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10 LA REPUBLICA, Lunes 28 de abril de 1975 LA REPUBLICA Rodrigo Madrigal Nieto, Director Julio Rodriguez Bolaños, Subdirector Yehudi Monestel Arce, Jefe de Redacción Alvaro Cedeño Gómez, Gerente General Do Re Mi Si una compañía extranjera o nacional soborna o intenta sobornar a un funcionario, comete un delito, pero no por ello quien acepta el sobomo está libre de culpa.
Una coyuntura excelente para el Gobierno Hemos leido en estos días los más emotivos y extraños argumentos para censurar a la compañía bananera que metió los escarpines en Honduras y para salvar al funcionario responsable.
Hay personas que todo lo justifican y defienden, máxime cuando se trata de cuestiones de indole moral. Sin embargo, no conviene que este método se difunda en demasia.
Aunque quien ofrezca un soborno sea un potentado o la compañía más poderosa de la tierra, se supone que funcionario escogido para hacerle el ofrecimiento o para lancearlo no es un enfermo mental o un robot sin voluntad, ni razón ni libertad.
Ninguna empresa o individuo tiene tanto poder en el mundo como para obligar a un funcionario público a aceptar una platilla. Si este la acepta, señal de que le gustó que le lancearan. Si la propuesta ofendió sus sentimientos morales, está obligado a formular una denuncia, cualesquiera sean las consecuencias.
Se le infiere un perjuicio enorme al país callar en estas situaciones.
Hay delincuentes que deben ser denunciados, pues son frutas podridas que corrompen al resto.
Por guardar silencio la corrupción se entroniza en un país y los corruptores viven a sus anchas. Cuando todo el que reciba una propuesta de estas, formule una denuncia pública, algunos tendrán un poco más de recato.
La reunión de un grupo de sacerdotes con el Presidente de la República en San Rafael de Heredia, el miércoles pasado, para conversar con él sobre reforma agraria y otros temas de interés socialno debe considerarse como un acto protocolario, sino como lo que es: la angustia de los sacerdotes por la triste situación en que se hallan millares de costarricenses, sobre todo en el campo, y su deseo de contribuir, en la medida de sus posibilidades, a resolver tan graves problemas.
Esta reunión representa un eslabón más en el esfuerzo sostenido de los obispos y sacerdotes de Costa Rica en el campo social, uno de cuyos antecedentes más luminosos fue el ilustre arzobispo de San José, Monseñor Sanabria. Pero, no es sino en estos últimos años, cuando, después de aquellas jornadas sociales de la década del 40, los sacerdotes y obispos se lanzan a una participación más decidida en el terreno práctico, y no sólo en el de los planteamientos doctrinarios. Estos son necesarios, pues forman la base de cualquier praxis social, mas la participación directa y pública debe también hacer su aparición, sin temor ni temblor, cuando los dirigentes políticos necesitan apoyo, cuando la injusticia ha echado sus reales en el país, cuando los funcionarios se apartan de sus objetivos fundamentales y cuando los ciudadanos, sumidos en la angustia, necesitan escuchar la voz de sus pastores.
En estos meses, hemos escuchado, asimismo, los planteamientos de Mons. Arrieta, en Guanacaste; los de Mons. Ignacio Trejos en San Isidro de El General y el documento publicado sobre reforma agraria por un grupo de sacerdotes reunidos en Alajuela.
No se trata de la intromisión de la Iglesia en cuestiones seculares o mundanas, como alguien podría interpretarlas, sino de una preocupación nacional, que en esta hora interpreta la Iglesia por boca de sus sacerdotes y obispos.
Mas, no sólo los sacerdotes y obispos han hablado. Las voces que han surgido en estos meses en torno al problema agrario y a la situación del campesino costarricense han sido clamorosas, de parte de los más diversos sectores del país. Qué ha de hacer el Gobierno en esta coyuntura? Pocas veces hemos visto en estos años mayor colaboración y espíritu de unidad en torno a un asunto nacional. El sentido común aconseja, pues, que ante tan despejados horizontes el Gobierno recoja todas estas voces en un solo haz y formule planes concretos y visionarios, a fin de que la frustración no siga haciendo presa del país y el campesino costarricense sea redimido.
La táctica de remitir tres proyectos a la Asamblea Legislativa con el fin de abrir debate sobre la cuestión agraria no parece, por ello, la posición más seria y conveniente. En primer lugar, el tema de la reforma agraria es de sobra conocido en el país. En segundo lugar, lo que se necesita en estos momentos son soluciones, no debates teóricos.
Dirigentes políticos, funcionarios y técnicos han de hacer ante el problema agrario del país un acto de humildad. El fracaso ha sido estrepitoso y, lo que es más grave, muchos se han mofado del campesino al presentarle soluciones burocráticas inaplicables o estériles o al convertir el tema agrario en fuente de demagogia.
No bastan los créditos para resolver la situación del campesino costarricense. Esta es una medida simplista e ineficaz para el campesino que carece de bienes, de garantías propias y de tierras. El problema es mucho más complejo y las soluciones han de ser más profundas.
Si el Gobierno de la República no aprovecha esta excelente disposición de todos los sectores del país orientada hacia la ejecución de una reforma agraria seria y eficaz, habrá cometido un craso error histórico.
El consumo de drogas y el negocio de los traficantes de estos productos no serían tan rentables y corrientes, si quienes reciben este tipo de ofrecimientos, no sólo los rechazan, sino que denuncian al corruptor.
Desgraciadamente, a veces por amistad, por miedo, por compasión o por una mal entendida lealtad no se denuncia al delincuente, sino que se le encubre con el silencio. el silencio equivale a complicidad. En cuestiones tocantes a principios vitales de la sociedad, hay que jugársela. como se dice corrientemente.
Hay muchas formas de soborno. Unas son directas y descaradas. Otras son indirectas o veladas.
Hay otras más dificiles de discernir. Son aquellas en que el soborno o la compra no aparece directa ni indirectamente, ya que depende de la voluntad o intenciones del oferente. Hay personas, por ejemplo, para quienes todo favor entraña una compra, un soborno, es decir, un condicionamiento de la persona.
Tanto se ha extendido esta idea que en algunos se ha encarnado. Por ello, oiremos con frecuenca que, cuando alguien censura los actos de un gobierno, de un funcionario, de un dirigente o de un partido, lo primero que le enrostran quienes han nadado en estos negocios es su ingratitud hacia el partido, hacia el Gobierno o hacia el dirigente.
GARROTERAS Como si recibir una beca, aceptar una invitación, rendirle amistad a alguien o, simplemente, pertenecer a un grupo o a un partido es sinónimo de servidumbre por los siglos de los siglos.
LO QUE YO ESPERABA EL CHANCHITO Es NUESTRO En el círculo de la mafia se compra el silencio de los miembros mediante la comisión de algún delito. La condición, por ello, para pertenecer a estos grupos es equipararse a los demás en el crimen o en el robo. Hecha tabla rasa de toda virtud, el delito se entroniza.
SISTEMA BANCARIO NACIONAL Pues bien, la comisión de un delito dentro de la mafia equivale a la compra de conciencias en otras agrupaciones, mediante toda suerte de instrumentos o recursos.
BANCO POPULAR GRR Por ello, en circunstancias excepcionales o vitales para el país no se puede callar, cualesquiera sean las consecuencias, las amenazas o las represalias.
lalo?
Callar en estos casos es rendir tributo al delito y al delincuente.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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