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Sábado 26 de Octubre de 1929 EL SOL Página Sección Literaria de El Sol Días de Otoño El amor de los libros El Anciano y las Ninfas No sé de nada más repa nos muertos del pasado, en El amor de los libros no libros y de cuadros. Pero no y rador, nada más dulce, que que se busca el tormento endurece las costumbres, y puede acusarse de ello más saborear los días grises, sin exquisito del recuerdo, en los bibliófilos son los hom que a las visicitudes de la horas, sin tintes cambiantes, que no se siente la fuerza bres más amables del mundo existencia y a la brevedad en que el oceano y el cielo, de amar de nuevo, de apare. Qué acción puede haber de la vida. El mar lleva En lo alto de la montaña. Sus nucas se inclina como adormecidos, parecen jar hacia lo desconocido del más honesta que colocar, los montones de arena; el habita un viejo ciego. Sus ban bajo el peso de sus lar reflejarse, fundirse en algo día siguiente.
como lo hacen elios, libros comisario dispersa las colecojos liace mucho tiempo que gos cabellos. Tenían las vago, lejano. una gran cor Mejores que los tórridos en un armario? Esto recuer ciones. no obstante eso; murieron por mirar a las uñas breves y sinas como tina de gasa flotante que mediodías de agosto, en que da mucho en verdad, la tarea no puede hacerse nada mejor linfas. desde entonces alas de cigarra. Sus pechos ocultase el infinito.
el sol flamea en medio de a que se entregan los niños que montones de arena a los su felicidad es ya un re parecían cálices de jacinto. Los barcos anclados, in los trigos maduros, en que cuando edifican pirámides de seis años y colecciones a los cuerdo lejano. Paseaban sus dedos so móviles, semejan negros se ocultan las aves bajo las arena en la orilla del mar. sesenta. De lo que hacemos Sí, yo las he visto me bre la superficie inquieta y cuervos marinos que cier hojas ineendiadas; mejores Trabajan en vano y todo lo no perdurará nada, y el dijo una vez. He visto a le arrancaban el secreto de nen sobre las aguas. Se adi que las albas de abril, en que construyen será destruí amor de los libros no es más Helopsychrie y Limanau los nenúfares de largo talle. vina al sol por los resplan que las flores de los cerezos do pronto. Sin duda ocurre vano que los demás amores.
this: estaban de pie junto a En torno de sus muslos un dores nacarados que platean se esparcen como una nieve así con las colecciones de Anatole FRANCE la orilla, en el verdoso espoco separados se ensanchaa intervalos el gris.
odorante, por los caminos, tanque de Physos. El agua ban círculos lentos. Las altas escarpas destro cubiertos de yerba salvaje; brillaba un poco más alta zadas pierden sus contornos, mejores que los crepúsculos PIERRE LOUYS y ya no se ven aparecer esas violetas en que la luna sube sombras macizas que como un globo rosa por dealargan sobre las rocas ta trás de las colinas; días lenpizadas de ovas y sobre los tos y muelles, que matan CICLO CARTAGO charcos profundos en que el corazón y adormecen el Aviso a mi numerosa clientela que ya recilas anémonas marinas dila ser.
tan sus pétalos babosos. Diríase los brazos envolbí los tan acreditados catres blancos El aire en calma tiene le ventes de una mujer que UNICAMENTE LOS ves sonoridades que se prohubiese venido decidida a esmaltados e inoxidables, los que ofrezco a longan como ecos. Las olas, los adioses de la ruptura, y precios que no admiten competencia DISCOS COLUMBIA apenas onduladas se quie que, no atreviéndose a probran sin fuerza, en la arena nunciar las palabras cruey ofrece facilidades de pago descolorida, como el cielo y les, hunde su cabeza blonda, llorando, en nuestros Son los instantes de tran brazos, tendidos hacia ella, quila melancolía en que se intenta resucitar los ensuePAUL BOURGET que sus rodillas.
se Sin ruido de aguja el agua.
Hylas, efebo de la edad zón de un fresco bosque haheroica, acompañaba a Hér lló una fuente, calma y cules en la expedición de límpida. Se inclinó sobre los Argonautas. Llegadas ella, y aún no había hecho las naves frente a las costas ademán de sumergir, bajo el Cuando el mayor Bow fisonomía del rey cierta inde Misia, Hylas bajó a tierra cristal de las aguas, la urna para traer a sus camaradas que llevaba en la mano, bernador inglés del Cabo delante de un hombre que deagua que beber. En el coracuando graciosas ninfas surBuena Esperanza, en cali sea algo, pero que no puedad de ministro plenipoten de encontrar palabras para ciario cerca del rey de los hacer adivinar su pensaashanteos, el monarca más mieto.
Insistiendo el pinpoderoso del Africa Meridio tor cerca de su majestad panal, quiso ganarse el favor ra que se dignase hacerle de los cortesanos negros del conocer su augusto deseo, el Ser una suavidad más que no puede ser para el rey y las damas de honor pobre rey negro puso fin a deseada que la primera; una hombre más que un sagrado de la reina, muchas de las sus vacilaciones le prebelleza corporal más acoge secreto! El palio mismo de cuales, a pesar de su tinte guntó si no había medio de Tú que la viste, el último, Mi amigo, mi franco dora que la arcada del rosal los cielos oculta la más pura de ébano, eran de una belle pintarle de blanco.
tú que fuiste a suplicarla amigo, dí. temblaba su voz? silvestre que corona el mon profundidad y el brillo adoaa extraordinaria. Para en Eso es. El rey negro que perdonara y volviera. Tan bajo hablaba y era te; ser una esencia más pe rable de su alma; exactatretenerse el mayor hizo sus quiere ser pintado de blan mi amigo, mi franco amigo, tan grande el ruido de los netrante que el jugo expri mente circunscristo, como retratos, y el rey, que ad Más no os riáis del po dí ¿qué hacía?
zagales que escuché apenas mido de las viñas; una todas las cosas menos visimiró la sorprendente semebre africano. Todo hombre Sobre el petril del pozo su voz.
música encantadora, más bles: la perla en su esconjanza, quiso que le pintase. es un rey negro y cada uno miraba beber a los rebaños. Mi amigo, mi franco que apasionada pulsación de drijo bajo las ondas; el sello Ya había consagrado el pin de nosotros quisiera presen. Mi amigo, mi franco amigo, dí și al callarse mi Filomela; ser todo eso de verdura forma de tor muchas sesiones, duran tarse al público de otro coamigo. que le dijiste? ró hacia mi morada.
una sola y suave gerntucia corazón que motea las camte las cuales a menudo se lor de aquel con que la fata. Le señalé tu mansión y Como cerraba la noche del seno, lo que la flor de la panillas de invierno, bajo había levantado para mirar lidad le ha emborronado. le dije: Te espera. Pero en no se veía tu morada.
vida. iqué cosa tan extra la envoltura de la nieve.
los progresos del cuadro, seguida bajó el rostro y me ña!
Bowditch creyó notar en la ENRIQUE HEINE habló de rebaños.
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