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omingo, 18 de Febrero de 1917.
EL IMPARCIAL Página de ming tttt 大大 cargo de JOSE FABIO GARNIER Selecciones de EL IMPARCIAL Página Mexicana Como hermana y hermano SERIE 24 LOS CREPUSCULOS INTIMOS, por José de Jesús Núñez y Domín.
EL VINO DE LESBOS, por Enrique Fernández Granados.
ESTA ES UNA LLUVIA TRISTE, por Luis Rosado Vega.
CONSONANTE, por Amado Nervo.
JARDIN ANTIGUO, por Eduardo Colin.
VOY ENCONTRAR LA VIDA, por Fco. González Guerrero.
COMO HERMANA HERMANO, por Enrique González Martínez.
LA FAMILIA JOYEVSE, por Luis Castillo Ledón.
guez.
LA CISTERNA, por Manuel de la Parra.
MUJERES LIBROS, por Efrén Rebolledo.
ARTE POETICA, por Balbino Dávalos.
PLAYERAS, por Justo Sierra.
ESTA ES UNA LLUVIA TRISTE.
ARTE POETICO.
Llueve.
Esta tarde parece que se va a morir la tierra, que se va a morir de una innleasurable tristeza.
Los crepúsculos íntimos 000000000000000000000000000000 Tiembla el áureo crepúsculo en el verde muerto del agua de la acequia. Lejos, la ciudad melancólica se pierde en una maravilla de reflejos.
Hay una soledad de idilio, hay una quietud de églogs que melancoliza la aparición serena de la luna.
La brisa es una brisa muelle, que barre la extensión del llano, y al agitar mimosa mi melena me da la sensación de una mano de mujer pura y buena que está junto de mi. Pienso quién sabe?
quizás una mujer casta y divina diluye su pureza en la suave quietud de la apoteósis vespertina. un deseo me llega, y ya sus huellas dejó la sombra en la campestre calma.
Hay en el cielo una invasión de estrellas y bajan todas ellas a encenderse en le noche de mi alma!
Lueve.
Estoy sólo en mi estancia y estoy solo con mi pena.
El ciclo está gris; la lluvia llorando monologuea.
Una banda de recuerdos, como una de aves viajeras, se me ha metido en el alma hablando de cosas viejas.
Llueve.
Estoy sólo en mivestancia cercado de cosas muertas; una carta y un retrato y unas difuntas violetas; y un amor que se parece a este ramo de violetas.
Llueve. Esta tarde parece que se va a morir la tierra.
Luis Rosado Vega.
Suelo escribir mis versos raros, de forma y fondo, gracias a los esfuerzos que bajo el arte escondo.
Escrupulosamente busco el curioso efecto de lo que mucha gente juzga vulgar defecto.
En fina rima arrimo vocablos caprichosos; mas siempre los combino en grupos sentenciosos, Ahito de prosodias y méricas exiguas imbéciles custodias de prácticas antiguas; aligero la idea de trabas y recato, y cuando culebrea lírico el arrebato, cantan las asonancias hábiles sinfonías; bailan las consonancias con las cacofonías. si, a conciencia mía, pervierto mis estancias con la cursilería de metáforas rancias, es porque en forma y fondo suelo escribir mis versos gracias a los esfuerzos que bajo el arte escondo.
Balbino Dávalos.
Como hermana y hermano Vamos los dos cogidos de la mano.
En la quietud de la pradera hay una Blanca y radiosa claridad de luna. el paisaje nocturno es tan risueño Que con ser realidad parece sueño.
De pronto, en un recodo del camino, Oímos un cantar. Parece el trino De un ave nunca oída, Un canto de otro mundo y de otra vida. Oyes! me dices y a mi rostro juntas Tus pupilas preñadas de preguntas.
La dulce calma de la noche es tanta Que se escuchan latir los corazones.
Yo te digo: no temas, hay canciones Que no sabremos nunca quien los canta.
Como hermana y hermano Vamos los dos cogidos de la mano.
Besado por el soplo de la brisa, El estanque cercano se divisa.
Bañándose en las ondas hay un astro; Un cisne alarga el cuello lentamente Como blanca serpiente Que saliera de un huevo de alabastro.
Mientras miras el agua silenciosa, Como un vuelo fugaz de mariposa Sientes sobre la nuca el cosquilleo, La pasajera onda de un deseo, El espasmo sutil, el calosfrío De un beso ardiente cual si fuera mío.
Alzas a mí tu rostro amedrentado trémula murmuras: me has besado?
Tu breve mano oprime Mi mano; y yo a tu oído: sabes? Esos Besos nunca sabrás quien los imprime.
Acaso, ni siquiera si son besos.
Como hermana y hermano Vamos los dos cogidos de la mano.
En un desfalleciente desvarío Tu rostro apoyas en el pecho mío, sientes resbalar sobre tu frente Una lágrima ardiente.
Me clavas tus pupilas soñadoras tiernamente me preguntas. lloras. Secos están mis ojos. Hasta el fondo Puedes mirar en ellos. Pero advierte Que hay lágrimas nocturnas te respondoQue no sabemos nunca quién las vierte.
Como hermana y hermano Vamos los dos cogidos de la mano.
Enrique González Martinez.
CONSONANTE.
II Consonante, redoble pueril, murga liviana, que hace a todos los simples salir a la ventana; obstáculo invencible del prócer pensamiento; artificio feudal de juglería; viento que impide oír los ritmos llenos de aristocracia. para el amor platónico, fórmula de eficacia segura. cascabel de saltimbanqui; treta que de tantos ingenios es la sola receta. canutillo sonoro, lentejuela esplendente: imposible dejarte! Soy tu forzado; siente mi pie tu plomo esférico, tu pesada cadena.
Has cortado las alas al águila serena de mi idea, por tí cada vez más ignota, cada vez más esquiva, cada vez más remota.
Como alma de la carne, quizás el Verso puro logrará, sin embargo, librarse del conjuro de tu molicie gótica, llena de Portilegios, de la cadencia bárbara que llora en tus arpegios.
PLAYERAS.
La familia Joyeuse Serenamente voy por el sendero.
El milagro de luz del mortocino cre úsculo me en vuelve. En el camino un randal ristero gligluteando hasta el sembrado estira el añil fugitivo de sus ondas, y hay un trágico incendio que se mira a través de los claros de las frondas.
Serenamente voy por el sendero.
Mi espíritu sa ho vuelto parteista: para el cansado soro que se vista rumiando cabe un árbol, un saludo tengo en la boca. río por el salto funambulesa de une ardilla; en alto llevo las manos, para que las gotas que tiemblan en las ramas las refresquen, y bendigo la luz porque se fuga, y bendigo el perfume de la rosa, y le pido a la oruga que se transforme pronto en mariposa. Pasa un gañán a la vera de un llano; sus ojos son oscuros y cobardes, y seráficamente digo: Hermano, tened muy buenas tardes.
El se va; en el incendio del poniente se ahoga su figura y a los lampos que el sol en los umbráculos derrama, es una inmensa llama en el gris uniforme de los campos.
Serenamente voy por el sendero.
serenamente, primitivamente, sin pensar nada, sin que anhele nada, sin tener alma, porque toda ella. hermana de las tardes misteriosas, diluída en las cosas voló al azul y se trocó en estrella!
José de Jesús Nuñez y Dominguez.
Hallará la ecuación de la belleza suma, desnudo como Venus surgirá de la espuma, y en su hermético frasco del más limpio cristal encerrará, cual rayo de luz, el Ideal!
Amado Nervo. JARDIN ANTIGUO.
Late el calor. Silencio. Primavera.
Un cisne arruga la tranquila onda.
Sobre el pilón la tarde reverbera.
Desmaya la joyante enredadera, Agobiada de nidos, una fronda.
Crecen las plantes con callada prisa.
El cisne deja su argentado rastro.
El chorro de agua con el sol de irisa es una fresca y prolongada risa Al caer en la taza de alabastro.
Rebrotendo vivaz entre las losas, Libre y agreste sepultó la hiedra Inscripciones pedantes o amorosas, preside el mudar de almas y cosas El chivo dios serenizado en piedra.
Oh, virreina andaluza y aturdida, Enfáticos saraos, dignos sueños la Trianón y gracia relamida, Colonial y retórica! La vida Ha cambiado, jardín, como tus dueños!
Baje a la playa la dulce niña, perlas hermosas le buscaré, deje que el agua durmiendo ciña con sus cristales el blanco pie.
Venga la niña risueña y pura, el mar su encanto reflejará, y mientras llega la noche oscura, cosas de amores le contará.
Cuando en Levante despunte el día verá las nubes de blanco tul, como los cisnes de la bahía, rizar serenos el cielo azul.
Enlazaremos a las palmeras la suave hamaca, y en su vaivén las horas tristes irán ligeras, y sueños le oro vendrán también. si la luna sobre las olas tiende de plata bello cendal, oirá la niña mis barcarolas al son del remo que hiende el mar.
Mientras la noche prende en sus velos broches de perlas y de rubí, y exhalaciones cruzan los cielos, ilágrimas de oro sobre el zafir!
El mar velado con tenue bruma te dará su hálito arrullador, que bien merece besos de espuma la concho nácar, nido de amor.
Ya la marea, niña, comienza; ven, que ya sopla tibio terral, ven y careyes tendrá tu trenza, y tu albo cuello rojo. coral.
La dulce niña bajó temblando, baño en el agua su blanco pie: después, cuando ella se fue llorando, dentro las olas perlas hailé.
Qué encanto, qué dulzura, qué paz tan deliciosa respira aquella pobre salita silenciosa!
En torno de la mesa, y al destello amigable que la lámpara vierte de su luz confortable, se agrupan cuatro lindas caritas principescas surgiendo de las negras penumbras rembrandtescas al cono luminoso que forma la pantalla y que en chispas de oro por los rizos estalla.
Alina teje un cuco gorrito para el nene; Clemencia en marcar ropa sus manos entretiene; Ampero adorna un amplio sombrero de aurea paja, y Clara, un libro, atenta, leyendo está en voz baja.
En tanto, la abuelita que en un sillón reposa, a su feliz pasado sonríe bondadosa, sin apartar las vagas pupilas siempre quietas, del cuadro primoroso formado por sus nietas.
Yo, que soy un vecino de aquel lugar dichoso, desde mi cuarto estrecho de célibe tedioso contemplo noche a noche el grupo grato y bello; y su inmutable calma, bajo el cordial destello, contrasta grandemente con la inquietud interna de mi alma sin amores, ave sola y enferma, cuyo anhelo más grande fuera encontrar el nido que le prestara el blando calor que no ha tenido.
Luis Castillo Ledón.
10000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 Mujeres y libros 00000000000000000000000000000000000000000000000000000000 El vino de Lesbos Justo Sierra.
Si queréis de mi lira oir los sones, dadme vino de Lesbos que huele a flores! si queréis que dulces amores cante, venga Lelia a mi lado y el vino escancie!
Pero no en cinceladas continuas copas, porque el vino de Lesbos se liba en rosas!
LA CISTERNA.
Una gárgola de Hermes, rota y triste, Mira el confín de aquellas alamedas Donde cunde el verdor, trepa y embiste, donde el pulcro idilio ya no existe no hay rumor de besos y de sedas.
Un hombre nuevo por las calles vaga, Piensa en tesis abstrusas, en arcanos, sus ojos metálicos divaga Con un libro de Nietzsche entre las manos. la tarde del trópico lo embriaga y de un gestar potente lo circunda Savia en el tallo y en el nido amoresEs que la tierra, la inmortal fecunda, Sobre un siglo en despojos prende flores, Loca de ser eterna y de ser jocunda.
Eduardo Colin.
El amor nos lo brinda, y el que lo bebe arder en sacro fuego feliz se siente!
Es suave como el néctar que en los festines de Olimpo, Ganimedes alegre sirve!
Que venga Lelia hermosa, y sus hechizos celebraré en mis cantos, bebiendo vino!
Veréis como la niña, si ove mis coplas, me da el vino de Lesbos pero en su boca. Porque el vino de Lesbos se liba en rosas!
VOY ENCONTRAR LA VIDA.
Bellas mujeres de blancura Deslumbradora y fino cuello; Que perseguimos con locura Por vuestra carne tersa y dura vuestro undivago cabello; Lindas mujeres de vestidos De seda y lana coruscantes, Que acariciáis nuestros sentidos Con vuestros senos exhibidos Entre batistas y diamantes; Libros que sois amigos fieles que en tallados anaqueles Nos conserváis vuestro tesoro De raros broches, blandas pieles Suave papiro y cantos de oro; Libros ornados de iniciales Rojas y artísticas viñetas, Que en vuestras páginas liliales Los pensamientos inmortales Guardáis de sabios y poetas; Porque sois lumbre de entusiasmo manantial de eterno gozo; Porque sois néctar de alborozo sacudís hasta el espasmo conmovéis hasta el sollozo; Porque sois fuente de alegrías estimulante de energías en vuestras rutas desoladas Sois, cual Beatriz, nuestras amadas, Virgilio, nuestros guías; Porque sois foco de ambiciones dulce fruto de placeres fuerte vino de emociones, Porque sois prisma de ilusiones Os amo, libros y mujeres.
Efrén Rebolledo. No sé qué tiene la cisterna, madre. Se le fué el alma. Anoche fuí al jardín abandonado: me interné en las callades veredas que hoy oculta la maleza, y me sentí cansada, más que del caminar, del cansancio del alma!
Así, al borde llegué de la cisterna donde enantes cantaba, donde cantaba yo cantos alegres y me asomé a sus aguas.
Negras están, oh, madre!
Me da miedo mirarlas.
No sé que hay en el fondo: Ya no reflejan, como antes, claras el fulgor de la luna ni de los astros las celestes lágrimas.
Por sobre de ellas ha tendido el líquen sus lamentables telas desgarradas.
No sé qué tiene la cisterna, madre!
Se le fué el alma. Manuel de la Parra.
Dejo mi alma dormida. Yo voy a la Aventura cabalgando este potro que me dió la ilusión; no importa que ellá lejos, dorde la selva obscura se encuentre un dolor nuevo o una vida mejor.
Quizás me den sus mieles los frutos de amargura; tal vez un panal de oro se purifica al sol; tal vez, siguiendo el santo fanal de la Locura, halle, al fin, el camino de la mi pasado y en el bosque de antaño dejo el alma dormida. ya tengo otra elma, nueva, ebria de juventud.
Después de los deleites de mi huerto cerrado, en mi pegaso, inquieto voy a encontrar la vida.
Busca mi huella, hermano, por el sendero azul!
Francisco González Guerrero.
La llave arrojo del jardin pa interior.
cnal Enrique Fernández Granados.
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 Este dotumento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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