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Pimingo, le tarro dde 30:25 OO deb DIARIO DE COSTA RICA PAGINA TRE IA rr Canción de verano Kres para mi csplríl u nublado por la pena Ian) coma tu nombre a da más bella for, Gor de vivos colores y de períunao llena Que rceumo los ansias de mí secreto amor, Tus ojos UCRros qtiemisa como Sol de verano, como el verano prdiente en que cerca de tl, a la vera del río, tú muse entre as meno, evocaba los sitios en que te conect.
er, PAGINA LIT 3)
y u las la que al la úoica dor que aroma Cómo olvidar tun ojo. gravdes como mi ensueBo, horas de festa tu trémula canción, ser inodulada bajo el soúz ribereño caía consoladora sobre tmi. corszón.
Cómo olvidarte si crea em el verano tulo tonalided de cielo y excelsitud sia Sn.
si erca sombra de sance, medulación de tío, mi asolado jerdía Hxri0s ¿9 antlyoo y lu emodón de das tonto racctoncs directas. Dueto las clhaxcue, mesita, quando el psisuer mos mento de Iritlsción. Hecunocía es el nutor as un buen discípulo, Pero en: taba cansado de mudar vestido de mifacura, Los encergutos del reclamo pora estimular la credulídad vaciina te de los hombres, se empelaron en representarine en los carteles de uus tuanera gidícula, cou cuernos, con rabo. qué ué yo? Yo les decía en vano. Señores. No hay que exagesurlaz Ultimamente me dirigí a loa lite ratos, pero no me kun resultado.
Ya ve usted: Gocthe, uu hombre de lántas preleusiones, a quieu pagué espiéndidamente haciéndole el semidióa de Welmar, no me bizo caso cuando yo le advertía que me ibn convertir en un personaje de ópera, Reconozco, alu embargo, que el Vausto» faé un gren reclamo litera»
rio, que venía muy a empo.
Los flósotos estabiu a punto de echarme del mupdo. Hubráse visto majaderos! Pensa. VMna interview Por Gndrenio.
Estaba solitario, delante de un bock de cerveza, fumáodose ua pitillo. Tan alto je no podía p: Con mayor sencillez, Lo reconocí enseguida, pues hace sños me lo pre sentó un amigo que había tenido con El alguuas pequeñas transacciones, La fisonomía del sujeto es de Jas que no se olvidan. Sin embargo, un hombre distsaido quiz no creyese de pronto que era cl auténtico Mefistófeles al verle vestido, no de colorado tomo en las óperas, sino de corte irreprocha ble, procedente, sio duda alguna, las más acreditadas sastrerías del in fierno.
Como es inútil cultivar toda clase de conocimientos, me acerqué a salu»
darle con deferencia. No sabiendo cómo iniciar la conversación con un personaje tan malicioso, le dirigí la pregupta de cejón al encontrar al forastero. Qué le trae usted por aquí ¿Viene usted de turista o por negacios. Deboadvertirle, si piense usted propuserme algura operación, que me he retirado del comercio me contestó. No pase usted cuidado 1e dije soy ya viejo y no me vendo. Al le gar acierta edad bay que tener vergúena. Entonces podemos hablar com ¿ragquilidad, Sele quitaajano un peso de encizsa cuando puede cbarler un rato con un conocido sin temor de que acabe proponiéndole alguna combinación. Pues Mí, señor. Estoy aquí pasando unos días de jucógnizo, Tengo afción a esta tierra donde en otro tiermpo realic¿ muy buenos ne. gocios. Todavía se hece algo, pues al decirle que me be retirado del co mercio, quise decir que no trato di rectamente, Prefiero valerme de los hombres. Me bicieron tántsa trampas cusrdo negociaba con ellos, que me eS A ACA ACA y ES Aj convencí de que podian ser unos cesislonistas excelentes, Pero de todos todos el comercio anda mal. Las Ames que eray, coro usted sabe, el artículo a que vie dedicaba, son cada día de peor calidad. Adeuás, tengo bo dos los al y no sé qué hacer de ellas, No habrá más remedio que ampliar el local; pero estoy esperando a que ceda la carestía, Tambiéx sal. ban subido los precios de un modo escandaloso. De manera que las alwss Lan eucarecido?
Mi interlocator se sonrió. i¡Quíá! No, señor, Está usted equivocado, Afe refería a los moteriaben desb a Jehová y. se bur»
16 de ellos, induciéadoles a que in culcarau ca el mundo la ilea de que yo no existía, y mo había sido más que una vasa superstición. Con todo, yo esperaba más de Gorthe. Pero po hay modo de estendersos con los poetas. Se enceprichó con el doctor Feusto y me redujo a us personaje secundaria y poco airoso, al media: vero de un profesor viejo y chifiado, que después de beberse unas copas de vino del Rbio se siente reverdecer y ofrece on capital en joyas a una reza que por los procedimientos ordinaxioa le babríe costado más barata, Para ese viaje no se necesitaban altorjes, ni conjuros, ni nadz. Los genios viven en las nubes. Más tarde Memé a Hoysmuns; pero, la verdad, des G¿ construcción: Lai almas an Empoco su reclamo me dejó satisfedan más baratas que nunca. Verdad cho. Es demasiado horrendo, Hay El fin del mundo La especie huuiava Lu es auscrptlo ble de un progresa iuleñaido, da dido necesario, para evolucionar, que la dlersa ne encutitrara en cicrtas Cot»
dicloves dísicas y químicas que no permanecen estables, Un Henipo hu bo eu que nuesiro planeta no convela al hombre, era demastado cálido y demasiado húmedo, Llegorá un Hermmpo en que tampoco le convenga.
Será demaelado frío y demaatado seco cuando el sol ne extimia lo cual en Iuevitable habrá tiempo que los hombres ya vo exístan, Los últinios serán tan estúpidos como lo fueron los primeros. Habrán olvidado todas las artes y todas los ciencias, Habita»
rán miserablemente en las coverans, al borde de los glaciares que rodarán sus bloques transparentes sobre las dispersas enjusa de laa ciudades donde en mejores días ec pensaba, se amaba, se anfría y ne esperaba. Los oluos y los tijos se habrán muerto de frio, y los abetos solos relnarán sobre la tierra helada. Esos últimos homo bres desesperados aio saber razonar la desesperación, no sabrán vada de posotros, vada de nuestro genio, nada de nuestro amor, y no obstante, serán nuestroa hijos, la sangre de nuestra sufre, un débil resto de inteligen cia, vacilaodo cn sus obscuros cráneos. Jes otorgará por un tiempo el imperio sobre los osos multiplicados alrededor de sus caverpas. Pueblos, tribus has brán dessparecido baje les nieves y los hielos: como las ciudades, los caminos y los jardises del nuevo mundo apenas sebrevivirían algunas lamilias; mujeres, niños, auciecos enfaquecidos y revueltos, verán porlej hrodiduras de les cavernas elevarse tristemente sobre sua cabezas un sol cárdeno, sombrío, por el que correrán, Como en un tizón que se apaga, luces lividss mientras que la nieye resplandeciente de las estrellas briMará todo el día en el negro cielo, a es que no valen gran cos. Actes QUe sustar algo para inpresióna? ayés del mira, glacial.
los. vendedores eran mucho más exi.
gentcs pedían una pérprtcaiee tad, la piedra filosofal, el talismán del amor, los secretos de la mogia, Hoy se venden a precios de liquida.
ción. Creerá usted que al csbo de tantes siglos de decautada civilize»
ción, admiten quincalla barata como los salvajes? Hay quien se vende per ux amuleto de los que se cuelgan del cuelloo se ponen en ojal, por un bastón con borlas, por un ropaje bordado. Abalorios. coma los tomaban los indios. La mayoría se contenta con dinero, del cas) no sabe qué hacer: después, y se pasa la vida en en continua zozobra para couservarlo. Le aseguro a usted que, a pesar de mi larga existencia, estoy asombrado de tánta estupidez. Les elmas están por los suelos; pero ¡hay que ver la calidad! Parecen fabricadas al por mayor ea Alemania con máteriaJes de desecho. Cada nueva remesa que llega temo que me eche a perder las existencias, Cres usted que acabaré por Cerrar. Se aburriría usted. Ahora mismo desde que ha puesto el negocio en manos de sus agentes y comisionistas. no se le hace largo el tiempo. Hombre! Confeso que a veces echo de menos la actividad del tiemEz siento a la tempestad batir tarde lluviosa, en casa me essi lo mismo, blancos del En casa quiero estar: veré. de las húmedos perras cómo cae volandera una hoja que, lenta, va e posarse en el banco; y vendrá un leñador por el camino blauco, Pensamientos de la tarde Sentalo a la vertana, pensativo, en un noble sillón de mis abuelos, viejo sillón de roble, suben espesas nubes al horizonte, mass; de álgnna tieoda obscura sale rápidamente una vieja, y el sástico zapatero de enfrente, con quien, de chico, heblé tantas veces, sirado sale a empojar la puerta que el viento le ha cerrado. Llueve. Estoy solo. Pienso en la vida.
Pasarán añcs. treinta; y en parecida mi humilde cara; veo, al cabo de ellos, todo mis cabellos.
por la vidriera, IS con su hez de leña a réstras, mojedo, por la herbaza; y la fuente veré, la solitaria plaza, y tal vez, como ahora, oiré el rumor que mueven algunos aldeanos que en la tsberpa beben a la salud de la tabernera, calmosos, tocadas las cabezas con sombreros terrosos.
Presjento de aquel día la solemne hermosura.
Veo mi frente gris, mi negra vestidura, mis muebles, colocados como están, una espesa rama junto a los vidrios, mis cuartillas, mi mesa y allá en el foodo obscuro, surgiendo desInmbrantes, 38) orgullo y prez, mí santa labor de cada día, con sus títulos de oro graves de poesía, los libros de mis versos, todo. en los estuntes.
Leo LARGNIER Traducción de Díez Canreno. los parroquianos; pero no tínto que se les retrajga, TUn toes diaWa debe ser un poco familiar. En suma: que todo eran decepciones y quebrantos de cabeza, Por eso bz puesto mi comercio eu manos de los hombres, reservándome la alta inspección. Que se las entiendan como puedan! Estas almas de de abora, tan bajas, tan veusles, Que se entregan por beratijas a. la primers insinuación, no merecea le pena de tomarse trabajo. Lo que a ami me apssionaba aptos era la lucha, la seducción, el arte de les tentacio nes. Crea usted que muchas veces he trabajado por el arte sia interés de Jucro ni animosidad personal. Mas ya todo eso Ea pesado a la historia, Si quisiera perseverar. en los pro»
cedimientos antiguos, me excontraría co la situsción desairada de un don Juan, a quien de buenas a primeras so Ioés o su Elvira le pide cien pesetes.
Mefesto se quedó un justante silencioso. Después me dijo. Vaya; le dejo a usted; ya bemos charlado bestante. Tengo que vera un astrónomo quien he pedido al.
guuas noticias de Merte. Estoy penzando en trasladar las operaciones a otro planeta más entretenido.
Silencio y Soledad ¡Silencio y soledad! Altares debe: rían elevárseles (si en este Época se erigiesen altures) para un culto eniversal. El silencio es el elemento en el cual todas las grandes cosas se forman y combines, pera surgir al fin acabadas y majestuosas, a la Juz fuerte de la vids que están destivadas a regir. No sólo es Guillermo el Taciturno, sino todos los hombres con quienes be tratado, y los menos diplomáticos, los que no gusten de charlar, los que esteban en camino de crear y proyectar.
Tú mismo, en tus humildes per, plejidades, has de saber refrenzr tu levgua algún día. cuánto más clara»
mente se te presenten a la meñaya siguiente, tus proyectos y tu deber. Cuántos despojos y escombros han barrido el silencio y la oledad, esos trabajedores mudos, una vez disipados los tamultos lnoportunos. En muchas ocesiones la pelabra no es como la han definido en el francés, el arte de disimular el pensamiento, sino el arte de ahogar y suspender el pensamiento, si no bay ninguno que disimular. Inftudablemente la palebra es grande; pero no lo más grande, como dice la lascripción sulza. Spre.
cheins silbern, Scheweigen íts goldo. La palabra es la plata, el silencio es oro. y podemos decir: la palabra. es del tiempo, y el silencio es de la eternidad, Tomás CARLYLE Esto verán, pero en. su estupidez mi siquiera podrás d: ra ge A ADA Res q»
ITA dy oa) LAS Abbott Ft Vespertina Las tardes son iguales hace tecinte y scis nos: Jl tieso Sol cansado de tanto caminar por Jon ciclos profundos, y los nismos rebaños de nubes sonrosodas viojando sobre el mer. eo ste Hay tardes nebulosas, hámedas y otoñales; hoy tardes encendidas que inspiran sólo el bico; pero ha treinta y seis años. que sou:todosfiguales.
Yo, que las amo tanto, lo recuerdo tan bien.
TRAMA DOMINE AIL En cada tarde hay una fomenina tergura de paloma, de garza, de manantiel, de flor, dende toda alegría se hace serena y purs, donde se santifca todo humana doler, Pero esta tarde tiene una melancolía tan bonda, tan calleda, tan niocera, ton cruel, tan acremente amarga, que hasta ve pensaría que alguien volcó en los cielos una copa de hiel.
RicarDO Miró ESTER AZ RAEE Sa lámpara En vano, pequeña lámpara, estreUn de mi cosa, el reflejo de to llama extiende noa caricia para abrigar mi corazón con tu tenue estremecimien to. Piesso em los días caídos del clelo de mi juventud.
Apexas tu llama entibiará rois dedos job, pequeña lámpara! y mi corazón estará helado. Yo vigilo, te contemplo y xo quiero nada de tí, nada más que tu resplandor mori»
bundo junto a mí pensamiento.
Se, ha desprendido del cielo otro día, otro dia más desolado y smarilo que la hoja de oteño, Yo lo he visto posarse sobre la bierba y sobre la hierba marchitarse por toda la extensión de los llanos monótonos.
Delante de mí que carninaba sobre senalgo. Un día el último de ellos exbalará sia odios sin amor hacia el cielo enemigo, el postrer hálito bamano. la tierra proseguirá su ro.
dante corso, llevando a través de los espacios silenciosos, las cenizas de le bumaviésd. Los poemas de Homero y los augostos fragmentos de los mármoles griegos adheridos a sus ancos yertos. ningún pensamiento se lanzará a loinfvito desde el seno de este gíobo doude el hombre tanto ka 031 do. Al mevos ningón pensamiento de hombre. Pues, quién no adgniriré conciencia de si mismo puede asegue rar que otro pensamiento y que esta tumba donde todos dormiremos no será la cxua de un alma nueva? Igno ro de qué alma. Del alma del insecto quizís, la vera del hombre, a pesar del bombre, los insectos, las abejas, las Eormigas, por ejemplo, ban realizado ya maravilles. Verdad es que las hormigas y las abejas necesitan como nosotros, calor y luz. Pero bay invertebrados menos frígidos. Quién conoce el porvenir reservado a su tra bajo y a su pariencis. Quién sabe sila tierra se torpará clemente y buena perz ellos cuando haya cesado de serlo para nosotros?
Quién sabe si algún día adquirirán conciencia de sí mismo y del mundo. Quién sabe si les llegará el torno de loer a Dios?
ANATOLE FRANCE. Pensamientos. De José Marti)
El viño ba de trabajar, de andar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede becerse hermoso, aunque bea feo; un piso bueno, inteligente y asea do, es siempre bermoso. oo, Nunca :es no niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte uns flor para su amiga, cuando leva del brazo e u hermana, para, que nadie se la ofenda: el viño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace pare cabaliero, y la niña nace para madre. Los niños son los que saben querer; los niños 505 la esperanza del mundo, Los niños raben más de lo que pa rece, y siles dijeran que escribiesen lo que eebeu, may buenss Cosas que escribiríza, e.
Para escribir bien una cosa hay que saber de clla mucho.
Las viñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como smigos cuando yayan cre.
ciendo. Es una pene que el hombre tenga que salir de su cose a buscar con quién habler, porgue las mujeres de la casa no sepan contarle más que de diversiones y de modas, Que o do t: u prado he visto ml sombra pálida hacia. horizonte. heregresado triste, oprimida el corazón, triste de haber oldó morir el Angelus bejo las estrellss, RaCr Forx a idea de soledad Un bombre primitivo, extraviado en la infinidad de los caripos que sn triba acabeba de ocnpar, marchaba. sin saber hacia dónde. Esto era en los primeros días humanos, cuando los hombres aún no tenían ideas ul conciencia. Marchaba el hombre por uns planide que se perdía en el horizonte, Cubierta de hierba oscura. Marchaba sin descansar desde que amaneciera. la hora debida, el gol desapareció en el horizonte No, se cía na rumor.
No corría un soplo de viento. Para equejla naturaleza, que sólo podrá experimentar terior por el ataque, ese silencio, esa inquietud, esa epertura de campos infipitos que nada podrán ocultar bajo la hierba demasiado corts, constituían uns perfecta seguridad.
za El El hombre siguió marchando, sereno y feliz. La pazde la hora babíala distraído un instante, cuendo de pron»
to surgió ante l, interrampiendo por primera vez, desde la mañana, aqueNa montonía de la hierba oscura, ela un soplo, sin as remor, sig un movi.
xiento, sin na desnivel, un lirjo solitario y gigantesco. aquella flor era como el centro Idesl de un silencio más profundo en el silencio, de una paz más absoluta en la quietud, de una evidencia de tiempo lumerorial en aquella exteno sión inexplorada.
El hombre ae detuvo. Sintió en las espaldas nu esculofrío desapacible, Después le vino de toda esa inmensi.
dad igual, una borda con coja.
Habrá adquirido la iden de la so»
ledad.
LEoPor, DO LUcoNEs el vuelo de un celaje. La ciudad absoría Soplaba un manso viento de squel lado del mar.
La turba era una sola alroa para escuchar.
Se concentraba todo en el vago sonido que venía de lejos. La:tarde era tan pura y la emoción tan hondas, que el alma hubiera oído el vuelo de un celeje cruzando por la altura, en la paz infvuita de un misterioso viaje.
Sólo el mor prolongaba su angustioso tormento mientras la turba ofa la palabra del viento.
Ciuded que ví vna terde y cuyo nombre ignoro, ciudad de vida unánime y silencios de oro; ciudad abrorts y muda, cindad cuyo sentido úcico es la insaciable codicia del oído; ciudad a quien la llama de crepúsculos rojos po despierta ona sola inquietud en los ojos; ciudad que nada wire, ciudad que a nada atiende porque escucha y comprende. o Urbe de cuyos hombres, al pasar a su lsdo, no podré decir vunca que me hubiesen mirado; vieja ciudad fantástica de quien decir no acierto si la crucé dormido o la soñé despierto.
THe perdido tu rumbo. Quién me dirá si existes, obsesión de mis horas infecundas y tristes. Quito sabe si entre sueños te volveré a escuchar. oh, viento qne soplabus de aquel lado del marl ENRIQUE GonzáLez MARTÍNEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y. uventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.