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DOMINGO, 22 de Abril de 1917.
EL IMPARCIAL Página cinco ttttttttttttttttttt cargo de JOSE FABIO GARNIER Selecciones de EL IMPARCIAL PAGINA COLOMBIANA Cuento de Cita Leopoldo de la Rosa (DIALOGO ROMANTICO)
Costa Rica 200 vuestros acentos son, que se diría que bajo la radiosa pedrería de la luna, me estáis haciendo versos. Subito el viento se leranta, y el jardín todo empieza a 848urrar.
Está hoy de fiesta el jardín Es. AMADO, sonoro cuyas rejas de oro encon olímpico entusiasmo: treabre El Imparcial cada doVersos a vos! No sólo yo los digo: mingo en sus páginas literamientras al pie de la ventana sigo rias, que son un oasis por la y vuestro fresco espíritu despierta, frescura, por los perfumes y todo os canta también, todo conmigo!
por los trinos que de ellas se desY cada cosa, una pupila abierta prenden. Canta en sus frontiene, que en la traslúcida blancura das un ave lírica de esas que de vuestro cuerpo lánguido se baña, llevan el alma saturada de Be.
cuando en serena arrobación os mira.
lleza y de Pureza. Son sus (Pasa el viento cantando. poemas, esencias penetrantes que despiertan el alma que se aOis? En viento una canción extraña, duerme en este ambiente ahoque habla de vos, entre las ondas prende, gador y la hacen vibrar con vicuando en las frondas gira.
braciones sutiles, de esas que. Cantándoos, la noche es una lira de Ópalo. Dijérase que ahora provocan los colores sepael viento loco en el rosal delira.
rarse de las flores, de esas que producen los perfumes al des(Se deshojan los rosales al impulso del viento. prenderse de las curvas rítmiUn enjambre de pétalos desciende cas de una mujer diosa. Son, del rosal de corolas tumultuosas.
sus nocturnos, emanaciones de¡Os nombra el viento! ved, y no os asombre.
licadas que sumergen el espíri.
LA AMADA: tu en las ondas azules del ensueño y de ellas lo hacen sur.
Han caído las rosas!
gir purificado y ennoblecido, como si estuviesen formadas EL AMADO: por gotas cristalinas de legendarias aguas.
No: las dispersas sílabas del nombre. Leopoldo de la Rosa es un trovador moderno que con su guzla melodiosa abre todas las rejas detrás de las cuales duermen los ensueños de las donee.
llas enamoradas. Leed con cari.
ño esta página, saturaos en ella cada alma, oh Dulce, corresponde de Belleza y de Bondad: os senuma certa paisagem que retrata.
tiréis libres por un momento, DE CASTRO que puede transformarse en una eternidad, de la obsesión Mi alma es un castillo solitario odiosa de la vida y de sus amarque recorre un fantasma.
gas crueldades.
Muros de sombra y torres de tiniebla GLADIUS sobre peñascos la mansión destaca.
Ha siglos ya que en sus ferradas puertas y en la ceguera atroz de sus ventanas roen los vientos húmedos y, lenta, sn diente secular la herrumbre clava. Oh costa, rica de ilusión y palmas. Oh espuma limpia de volubles giros. Oh beso vago de invisibles almas que da la brisa, blanda de suspiros. Fragmento del poema que será representado en la próxima audición del poeta en el Teatro Nacional. La clásica decoración de leyenda: La luna, el jardín, la fuente, los rosales, el boscaje romántico, la trepadora en la ventana de la cita galante, y, sobre todo, la soledad. Si lo desea el lector, imagine que además de las rosas en el jardín hay mirtos, lirios, nardos, margaritas; pero todo dormido, o casi dormido.
Personajes, los de siempre: Amada y Amado. Ella puede llamarse Julieta o Margarita; El Romeo o Fausto.
La amada ha estado esperando a la ventana, sobre cuyo alféizar ahora ha quedado su cabeza dormida, y endida de esperanza. Habla el Amado; Ella le escucha a través de su sueño, creyendo soñar aún. Acción: es difícil fijarla. Epoca, la eterna. EL AMADO: Venid al huerto, Amada que la frente reclináis en los altos miradores.
Sueña el agua mansísima en la fuente; préndense a la tupida enredadera los rayos de la luna, soñadores.
Hay silencio y perfumé. Tal parece que todo un sueño pasional durmiera. fuente, rayo lunar, frondas y flores. ¡Grato mutismo que el afán acrece de mi alma, del anhelo prisionera. Si todo duerme, al par todo conmigo sueña, suspira de ilusión, y espera.
Venid, Señora mía!
En el florido fondo de la umbría caen, sobre las pálidas arenas, pétalos silenciosos, desprendidos de rosas desmayadas y azucenas, y soñolientas flores del ramaje de los galanos árboles dormidos. Vieraislos descender, dulee Señora. Entre la sombra de sutil encaje y en la quietud confidencial de la hora, cada luciente pétalo destella, cada corola, trémula, fulgura: ital en mi alma la memoria pura de la promesa emocional, de aquella que en el amante corazón perdura con miel de beso y palpitar de estrella!
LA AMADA, que vuelve de un recóndito sueño arrullador: Despierto. Sueño aún. Qué voz conturba la soledad con vibración de lira. Por qué mi claro espíritu se turba. Palabras rumorosas de mis sueños, a cuyo influjo el corazón suspira, cual sonámbula virgen bajo un manto de balsámicos lirios marfileños. Pues no se abren las fuentes de mi llanto! mi llanto feliz sabe a sonrisas. No ha en el huerto céfiros ni brisas que una corola muevan ni una rama.
Muda noche de calma y primavera. Cuán dulce suspirar cuando una ama, y cuán dulce llorar cuando una espera. EL AMADO. Oh mar de idilio que mi duelo ensalmas y a mi alma pones manto de zafiros. Oh gratas palmas, sombra de las palmas sobre mis alas de angustiados giros! tú, la ninfa suave que a mi tienda vienes con tu agua fresca de zafiros: ta beso de bucólica leyenda NOCTURNO XI fué mio un día de ondulantes giros: y así sumó tu campesina ofrenda ondas, palmas, espumas y suspiros!
En Costa Rica, abril de 1917.
NOCTURNO XVII. Spes nisi volutas.
OVIDIO. Tristes. Este que véis aquí.
Mi alma es un castillo solitario que recorre un fantasma.
Una mujer, lejana. Me espera en lo imposible. Se tiende entre nosotros, honda, la eternidad. Oh, no! Suave perfume de su alma, invisible cual un ensueño, siento que me circunda ya.
Durmió bajo las tiendas de todos los ensueños, llevó sus bravos versos a toda lidia y campo, bañóse de la aurora en el jocundo lampo, soñó bajo el influjo de eróticos beleños.
Si sobre el horizonte desteñido alza la luna su cabeza pávida, la tétrica silueta del castillo, o mo huyendo a la luz, veloz se alarga más allá de los hondos horizontes, cual un anhelo fúnebre que alcanza más allá de los mundos y las vidas que misteriosas presunciones guardan; y, como bruja insomne, en las almenas algún cuervo nictálope abre los ojos de terror, y grazna.
En el tiempo se acerca hacia mí. Su mirada tiende hacia los lejanos, diáfanos horizontes, en busca de mi triste silueta desolada por las llanuras solas y los escuetos montes. ni en las crestas áridas de la empinada cumbre, ni en las vacías pampas, ni en valle ni en sendero, mira la amada mía ni rústica techumbre, ni lentas caravanas, ni pálido viajero.
Quisiera ser um monje de funerales ceños o andante caballero de fiera lanza noble, amante como un paje, gallardo como un roble, o campesino de ojos tranquilos y risueños Mi alma es un castillo solitario que recorre un fantasma.
No de nuestra amorosa fantasía es la ingenua palabra que, ascendiendo, llama: es la voz de la esperanza mía.
Voz de mimo y consuelo de esta hermana que al cándido jardín de nuevo torna, y toca en el cristal de la ventana, cuyo dorado marco, simpre ufana, la enredadera familiar exorna.
Oidla murmurar. Escucha, hermana: soy una peregrina. Si argentino a tus oídos mi reclamo siena con voz de remotísima campana; es que todo cansado peregrino tiene la voz serena, tiene la voz lejana; tan lejana y serena y de borrosos tonos y suaves dejos extenuados, como los horizontes vaporosos.
como los horizontes apagados. Qué aciago sino puso tan hondas lejanías entre su amor que viene y entre mi amor que va. Por qué al pensar en ella canta todos los días mi corazón un nunca, un siempre, o un quizás. Tal vez en su alma sienta tecelos angustiosos de que jamás en ella se oculten mis tristezas, eval yo mis agoreros pesares anhelosos de que jamás mi alma perfumen sus ternezas. De dónde viene. Acaso del Norte blanco y frío?
Del mediodía, férvido de fiebres y de flores. Del monte milenario de corazón umbrío. De algún país romántico de cantos y de amores, de que partió a lo ignoto y hacia el encuentro mío. De algún lejano mundo de irrealidad, acaso, cual un fantasma límpido, por los senderos, viene.
raudo o lento, mas siempre silencioso, su paso, que en ventas ni en ciudades ni en chozas se detiene.
Agrio, augusto, y erguido en la llanura, cual un presentimiento que se arraiga, tenaz y regio, en medio de una vida sola, serena y vasta; visión de orgullo y luto, de inmoble reto y calma, de eminente soberbia, de consciente quietud y remembranza, el castillo simbólico echa al cielo sus torres: esperanzas heróicas y empinadas en las ruinas donde aún flamean sus banderas amplias.
Ama toda la vida, y odia toda la vida.
Rima tristezas locas y Júbilos extraños, sin que el ensueño extinga su. lámpara encendids. a trueque de apolíneos laureles impolutos, sobre la frente joven pesan veintitrés años: veintitrés siglos luengos. o veintitrés minutos.
Bogotá (Colombia. 1910.
Mi alma es un castillo solitario que recorre un fantasma.
LA AMADA. Oh, cuán dulce escucharos. Sois poeta?
EL AMADO: Madrigal Así la turba mundanal me nombra.
Mas, yo diré mejor: soy la discreta fuente, que sólo para vos diluye su diamante cantor entre la sombra.
Tal vez en blanco féretro, por trágico destino, ha de pasar un día por la entornada puerta de mi mansión, do espera, con agua, pan y vino y hogar en la penumbra, mi fe, siempre despierta.
Acaso nunca asome su planta en mis umbrales ni toque a mis ventanas, eternamente ciegas. acaso venga un día, cuando incurables males del corazón, le digan. Amor, qué tarde llegas. Sobre la noche su perfil condensa, sobre la negra noche; y es entonces cuando, súbito, se abren sus ventanas, eual se abrieran pupilas de cadáveres, en recuerdos de vida iluminadas; y a cada ventanal su faz de luna asoma alguna dulce castellana, imprevista en la sombra, y a su lado viene a fijarse el pálido fantasma, iy en la luz interior toman contornos de areángeles las dos siluetas lánguidas!
LA AMADA, con un extremecimiento en la roz: Pues que ya mi sumisa poesia a conmoveros hacia mí no aleanas; y pues que os semejáis a la esperanza en beldad y esquivez y en no ser ma: no focultéis mi amor la rodenters piedad de esa divina semejanza; y antes que enfermo el corazón delire, dejúos ver, señora, y aunque no me mirée dejad que Gracias! Galantes sois. Tan suave fluye vuestra palabra, y límpidos y tergog Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon tizano del Sistema Nacional de Mi alma es un castillo solitario que recorre un fantasma isterio de Culture

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