todas sus rosas serán y aún en sus crispados dedos, y a pesar de serlo, boca sen en el inismo sitio que fué para tí. Yo quiero la rosa azul de tu ase la extraña bandera sual, divinamente sensual, tu testigo de su amor y de su rosal.
donde estaba escrito: Excelsior.
boca! Tenla siempre cerrada, entrega, otra mujer espera Ven, sufre conmigo, llora junamiga, en tu cáliz de clavel. ahora al gaucho; que él, coa mí, sobre el tronco; hiere Helado, inmóvil, sin vida, IY ya verás cómo siempre mo entonces, desafía pelitus manos con las espinas, besa con tus labios los ramos verdes pero siempre noble y bello. siemprel. los claveles ro gros y burla emboscadas por con la película y torcidos, y ya un día, lucirás jos que a ti te gustan se yace el animoso joven; acudir a aquel delicioso oasobre tu frente, una corona de descomponen y marchitan y sis de la Pampa, esas rosas mágicas.
y del alto firmamento mueren de dolor a la visión. Iré.
esperan otros brazos y otros Un día y otro día cultivaron el su voz dulcísima desciende: al contacto y al fuego de tu labios de mujer que no son rosal agreste. Desde la mañana a Excelsior clamando Excelsior.
boca!
los de Liana. eso, no! Tola tarde, velaron con ahinco junto da su alma brava ruge, coal trono negruzco. Pero las rosas LONGFELLOW José Sánchez Rojas mo una pantera, de rabia y Parlante Teatro Variedades to como por Sa Slota Aérea Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.