Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.

Por Richard Nixor reparaciones In dentadurs desde 1934 y te con testo que le habían practicado algunas extraccio nes, aparte la colocación de un puente en la par te anterior de la boca. Podría usted preguntarle el nombre del dentista que lo llevó a cabo. inquirió de mi Hiss.
Yo apenas podia contener la risa, pero decidi jugar la baza hasta el final. Como se llama su dentista. pregunte Chambers Fue el doctor Hitchcock de Westminster. Maryland. contesto Chambers El testimonio de Mr. Chambers, de ser cier.
to añadió entonces Hiss vendria coincidir!
con mis sospechas de que, en 1984 o 1935 y a par tir de entonces, se hizo pasar ante ml por George Crosley, escritor libre de articulos para revistas Me gustaría saber por el doctor Hitchcock si es cierto cuanto acaba de decir, de lo cual no mal fio totalmente, pues recuerdo muy bien que la dentadura de Crosley se hallaba en un estado de plorable.
Pensé que la comedia había ido ya dema!
siado lejos y dije. Dejando esto aparte, considera usted. Mr.
Hiss, imprescindible cuanto le pueda decir el den.
tista a este respecto antes de que pueda usted!
expresar algo acerca de este hombre. Hiss comprendió que había jugado mal la baza. Tras un largo silencio cambio de tema. Me gustaria que se hicieran algunas pregun tas más. Creo firmemente que se trata de Cros.
ley, pero le encuentro muy diferente en grosor y en otros aspectos, por ejemplo, en lo que se refiere al cabello, frente, etcétera, y en particular.
a sus mandibulas.
seis en punto tenia una cita en el Harvard Club y pidió que se telefonears explicando el retraso.
Dollard se ofreció a realizar la llamada en su nom bre, con el fin de que pudiéramos continuar.
Luego Hiss comentó. Desearis que se hiciera constar en el acta que, cuando me dirigia a la parte baja de la ciudad, desde mi oficina situada en la parte alta, me enteré por la Prensa de la muerte de Harry White, la cual me ha causado un gran pesar, y, por lo tanto, no estoy muy seguro de hallarme en la mejor forma posible para prestar declaración. No obstante, no quiero, en modo alguno, perderme la oportunidad de ver a Mr. Chambers. Meramente, quería hacer constar esto.
Seguidamente, se lamento de que parte de su testimonio del dia anterior hubiera trascendido a la Prensa y dio a entender que el Co.
mité era el responsable.
Finalmente, tras diez minutos de discusión en torno a estos asuntos accesorios, pedi a unos de los miembros del Comité. Mr. Russell, quiere usted traer a Mr. Chambers?
Russell se encaminó a la habitación conti gua, donde se encontraba Chambers. Mientras es.
perábamos sentados, parecieron transcurrir mi.
nutos. En realidad, después de sólo unos segundos, Russell volvió a abrir la puerta y entró acompañado de Chambers. Lo hicieron a través de una puerta existente en el extremo de la estancia. Hiss se encontraba de espaldas a ella. Russell y Cham bers tenían que caminar varios pasos hasta al Consgne en cada circulo sólo una canzar la mesa de su derecha. Mas, durante este tiempo, Hiss no se volvió ni una sola vez para ver a su acusador, el hombre que tantas ganas tenia de ver en carne y hueso seglin dijera.
Simplemente, permaneció sentado, con la mirada fija al frente, a través de la ventana. Cuando Chambers llegó a la mesa, les pedi a él y a Hiss que permanecieran en pie, y aña di: Mr. Hiss, el hombre que ve usted aqui de pie es Mr. Whittaker Chambers. Puede decirme!
ahora si le ha conocido alguna vez. Me gustaria oírle hablar. Quiere usted pe.
dirle que diga alguna cosa? dijo a su vez Hiss.
Seis crisis Capítulo VIII. Si la historia contada por Hiss acerca de Crosley era cierta. por qué no la hizo saber al Comité cuando apareció por vez primera en sesión públi.
ca. Por qué intentó tan desesperadamente eludir el interrogatorio del Comité con relación a los hechos que Chambers habia ya declarado? Cuanto más pensaba yo en la evidencin existente, más convencido me sentia de que, si Hiss había urdido la historia de Crosley, estábamos actuando a su favor al dilatar la confrontación pública hasta el 25 de agosto, facilitándole con ello nueve días más para conseguir que su historia se ajustara a los he.
chos. Merced a su gran influencia en la Administración y entre varios amigos de la Prensa, lo seris fácil conseguir un gran peso de la opinión pública para respaldar su relato y oscurecer los verdaderos hechos del caso. Cuanto más lo pensaba, más me convencía de que no debíamos retrasar el careo. Solamente ganaria el que no estuviera diciendo la verdad, añadiendo un tiempo adicional que le sirviera para reconstruir su caso.
Por tanto, a las dos de la madrugada, llamé por teléfono a Stripling. Le hablé de reunir Chambers y a Hiss ante el Subcomité aquella mis ma tarde, en la ciudad de Nueva York. Deseando la menor publicidad posible, decidimos celebrar Is reunión en un apartamento del Hotel Como doro. QUELLA tarde, mientras nos dirigiamos por tren desde Washignton a Nueva York, leímos en los periódicos que Harry Dexter White, que había negado Ins acusaciones de Chambers y de Elizabeth Bentley sobre su participación en acti.
vidades comunistas, había muerto de un ataque al corazón. El Comité sería subsiguientemente acu sado de preparar el careo Hiss Chambers para el 17 de agosto con el fin de distraer la atención de la muerte de White. Todo cuanto puedo decir es que dichas acusaciones, al igual que otras muchas que se formularon contra el Comité, si bien pue!
den parecer plausibles, son completamente fal sas. Mi propis decisión sobre tal careo fue toma.
mada mucho antes de conocer la muerte de White. las 5:35 de la tarde del dia 17 de agosto, John McDowell abrís la reunión de nuestro Subcomité, tomando juramento a Alger Hiss como primer testigo.
La habitación 1400 del Comodoro tenia el tamaño normal en cualquier salón de hotel. De gran drama sobre el caso Hiss Chambers sólo a.
parecia un rasgo: los cuadros que pendia de las paredes eran las láminas de Audubon.
MeDowell y yo nos sentamos en sillas separadas, de espaldas a la ventana sirviendo como tri buna ante el presidente un velador. Parnell Thomas llegó después. Hiss le facilitamos asiento frente a nosotros, a unos tres metros de la meSR. Chambers le reservamos asiento en un canapé colocado contra la pared, a la derecha de Hiss. No había más personas presentes que otros cuatro miembros del Comité y el informador oficial que registraba las actuaciones. Hiss hizo su entrada en la habitación acompañado por Char les Dollard, perteneciente a la Fundación Carnegie.
Inicle el interrogatorio informando a Hiss de que, debido a la posibilidad planteada por él mismo de que en el caso se hallara implicada una tercera parte (me estaba refiriendo, por supuesto, a George Crosley. el Comité habia decidido que Hiss y Chambers habrían de ser sometidos a careo lo antes posible. Le dije que en esta reunión iba a tener la oportunidad de ver a Chambers.
Desde el primer momento, Hiss aparto de sf todas aquellas anteriores pretensiones de inocente perjudicado. Se mantuvo a la defensiva, apareciendo irritable, belicoso, retrasando la contien da y defendiendo su terreno pulgada a pulgada.
Cuando comprendió que aquella audiencia podia prolongarse mis de diez minutos, alegó que a las ENTONCES yo el pedi a Chambers que dijera cuál era su nombre y profesión. Mi nombre es Whittaker Chambers repuso éste.
Hiss se acercó a Chambers hasta quedar a es.
casa distancia de él y le miró a la boca. Le importaría abrir más la boca. pre.
guntó. Me llamo Whittaker Chambers. repitió Chambers.
Hiss, levantando más la voz, pidió de nuevo. Le dije que abriera más la boca. Mr. Nixon ya sabe a qué me refiero. Quiere continuar ha.
blando. Soy redactor jefe de la revista Time. coutinuó Chambers.
Hiss se volvió hacia mi. Puedo saber si su voz era igual que ésta cuando declaró anteriormente. Su voz. pregunté yo. lo hizo en un tono más bajo. continuó Hiss. Yo diría que su voz es idéntica a la que hemos oído anteriormente comentó McDowell. Podría decirle que hablase un poco más. insistió Hiss, que no parecía todavía satisfe.
cho.
Cogi un ejemplar de Newsweek que había sobre la mesa y se lo di al redactor de Times.
pidiéndole que leyera u poco. Me parece que es George Crosley dijo Hiss pero me gustaría escucharle un poco más. Es usted George Crosley. le preguntó a Chama bers.
Mientras Chambers resnondía, una sonrisa burlonn se dibujó en sus labios. No, que yo sepa. Pero usted sí que es Alger Hiss.
Hiss se puso rígido, como si hubiera recibido una bofetada en el rostro.
Lo soy, sin Ingar a dudas repuso desafiante. No lo he olvidado. contestó tranquilamente Chambers con una sonrisa. cotinuó leyendo el ejemplar de Newsweek. desde el mes de junio, Mr. Harry Truman ha estado buscando un sustituto para ocupar la cartera de Traba do que quedó vacante con la muerte de Lewis Schwellenhach, con la esperanza de obtener la mayor ventaja política posible en dicho nombra.
miento. Esta voz es un poco menos sonora que la que recuerdo como perteneciente a George Cros.
leyle interrumpió Hiss Me parece que esa dentadura ha mejorado considerablemente o se ha operado en ella un gran trabajo dental desde que conoci a Crosley, de lo cual han pasado unos cuan.
tos años. Creo que no me encuentro en absoulto en condiciones de declarar bajo juramento hasta llevar a cabo otras comprobaciones para deter minar si este hombre es o no George Crosley Pregunte Chambers si habla sufrido alguna CUALQUIER duda todavía existente en cuanto si Hiss había conocido a Chambers quedó!
disipada ante esta increíble, y en parte casi peno.
sa, representación. Todo su aplomo habin desapa recido ya. Se había dado cuenta de que su osada maniobra, tratando de negar que conocía a Chambers, había terminado en desastre. Pero no se da.
ba por vencido. Con un odio frío estereotipado en sus ojos, luchó igual que un animal enjaulado, mientras que nosotros intentabamos conseguir da!
él una identificación positiva, que habrin de que dar registrada por el taquigrafo. Ahora bien, es tando su mente ya fuera de control, no peleaba con tanta habilidad como lo hiciera anteriormente.
Cuando le pregunté acerca de su acuerdo con Cros ley sobre la citada renta del apartamento, dijo que no había recibido en pago un solo centavo contante y sonante. No se acordaba de que, jus tamente veinticuatro horas antes, había declara do que Crosley le pagó quince o veinte dólares en efectivo. Siguió insistiendo en que había en tregado a Crosley el automóvil como parte del acuerdo sobre el subarriendo del apartamento, desprendiéndose de él porque no le era de nin.
guna utilidad y sin pedir a Crosley, a quien ape.
nas conocía, ningún pago extra por ello.
En este momento, recordó que Crosley, acom pañado de su mujer y de su hijo, habían pasado con él y Mrs. Hiss dos o tres días en su casa de Street, antes de irse a vivir al apartamento de la Calle 28. y que, en una ocasión, Crosley había hecho un viaje de Washington a Nueva York con los esposos Hiss en el coche de éstos.
Hiss había hecho a Crosley algunos pequeños prés.
tamos, que ascendían unos 35 40 dólares, al.
gunos de ellos incluso después de que Crosley no le pagara el alquiler. En diversas ocasiones, Cros.
ley había permanecido quince días en casa da Hiss, debido a no encontrar habitaciones libres en el hotel.
Cuanto más prestaba declaración, más evt. dente resultaba que su conocimiento con Crosley distaba mucho de ser casual, a pesar de sus protestas iniciales. Basándose en su propio testimonio, se inferia que lo había conocido muy bien.
TRIPLING salió al paso oportunamente a este respecto. Cuando Mr. Chambers entró en esta habla tación y se acercó usted a él pidiéndole que abrie.
ra la boca dijo. tuve la impresión de que es taba usted basando su identificación en el mero aspecto de su dentadura superior. Ahora resulta que se trata de una persona a la que conoció!
por lo menos, durante varios meses. Le conocís usted tan bien que lo tuvo como huésped en su casa, le regalo un viejo automóvil Ford. le per mitió usar su apartamento o se lo alquilo y. iy lo único que se le ocurre comprobar es su den tadura. No hay nada más en los rasgos do este hombre que le permita a usted afirmar de finitivamente he agus guien yo conocí como George Crosley para que tenga que recurrir ex.
clusivamente a su dentadura. Es esta su posl.
clón?
Hiss, scorralado, hizo una salida desespera dai Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.
Este documento no posee notas.