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Sábado 16 de Noviembre de 192)
EL SOL Página 99 Página Literaria de El Sol En Chuquisaca El sótano me El Mariscai subía la dorada escalera, radiante la mirada, seguro el caminar; en su brazo una dama se engarzaba ligera; sus cabellos, el oro; sas pupilas, el mar.
Musa de Paul Verlaine De súbito, en un giro, la rubia cabellera rompió sus ligaduras con dulce resbalar, y el oro de la trenza y el de la charretera juntaron sus fulgores en un fulgor solar.
Las bucles se agitaron con emoción extraña.
Más noble que en la arena febril de la campaña, sintió toda su gloria la faz del Mariscal.
Ella insinuó un murmullo de tímidos asombros, y el Héroe dijo raudo. Jamás sobre mis hombros cayó, señora, el peso de un homenaje igual.
ANDRÉS ELOY BLANCO.
Bien haya escrito Hoff pléndido, especie de abadía tra generosa amistad del pantalón temblaba conman, si no recuerdo mal, un o de castillo que en la época perdonen.
traída la fina mano larga de bello cuento de tema seme de la escena a que vamos a Siguió un silencio mo don Lope; don Alvaro, prejante al de esta añeja cróni referirnos, en con mentáneo. Sobre el raso (Pasa a la Pág. 7)
ca del terruño, es lo cierto, trábase abandonado y en que cuanto paso a relatar ruinas.
Vivió en él por esconsta de un viejo cronicon pacio de varios años, en com del Archivo de la Colonia, pañía de su esposa, una becomo suceso acaecido en los llísima andaluza, de ardien UNA MUJER desiertos aledaños de Santa tes ojos de uva y húmedos tí vuelan mis versos, por la consoladora Sin Fe, allá por los dichosos labios prometedores.
gracia de tus pupilas, por tu alma buena y pura, años de 1600.
hijos ni otros lazos de afecto Sea, pues, en gracia de la fuera la vida de los dos una tí vuelan mis versos tan llenos de amargura.
donde el más dulce ensueño a veces ríe y llora.
historia romántica nacional monótona sucesión de los el recuerdo de esta leyenda, días repartidos entre el obli ty, me acosa esta horrible pesadilla cruenta mal trazada de suyo, mas gado paseo matinal por los sin descanso, furiosa, loca, desesperada; no por eso menos interesan campos, a caballo o a pié, por doquiera que voy mi camino ensangrienta te y propia.
las comidas silenciosas, la y me muerde lo mismo que lobos en manada!
Trasladémonos, pues, a prolongada siesta, y la corta un atardecer apacible de uno velada nocturna, tras el ro¡Oh, sufro mucho, sufro tan espantosamente de los últimos meses del año sario, encabezado por doña que el gemido primero que exhaló el primer hombre del Señor de mil seiscientas Ana, y coreado en voz baja casi es dulce en contraste con mi dolor sin nombre!
catorce.
por la servidumbre.
En el amplio mirador de II tus penas, amada, serán como un divino la casa solariega de don Lo. Necesito. decía don Al tropel de golondrinas, que cruzan el riente pe Amunátegui, arrellana varo, esa tarde, con apagado horizonte de un día dorado y septembrino.
dos en sendas cómodas pol acento y azorado mirar, haMI SUEÑO FAMILIAR tronas de lustrosa badana ceros esta tarde una conficordobesa, cuyo espaldar dencia. Mi pecho se ha Tengo a menudo el sueño raro y emocionante mostraba en desteñidos to colmado de silencio. de tede una maravillosa mujer desconocida nos el severo blasón fami rrible silencio, que no me es que no es siempre la misma ni es otra en cada instante liar, hallábanse hacía rato pado soportar. Vais a oír y me ama y se penetra del dolor de mi vida.
el ya nombrado bilalgo pe algo extraño y horrible.
ninsular, y don Alvaro Ur Es la historia de tu crímen Porque ella me comprende y mi alma transparente quijo, gran señor de la Cor que soy autor, crimen que para ella sólo no es problema insondable te, venido años atrás al Nue cometió mi mano, mi pro y la fiebre tenaz de mi pálida frente vo Reino en busca de salud. pia mano, indigna ahora de ella sabe calmarle en su llanto inefable.
Poseía don Alvaro, a dis estrechar la vuestra. Don tancia de dos leguas al Sur Lope, os lo suplico, escu. Es morena o es rubia o es roja? Yo lo igroro.
de la ciudad, un caserón es chadme y que Dios y vues. Su nombre? Sólo sé que es tan dulce y sonoro como el de las amantes del mundo desterradas.
Versos de Amor y Vida Dolor el de quien ama a una mujer que ha sido de todos y no puede bañarse en el olvido.
RICARDO MIRO. este es migran dolor. Entre mujeres yo encontré una bella pecadora que a más de los placeres de la carne naldita y corrompida, me dió su alna sonora y ella misma me entregó la vida.
La quiero? Nose, pero la siento latir en mis aterias y parece que es un botó de fango que florece sobre mi pensaiento.
La leyenda del crepúsculo Sus pupilas de estatua miran sin expresión y su voz dulce y grave recuerda la inflexión de las voces queridas ya por siempre calladas.
NEVER MORE Sobre un peñón de Chipre, que bate el mar sonoro, acongojada Venus con pesadumbre exclama. Por qué, mi rubio apolo; cuan el poniente inflama, hunde en el ponto amargo su cuadriga de oro?
Olvidarla? Talvz, quizá tampoco me resigne a olidarla, para poder en as ensueños verla y haciendo la ildión de que estoy loco atarla en mi dold como una perla. Oh, recuerdos, recuerdos. qué me queréis? Volaba un turbión de hojas secas: ponía el sol un brillo de oro viejo en el bosque húmedo y amarillo, y la fugaz llovizna de otoño sollozaba. Yo seguiré tus pasos envuelta en el decoro de mis azules velos de transparente trama, porque presiento, oh dioses! que Anfitrite le ama y arrebatarme quiere mi amor y mi tesoro!
Ibamos los dos solos; su caballera de oro volaba loca al viento cual nuestra fantasía. Cuál fue el día más bello de tu vida. decía junto a mí, con acento angélico y sonoro. gritarla el adid a esta criatura pobrecita y gentique se me ha ido, como se aleja el de de la rama cuando se pierde piedad del nido; Tal dijo, y en la tarde siguió la clara huella del coruscante auriga. la vesperal estrella colgaba en el espacio su lámpara amarilla.
Respondió a su pregunta mi sonrisa discreta; después, devotamente, con gesto de poeta, besé su mano blanca de dedos afilados.
y decirle después e un gemido Dolor el de quien da a una mujer que hsido de todos y no puede bañarseln el olvido.
La vió el divino arquero, como fugaz paloma, y al incendiar sus velos con lumbre policroma tendió el primer crepúsculo su regia maravilla. Ah, qué fragancia tienen nuestras primeras rosas y qué bien suena, como músicas deliciosas, el primer sí que brota de sus labios amados!
PAUL VERLAINE JUAN INSIGNARES JORGE SCHMIDKE o El número del Teléfono 2081 es el de ROBERT Pídao si quiere ropa hecha de toda clase Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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