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VISUNIA 11 05 NOVIEMiu Di 1021 Un lis gatos de Nivaya. Cut: hombre desnudo, de carnes horenas. vé un bronce vivo. JU, nudaz carrera, luce por las playas. ta desenvoltura de. y Bu recia auética.
Ya sus pies imprimen Pugltivas huellas, un carrera nlada, 3obre erujídoras y ze su ulta figura. de estatuarlan formar y se destaca encima 253 apestura e de musgosa peña, con en plinto en torno de El u nudo amorosos a e asen Aesde los bordes Je un acantilado contrz. el cristal rizado de las ondas ea lleno de una elástica y fácil destreza después de un graye empo en que Jas aguas Jo sepa: a ala superficie Coronas de aa y emana que giran concéntricas, emerge y sacude, como un dios entre un remolino de algas, la cae yA empuja la suave. barca que se aburre sola en la ribera y. al ponerla a Ñote, salta dentro de ella. mpuña los largos remos y, detespal. al misterio, boga. bogando se aleja.
cuando. no arma el mástil. los linos despliega y, de pie en la popa, crúzzse los brazos, en actitud como si oyendo estuviera una voz que le habia, desde el horizonte, de las Aventuras y de las Leyendas.
húmedas arenas; nérgica. Este hombre desnudo de cernes morenas, Que el Sol funde en bronce. y el mar pulimenta pudo ser un día gladiador en Roma. diecóbolo en Grecia. arquero en Egipto, y es ahora en lndizs pescador de perlas.
Iv Ya delíin en agua. ya antílope en tierra. hecho está al encanto de las nataciones y de las carreras.
Corre, brinca, nada. aúndese y bucea, somo si erocase. gimnasios y termas.
En sus actitudes predomina la ágil. tevedad de toda le plástica belénica. Mene el dinamismo. que pone a sus ojos la Naturaleza: siéntese impulsado. DIARIO DE COSTA RICA o. PAGINA CIKOG 1) a. 2d Pescador de Perías amal por interiores vientos y mareas; e. y, astl, corre, brinca, vada. pero luce siempre cadeñiciosa su figura esbelta, bejo la armonía. que en un baz gobierna os el capricho móvil de las actitudes. porque las recoge como estampes sueltas. Tiene el dinamismo. que pone a sus ojos 12 Naturalesa; sa sus inquietudes. exia la cadencia. en que ve agitarme getoeo, ondes, Velas. Y Fimabre de las playes trapicales, ebrias de ol, que acumulan ateras de selva «ontra el mar y róbenle asteros ocultos en ávidas cuencas de una delirante vegetación, como. ssamidos en blandos estuches de felpe. mo, Hombre de las playas tropicales, llenas. de Ponozas pajizas, cuyos fatigados oros en la pompa verde amarillean, bajo la lujuria de las palmas tristes, que se desperezan o.
o con el biestio de su aristocracia o con el orgullo de su displicencia.
Hombre de. las playas o tropicales, sobre las que se Testriégan, acarieiadoras, al soplar, las brisas.
en que viaja el lúbrico olor de las selvas o sobre las que urdon, en 123 úbias noches, las trágicas olas sus fosforescóncias, bajo un cielo adusto namá y Califorula) JUSTO a. FACIO, E y escalotriado todo de eentellañ. ma Hombre de lis playas tropicales, mezcia «de oleaje y árbol. armoniza el fmpetu y la gentileza. A vu pregona salud y en él háce orante Gersoche die gracia y de fuerza: ta eurltmia que pónele o a los ademanes sugestivas riendas: la musculatura que rebulle bajo de la piel morena. el tórax henchido. las sienes enhlestas; la boca en que una. isa perpetua. como custraidos unu concha, iguales los dientes enseña, con el gesto ufanmo de los regocijos y las inocen. tos ojos que ríen y cantan y sutñxn, locos de visiones alegres Claras, en que el mar es una jente azul que deja ver en lo profundo grutas de corales, bosques de madréporas.
vi Es un alma simple, primitiva, Ínsenva: suyos son la anchura.
del mar, la Iranqueza. de los horizoks abiertosa y bruscos alardes de u. ya rizando espuma.
abueczndo 1inos, Yi, y los rimoz amplios de los olesjes y de wi. n02 que juega ju sdo cuerdas ¿en el discurso En las teogonias tropicales, fuera. como un dios este «que la sal no a vano el yodo Olfátri, desde loa peñascos en Que desdeñosas su cristalería las olas revienten. Será un dios anfibio de alzuna de tantas religiones muertes?
Xx Tal, a veces, cunndo. de las agus Furse y encima se sienta de un peñasco, donde, con són fatizoso de fuelle, suspira. resopla. ladea. penzar suele que una repentina ola le estalla en lus venaz.
y, desvanecióndose en rudores frios, un vapor de zpumas sube a su cabeza: entorna los ojos; palídece; tiembla; y este hombre, en el mismo vértigo que sufre, como ve que emplezan a glrar en una danza pávorosa, cielo, mar y tierra, quizás se imagina ser en tal instante el centro de toda la Naturaleza. Xx ¿Serí un dios anóblo de alguna de tantas relisiones muertas. Será el dios Golfo, donde el mar simula meditación de alguien que se reconcentra en el misticismo de vua vida intensa?
Xu Este bombre «ma el Golío; porque ex el refugio del Golfo, las aguas del mor son más bellas, se hacen más azules. y en cobrar se obstin3o mayor traospareucia.
Es en los rintones de las ensenadas. donde el mar se encierra con afín de artífice. a cuajar sus perl2s. cual sí fuese monje que a labrar custodias se aíslase en la dulce quietud de su celda.
xmu En las ensenadas.
recogen los ojos de este hombre la fresca visión de un mar lmpido. en enuyos añiles la espuma blanquez 21 redor de islotes, que 03 Como grupos de frutas servidas en ampliar bandejas.
Dientes enfilados de arrecifes bruscos, desgarrzn cuaj sierra las olas; y sobre los cielos que ingen pantalla de seda. salpican su mancha. las sombras chinescas de los alcatraces, que con largo pico las. agues perforas y tijeretean. no.
y que, al fin, clavados contra algún isiote, se ensimisman como figuras de ceras.
En la superficie. peces voladores rasgan como fechas. el aire y sacúdense en lo alto y cbispean. a entre los peñascos de la playa, dejan as resacas, ostras y crustáceos. cuyas fostuosas corazas al Sol reverberan. De pronto, vacío. resalta en la arena, caracol enorme que eurvas desespera en un temblor como de afán imposible o en un torbellino de estrofa dantesre: mo en vano en su boca, o. que uno de los labios lasciro descuelga. Juego habrán de oirse los hondoa Tumor sus oprimides. de les olas que urden pelabras secretas; cs porque el retorcido o caracol pudiera. ger la cornucopia ue, en los siglos, vuelca la emoción pagana con que, en voluptuoeos éxtasis, sonrien cielo, mar y Uerra. me xIv Fuera de la rada que amplía sus formas de herradura, fuera de esas aguas suavemente recogidas en el hueco de una concha gigantesca, su períl arrastra por el horizonte suntuoso navío que de su humareda tras de sí dejando va jirones, como quien entender se hace con palabras sueltas. o deslízase, otras.
veces, orgulloso de sus lonas épicas, bergantín fantástico, en cuya silueta.
parece: que algo habla de piraterlas, de romanticismos y de cosas viejas. Av Las naves que cruzan por el horizonte, en su marcha fúnebre augurio proyectan de las tempestades y de los naufragios en las soledades azules y eternas.
Asi este magnífico hombre de las playas tropicales tiembla.
cuando pasa un buque por las lejanias con rumbo hacia donde quizás nunca llega.
El pavor que infunde lo desconocido su espíritu inquieta; y, al pensar en viajes trágicos por roncos mares, a sus costas netivás se apesín. corto el egofsta molusco a la peña.
XVI. En un mar tranquilo, ondas hamaquea, majestad difindese. sensual pereza, porfiando sobre ¡Las nativas costas!
ue sus fatigadas bajo de un Sol cuya en una despótica y erepitante lancha Ya las espumas crespas, como viejo lobo que pusicse ea fuga rebaños de ovejas.
Es obseslonante la impresión nerviosa de cuando revienta el afrodistzco hervor de las blancas espumas al frote de. la quilla trémula. veces, la lancha recoge en laz osdas red que, infada, enseña, por entre sus hilos, cien peces de plata mintiendo un profuso temblor de monedas.
Otras veces, Como si movido fuera por resorte oculto, desde el fondo brinca de la lanenz el hábil pescador de perizs.
xvu Yérguesa en la pops, dominando entonces la anchura serena gel mar. Sa eststraria desoudez relumbra, Sol lamida; por el y hay sn la ela Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Náci del mar, que esplínático al vaivén se entrega. por las. submarinas corrientes, a made de pu gesto olimpico, un donaire augusto y elegante como de confanzá plena.
Buzo que no ciñn.
goma impermeable ui máscara ferrrz. los apretados dientes lursino:o cuchillo sujeta, con que el vientre enorme del monstruo marino lergamente rasga sl se le atravitez y con que más tarde va abriendo las concias como amarte hastizdo de lolelar dobeniias.
xviu T2l, con el cuchillo dentro de los firmes dicntes, se endereza; juntas se diría.
que en oración muda sus manos eleva: y, un Instante sólo, su figura toda, plegándose, asienta en los sacudidos telones, a cuyo zimuéstico golpe la lancha retiembia. en un salto fíngese el zigzaz de un látigo o de una centella!
Ei buzo en los aires dibuja vna Hecha. que sobre sl misma da, 21 fin, una vuelta; y se mira cómo logra dl de cabeza sumerzarse en las circulo. bacia el fondo, rápido penetra.
xIx A tal zabullida, las aguas profundas sepíranse como cortinas espesas y van desdablando brillantes visiones, en las que hey bervores de escamas frenéticas.
Urdese el capricho de un caleidoscopio, donde exalta el irís la fuga violenta.
de peces que corren en un estallido de luces en festa.
Erbriaguez de opio parece que rompe con mano colérica el escaparate de una joyería, de cuyos estuches se escapan las piedras preciosas, brincando cuzl si salpicaran el delirio de una fiebre aladinesca.
xx Peces de colores sosléyanse apenas. y uma como fina raya de diamante «n el tristal puro de las aguas dejan. Otros van girando, E como sí la cola morderse quisieran. con el voluptuosa placer con que el mismo zodiaco oprime la celeste esfera.
Peces que, de súbdito, en zigzag se cruzan teienten estocadas que relampaguean. Hay, a veces, loco trajín de princesas. encantadas que huyen, tiempo há, perseguidas por machos bravios, en cuyas aletas escalofriantes o las carlelas tiemblan. Salta un pez y. vibra como un latigazo. bajo cuyo golpe las aguas revientan. Otro, fulminante, que escapa, diriase él haz luminoso con que las tinieblas profundizar logra o.
súbita linterna.
Tal cual pez inmóvil, hondamente piensa.
Tal cual se abandona y arrastrar se deja de una hoja Seca. mil díminutos peces cabrillean en más de ua confuso tropel, del que sota puñados de chispas y de lentejuelas.
Su costillón bailan mimosas parejas.
Su ajedrez los pulcros hipocampos juesaDn. Las medusas lucen sus desconcertantes. máscaras en una ficción de tragedi2a. entre un laberinto. de algaz se descuelga, violando Rotantes jardines, el buzo, que alarga la diestra segura a un peñasco todo estremecido de fosforescencias. substrae una concha; y, hacia lo alto, bu salida, llevando las pupilas ciegas por ua golpe comode explosión eléctrica.
xxu Cuando surge el buzo.
jactancioso eleva dentro del crispado.
puño leve concha cuajeda de perlas, cual si se dignase la divina gracia forecer en lo alto de la humana fuerza.
XxH1 Más tarde, al abrirse la concha de rácar, mostrando una hllera de dientes pulidos. eopíará en su estuche la boca risueña.
de una virgen india o ura diosa griega.
Tal sonrísa es corao la que hay en la boca de Pandata, cuando Vicknú en la leyenda de perlas descubre. y el gentil regalo le hace de una de ellas.
Tras sonrisa es como la que hay en la boca de Afrodita, cuando, por lz vez primera, en el cristal limpio del mar retlejada su fascinadora desnudez contempla.
NXIV ¡02 las perlas blaneast.
Dientes tan pulidos como los de Eva, cuando la sabrosa manzana mordiera.
Oh las perlaz blancas!
La blancura esconde quizá, en su pureza. voluptuosidades en que las palomas mienten en sus nidos senos de doncella. xXxXv Blancures, binrezras, blancuras eternas. nieve las alteras ns y astro en las tiniebias. 0h puras blancuras de las Inocentias: ramo de zahares y vellón de orejas. ona! de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
ce aguas, en laz que, entre un brusco bllaticas blancuras de la Madre Iglesia: eltar revestido del mantel de encajes, forecidos nardos y eacendidas ceraz.
Fúnebres blancuras de inviernos cansados ya de primaveras: mármoles que caen sobre los sepuleros y Ciuas que brotar sobre las cabezas. Blancuras, blancuraz. Ulancuras serenas: las espumas fotan sobre el oleaje y sobre loz odios las blancas banderas.
Todas las blancuras radíantes, tranquilas, castas, fervorosas, lúpubres tiernas.
como que ee extractan e y 5e reconcentran. por inquietantes alquímias pesando. cuájanse en la gota láctea de uña perla. XXVI Para Job es tríste. 12nto como para Salomón es bella. La halla el lamentable varón de Tdumea digna de una copa de sus emarguras, cual sl súlo fuera Banto de algzón ángel o de alguna virgen o de alguna estrella. o.
El muy voluptuoso Rey, en sus rotundos Proverbios, ofrécela, modo de un lírico alarde, que luce. por entre las pompas de brocido y seda ya la más preciada de sus concubinzs, ya el florón más alto de su áurea diadema. AXVH. Digaa es de haber sido regalo del César!
Lujo desdeñoso. de la vampircsca e Cleopatra, cuando. os omo distraída se arranca a una oreja perla que en la copa de sus corrosivos placeres, sorbos, apura disuelta.
Con Salomé rige las solemnes danzag: miranla los ojos de Juan, envolviéndola en una amorosa y última caricia. cuando el negro esclavo trae la cabera.
cercenada sobre la ritual bandeja.
Los ojos tranquilos de Jesús reféjania, al volcar el cofre de las vanidades y cortesanias de la Magdalena.
o.
Usaula en las faustas Cortes Orientales los Califas moros y los Shabs de Porfa, los coros volubles. de las bayaderas 7 Pi y las sugestivas. hurís del Profeta. Es suya la Roma de la Decadencia: Nerón la propaga, Petronio la osten ¿No hay una en las Joyas con que se fletaran las tres carabetan. No hay una entre el grupo de preciosas piedras que dejó en las manos de genial meras daer de las suyas Católica Reina?
Sobre el tenebroso luto de Felipe Segundo, más tarde, resalta la pera que es omo un íntacto huevo de Asfamavirginal y digno regalo de América.
XxXVvui Xo, por eso, en vano los ojos del bese ma. Hien. hablan. sueñan. la leve concha. que él con una meno de uvaricia apeicta, de súbito, antójasele area toda Mena de adornos suntuarios y alhajas egregias. Destápase el arca. y hay un rebosante búllicio de perlas. xxx.
Collares copiosos. desgránranse y ponen a rodar sue cuentes.
Giran clen anillos; denzan cien pulseras; y cien espirales enco! erizadas o rotupen a dar vueltas y vueltas y vueltas.
Arracidss lloran; sonríen diademas; ricos broches saltan; finas piochas tiemblan.
y Tal. cual enroscado cinturón anhela exiir breve talle sobre amplias caderas.
Velo aljolarado rásgase y protesta, cual sí reclamara bajo de 3u adorno. tentadoras carnes de oriental p: 2buch2s bordadas. de aljófar bostezzn, como si 25orasen barenes y slestas.
Los ojos del buzo NS ríen. hablas. sueñan.
como poseídos por el fuego fatuo del lujo, en la crisis de una borrachera. XXX. Sólo ya en la tarde, con el alma henchida de gracia serena, como si tornara de un viaje fantístico, elíbuzo desplert2. Sentado en la orllla. del mar, el conterspla, domina y absorbe, refunde y concentra. toda la 2gonía del Sol en las 25uv2s; y en el panteísmo con que les tinieblas un blazdo y piadoso reposo le prestan, al ver en lo obscuro briacar las estrellas, Ímaginase uns mano misterios, que, en mitad del Golfo, las aguos penetra y arroía a las nubes pufados de porles.
San José. Costa Rica, de noviembre José Santos CE (Em lo del Autor para Ti Disrio de Costa

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