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Alrededor de las ruinosas chozas de obeuras paredes Iabía rosales, claveles, alhelícs, y hasta en las altas cubicrtas de brezo y de musgo, mil pequeñas florecillas atraían. las primeras mariposas blancas, Lx primavera carecía casi de amor en el país de los is landeses y de las hermosas mucheachas de raza bravía que, se divisaban, soñadoras, en las puertas, y que parecían fijar más allá de las cosas visibles sus ojos castaños o azules, Los mozos a quienes se dirigían sus melancolías y sus desecos estaban entregados a la gran pesca, allá, en los mares hiperbórcos. NN Pero, a pesar de todo, era una primavera tibia, suave, tembladora, con ligeros bordoncos de moscas y olores de plantas nuevas. todo aquello, sins Ima, continuaba sonriendo, la ur ana abuelita que marchaba a paso ligero para ira saber la muerte de su último nieto, Llegaba para ella la ho va to, rriblo en que lo iba a ser comunicado aquello que había ocurrido tan lejos, en el mar de la China. Realizaba la sinies tra caminata que Silvestro, ex el momento de morir había adivinado y que le había arrancado sus últimas lágrimas de angustia. Su buena abuelita ancianita, llamada: por la o. Inscripción de Paimpol iba a saber que había muerto. Lila había visto claramente pasar por aquel camino, a do rápida, erguida, e consu mantoncillo obscuro, su paragus. y su gran cofia. aquella aparición le había hecho solivian. lurso, retorcerse con un desgarramiento horroroso, mientras el cnorme sol rojo del Ecuador, que magníficamente se ponía, enteaba por la porta del hospital para verlo morir.
Sólo que allá, él; en su visión postrera, se había repre, sentado aquella eaminada bajo un cielo de lluvia, y la pobre pica, por lo contrario, la realizaba en una primavera buronu, por última vez so hubleso alizado sin cuidarse do sl. pudican romperse sus resortes, En el tercer kilómetro iba encorvaclísima, extenuada, De vez en evardo su zapato tropezaba con alguna piedra y ósto lo producía en la enbeza un choque doloroso, Apresurá base a llegar a st enn, por miedo a caer y tener que ser llo: rada a ella, PAGINA DIECISEIS. Seganda Sección.
a SR. 18 «guojstur opud un «od Opyuoqua oval SOL SOJOULIEL SI s0. 10 SOPUBAT Se eQ SOSO IAVABUL S9 0QAY so ofeq ojtoa ed souopuojapoa opuarqos ejudos anb os JPp esauo e xesoador Jod sosomsoud pe sourefop o SOYL DAQMU Z01(Y NVON ULSA IIS 199 Soy90u e 9juBanp aUSUIepe imsoade OPHLEJSUOO PIQUE 0( Os Ánb exopeu ap znto egonbad SOUIBAL BID NS UL e. JPU 9p SOUIpARÍ SO 9P UQ9uLt un e apoJded os soure9oJo) onb us olexed sepyo ou09sop sezue sofe sozuopuo. tog son. ysuour soto «BAP SOXOJODLJMUL SOMOTOAIOSUL 10D SOWLIVPUBUI ap SEQUIN :OLLOJUOUIO) UTF JO JULIOJEnDO PIAUS 9p SOLOpuo(dsa So sopoj ¿sexowed op soxo op uoisnzoad eu) ze ojod 019. 199 9p SE ap sesodgewr so quamupe uequjoa anb soy od soso. quin souuto ¿A opeopreo oduwo o epmdos us tesed ug EAU sou sopt. tquiose sofo uo) onb soDIppIst so. nso odon ¿Ser BLUE. s0qu0S op oxongm OY UN ESOUJUO SOIL AZ 10 OSIo0 1d 9NT PLOUBL, 9p eLepueq ey tod 09x91qno equnu VIONV (SI. YA uoadvostua PTERRAE 0 1. Un día de la primera quincena de junio, cuando la anciana lvona regresó a su casa, dijéronle las vecinas que ha bín venido a llamarla de parte del comisario de la inscripción marítima, Seguramente se trataba de algo concerniente a su nicto; pero no se inquietó del todo. En las familias de las gen: tes de mar hay con frecuncia algo que hacer en la Inscrip ción; ella, que era hija, mujer, madre y abuela de marinos, conocía aquella oficina desde hacía unos sesenta años, Trataría, sin duda, de su delegación, o, acaso, de algún pequeño alcance de la Circé para cobrar por medio de su procura. Sabiendo lo que merece el señor comisario, se vistió con su ropa buena y con una cofia blanca, y a eso de las dos, se puso en camino, Caminando aprisita con menudos pasos, por los senderos de la costa, encaminábase a Paimpol, un poco intranqui la, a pesar de todo, por el recuerdo de los dos meses que Hlevaba sin carta, Halló a su viejo galanteador, sentado junto a una puer ta, muy decaído, tras los fríos del invierno. Eh, buena moza! le dijo. Ya lo sabe usted. No hay que molestarse. El vestido aquel de tablas que «un conservaba en sus mientes. El her oso tiempo de junio sonreía por doquier en tor no a la anciana, En las pedregosas alturas no había más 10 un sun axe gel au vUYUL ya YN OPIO 00 GIA0UÍARO) La 07m DUO Sp UYIPUIA YU opuenios ¿UJ00p 98 UN OLI jo epaendl ap aja ud puta yu o om 0D un DUO OSAtOOo 1197uops onb tea onb ot op uo «INP Seu par tono Up onb goto 40 0p ajpajdao 9p AE¡NONLEL OPtIRO aa 1d ARO POL 0p vada. peueud onb o. DIJO 08 1000 OPMONUL DIJHDAJIS 1009 ANOS 11 PP AN) ON. Op 10p 9porb as efporA rs pquuny as ab od qa prod «xo raopabis ostdp US 409000JU5 anaoo ad Up my 1109 99. 109 tatdl JO(UA YUI 2d p70u quote Upa os. Ue so JO UPM s0 u9914 outos oyood hy 11 uoa (za 190 JULBO 19 BILLO U( OIDO UGZUOD AL UARDLOD 07 LDA 0poy ua enana od OLIJISpuA, op apodos en WOJub oLuos oprpa apio uppauniciod u9pgu. ojuowour sotuad jo 419 pda 0p 20 uo ¡pana e fommasqo opnpad (9 40 ofuqu 9A01 11 ogons qa tod Hop pad. toJuo sofo 0( 110) Iuop anusa Band OU poa Y mb u9 0Jusoua a 110 la. VAGA 9p Of8GUL OPOZ 0p upeutol van op spuduap UU op Hat no a Lag a Ap op. oq e tugg cod 930 URL 2 ORO tqupunee onb to e 03004 ap aqaor apppad app 0? o, TA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
TO Yu 14 PESCADOR DR ISLANDIA vi La vieja Ivona, que está borracha. Había caído cu terra y los clilquillos corrían tras ella, Ocurrió ésto, precisamente, a la enterada del concejo de Plou bazlanec, en el que hay muchas entra a do hurgo del can pesar de todo, tuvo fuerzas para levantorso, y, tambn Icándose se alejó con su paraguas. La vieja Ivona, que está borracha! los pequeños desvergonzados, acudlan a rolando ea ra a cava, riéndose, Su cofía iba do tenvós, Había entro aquellos chiquillos, algunos. que no eran malos en el fondo, y cuando la hubleron visto blen de cerca, ante su mueca de desesperación senil, se vellraban trlutes y cohibidos, sin atreverse a declr nada. Al llegar ante la cerrada puerta de su casa hunzó rito de dolor, del dolor que la ahojaba y ue dejó caer en un rincón, con la exbeza pegada a la pared. La colla no lo hue bía caído hasta los ojo. quilósela y lu arrojó Loera 01 pobre cofía bonita, tan cuidada antes, Su último vestido de fiesta estaba sucio y un delgado mechón de cabellos, dl un blanco amarillento, surgía de su ceñldor completando un desorden de pobr 1iN

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