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LA VIRGEN de GONZALEZ MARIN Ni los agros catalanes, salpicados de masias, con sus viejos paredones cuya vera se entrelazan las aulagas; ni los ventorros castellanos, por tieis de senectud, augustas tal que pellejos resecos bajo un sol de ex gloria, on sus paneras ahitas del de hogaza; ni los trojes enhiestados sobre el o de los sembradíos; ni los hórreos abundosos entre las vacadas mansas una Asturias evangélica, ni la aspereza de los campos extremeños, ni el ervor ce las aguas en las costas levantinas, donde es fama que el arroil crece con lozanía, son ni pueden ser tierras más hermosas y jocunus que aquella del sur, por entre cuyos repechos y taludes, a la soma de olivares y sobre las combas desnudas de los campos de vid, esn los pueblecitos rinconeros de la Málaga bendita. Daba Dios entons para todos, y en verdad que las alquerías enjalbegadas eran una la sinfonía de blanco sobre el pardo viento de la arboleda. en el gar había racimos hasta más arriba del socarrén de los cortijos, y el bodegón estaban los toneles rebalsándose hasta los calces jugo de los campos de aceituna mal que bien, un año y otro se iban pasando, entre penas y fatigas, rumbo hacia muerte.
Apacibilidad de pueblos, encaramados en la fronsidad de los montes, o asomados al vértigo de los bindes taludes. El Chorro. Ronda. Carta. Coin. Campanillas. Almuñe. Torre del Mar.
Retornos tardios del aprisco con las ups del cabrerío gordas y prometedoras.
garras Zumbadoras en los balartes y ba.
los algarrobos. Sol de España.
Una fe cnduluza. aigo tan intimo como un nervio mantenía aqueIla reverencia. Silenciosos y concentrados, como pergaminos verticales, allí acudían los hombres cuando la aceituna se daba mal y la uva salía agria. Llorosas, con ese luto de siglos que lleva España, también llegaban las hembras del pueblo, y hasta de muchas leguas a la redonda, para im.
plorai el favor de lo irremediabla. hasta el Santuario llegaban los más liberales. aquellos que habían vuelto del Cuartel hechos ateos. cuando la fatiga y la angustia les ponía un nudo en la garganta. hasta del mar, a muchos tiros de escopeta, subía gente de la playa, porque la sardina andaba escasa y mal año se preparaba con la miseria de la calderilla. al regreso de la promeso, todos se sentían más reconforta dos y más fuertes, que no en balde estaba allá en el pueblo la Virgen de los Remedios, desde y cuando los Católicos la regalaron al pue.
blo. Pues dicen los que saben que fue la propia Isabel, y no se recuerda por qué. Vientos de odio. En dónde comenzó aquéllo y hacia dónde y en dónde terminaría? Lo locura de don Quijote no tiene principio ni tiene fin. Hay algo en la raza que se pierde en la nada como los latigazos. Turbas enrojecidas, azadones levantados, picos enhiestos, puños, sangre Rosearon los campos con llamas en vez de olivos y tornáronse en rojos en vez de pardos. Las tardes estaban cargadas de sangre y la cantinela de la arboleda trocose en un himno desaforado de violencia. también el Santuario de los Remedios, que antes era una llama blanca, se con virtió en una llama roja.
La milagrera, la que desde su peana, era novia de todos, ardió el cielo. La mística una fe interior como un nervio agregaba una llama más a la lámpara de su desesperación.
Era fama en toda la contornade que aquella virgen de los medios. milagrera. conce. sus favores a la feligresia Il sembradío y de los playo. a Cártama, en ringlas votas acudían las mozas Þndidas del mal de amores, los viejos gotosos, y las ma.
es del hijo en Africa. y era chorear de dolor a los pies del Into de la milagrosa imagen, cuya ha corría de boca en boca, escaloLida la fama con ribetes de milagro. eran de ver y oír, cuando se enfiestaba pueblo, y sonaba a música en el paseo y me.
deaban los buñuelos, y más chicos se volvían tejeringos y más sabrosas las migas, y las mo.
ps sacaban el percal mejor y los mozuelos desbalaban el de pana, como sonaban allá, en lo alto del htuario, las campanas de la Virgen, que pregonaban a todos los vienlas excelencias de la milagrosa imagen que desde lo alto de su kana abría sobre todos una sonrisa.
Mística española, silencicsa, trágica, que parece avanzar por entre pida con el rumbo fijo en la punta del destino Los más doctos. y también las más beatas aseguraban que des.
aquella fecha, Cártama tenía alfombras de rosas en sus sembrados y itio en lo más alto, y que ni Alora, ni Coin, ni Bobadilla, ni Torremolinos Sicn vanagloriarse de una prez y honra como aquella de poseer, en lo dei pueblo, Santuario tan blanco y Virgen tan milagrera. los de Cártama. era de oírse en los campos achicharrados de velo decían en las coplas, jubilosas o adormiladas, como si cantaran Badas de amor a una novia de todos.
Paredes tenegridas TOtas. Escombros, luto. La contornada está sembrada de odio y florecen los rosales y los brezos, los zumaques y los almendros, el níspero y el clivar con amargos frutos. Pobre Virgen de los Remedios que se vistió con un último manto en rojo de llamas! en el fondo de todos, como un rezo de muerto, debió quedar aquella contricción honda y trascendente La Virgen de los Remedios no fue quemada.
Escombros quedaron del Santuario, barridos sus mantos y aventados al aire de las crestería sus cenizas pero el milagro de su milagro lo había hecho un feligrés.
Trabajillo le costó convencer al párroco, pero, católico y andaluz, ai fin la virgen fue arrancada de la peana días antes de aquellos días. En su lugar pusieron otra. lu imagen de Cártama salvó su vida en el baúl de González Marín, juglar de la gitanería. Penila de las soleares y alegría de los fandangos.
Allá en lo alto del Monte está la de los Remedios.
bo de las bulerías, seguirillas andariegas, coplero popular de un pue.
camino a la muerte y a la gloria.
En Cártama hay una virgen con mantos de pedrería.
Bordoneo de guitarra en colmados y parrales, fantasía de una raza mizando de amor y de bravura. Olor de incienso y manzanilla, liturgia amenquismo, eternidad y muerte.
Volverán a ser las tardes apacibles, y volverá el campo a achicha.
rrarse de sol, y por los regatillos y los robledales se enhebrarán de nuevo las coplas a la Resucitada. todo se colmará de paz. habrá aceite en la bodega y pan en la panera y trigo en el troje y zumo en el lagar. enhiesto como un banderin de concordia, de nuevo el Santuario lucirá el jalbegue a los plenos días del verano pródigo, entre el clamor del cigarral. otra vez como desde siempre. vendrán los hombres a pedir por la oliva y la sardina. La paz de los campos renacerá justa y solemne. la inmovilidad de los paisajes apenas será rota por algún perrillo andariego y sin rumbo. por los caminos fatigosos, tal que el humillo de los ventorros.
Ja hora 11 DE OCTUBRE DE 1937 Pág. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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