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LA REPUBLICA, Lunes 29 de diciembre de 197513 Los pobres parques y la insolencia El ensañamiento más grande del costarricense es con los parques. lo digo así, porque no hay manera de meterle a la gente en las entendederas la forma correcta de caminar en ellos. De nada vale que la Municipalidad se desvele sembrando flores, haciendo callecitas empedradas y colocando fuentes luminosas. El ensañamiento popular da al traste inmediatamente todo ello.
Porque el costarricense todo lo hace al revés y de acuerdo con su clásica vagabundería y proverbial desorden.
Ricardo Blanco Segura con El tema ha sido tantas veces tratado, que no creo que valga ya la pena referirse a él. Sin embargo, puede ser que alguien que haya atentado a la belleza de nuestros parques, reflexione leyendo estas líneas; con una sola persona que ganara para la causa que aquí defiendo, me bastaría, porque sería un destructor menos de parques.
Tomo como ejemplo el Parque España. Por mi trabajó en el Liceo Napoleón Quesada, debo bajarme del autobús diariamente frente al nuevo edificio del Instituto de Seguros. Pues bien: el Parque España tiene anchas calles, destinadas especialmente a los transeúntes. La gente no las usa. Cuesta mucho, pero mucho! dar una pequeña vuelta y tomar el camino correcto; es más fácil, subirse a los sitios en zacatados.
pasar por entre los macizos de flores y hacer un camino de tierra, lodoso en invierno y polvoriento en verano. Al costarricense poco le importa la destrucción de una flor o la muerte del césped. Al costarricense le importa su comodidad. Al diablo con las flores y los zacates y las hojas! Ande yo caliente y ríase la gente, tal parece ser su consigna. así, con esa mentalidad, van cayendo poco a poco nuestras bellezas naturales, las pocas que tenemos en una ciudad asfixiada de humo y enloquecida de ruidos.
el busto de don Mauro Fernández, es de medio ver, Sólo el tramo en que está el busto de don Mauro Fernández, es de medio ver. Tal vez el parque Nacional, sea el único que aún se defiende de la insolencia de los josefinos. esta destrucción ha llegado hasta pequeños detalles, que, por serlo, afean la ciudad de una manera asombrosa. Frente a la iglesia de la Soledad está el árbol nacional: el Guanacaste. Pues bien: ese árbol está sembrado en un redondel enzacatado, hasta hace poco muy hermoso. Como a la gente le cuesta tanto dar una pequeña vuelta para caminar por el Paseo de los Estudiantes, comenzaron los peatones a pasar encima del zacate frente al árbol; tal fue el daño causado y tan horrible su aspecto, que la Municipalidad tuvo que rellenar con cemento el camino de barro que se había hecho, quedando aquello espantoso. lo mismo sucede en los edificios, en los colegios, en las instituciones, donde quiera que haya una zona verde. La gente siente la morbosa complacencia en pararse encima de césped y flores hasta no dejar nada. Con gusto aprobaría yo la creación de un cuerpo de policía municipal para vigilar los parques.
Una buena multa o arresto para el que camine por donde no debe, y asunto arreglado. Tal vez así sepamos apreciar lo bello. Como que al fin y al cabo este pueblo, como dice mi buen amigo León Pacheco, sólo entiende como los bueyes: al chuzo.
Indiscutiblemente pocos pueblos de la tierra son tan insensibles a la belleza, como el costarricense.
Con el cuentico de los más maestros que soldados.
y otras frases zalameras con que nos autohalagamos, creemos que aquí la cultura, la belleza, el interés artistico, etc. son el non plus ultra de nuestra idiosincrasia. Pues no es así. Porque tarda alguien en sugerir una idea en aquel sentido o en realizar una obra para deleite del ornato público, cuando el pueblo se encarga de destruirlo.
El Parque Morazan es otra víctima; el pedazo que está frente a la Escuela República del Perú, es una vergüenza, por obra y gracia de las niñas escolares; inútil sería enzacatar de nuevo, porque de nuevo estaría destruido a partir de marzo. La parte que está frente a la parada de autobuses de Guadalupe y Moravia payudeme a decir! Sólo el tramo en que está Desaire de Mao a Francia supone Le Monde de Ambrosis con Es regla en la redacción de Le Monde de París, el tratar con deferencia los gobiernos de los países los cuales Francia mantiene relaciones diplomáticas. Sin embargo, nos sorprendió advertir cierta acidez comentando el reciente viaje del canciller francés a China Comunista, acaso preludio de la visita oficial, el año entrante del presidente Giscard Estaing. Claro que el texto no era desairado, ni descortés, ni siquiera desaliñado, ni poco elegante. Desde luego, no habría por lo demás, no puede ponerse en duda la obsequiosidad vocabularia de los chinos, motivo: ya sea de Pekin o de Formosa: los mandarines no emplean con sus interlocutores extranjeros un lenguaje incorrecto, y si lo hicieran involuntariamente, el traductor es lo bastante hábil para rectificar el verdadero pensamiento de su jefe, apelando a las voces académicas adecuadas que abundan en la fraseología inglesa o francesa.
Pero volvamos a nuestro asunto: Según la prensa parisiense, la visita del ministro Sauvagnargue al Continente Chino, en misión oficial, no tuvo el éxito que se contaba en la Ciudad Luz. Con conceptos muy comedidos, Le Monde da cuenta sus lectores que las conversaciones del jefe de la diplomacia francesa con su homólogo de Pekin, aunque corteses y cordiales, no tuvieron resultado concreto.
Por su parte, el ilustre viajero, antes de regresar a Paris, celebró en Pekin una conferencia de prensa con los periodistas que le acompañaban; que su viaje formaba parte de las consultas regulares con las autoridades chinas. No era otra cosa.
francés no tuvo ocasión de saludar a Mao Tse Tung. Le Monde reveló también que los chinos del continente consideran que los precios franceses son insuficientemente competitivos. Esto se traduce por la nulidad de sus intercambios comerciales.
En materia política, en Pekin se habló del invariable disco de la detente; pero cada quien se quedó en sus posiciones.
Resumen: nada nuevo por el momento.
Los puntos de vista entre ambas capitales son distintos. Es decir, como diría el otto: opuestos. En globo, para estar de acuerdo con el ministro francés de Relaciones Exteriores, se trató de un viaje de rutina.
Por nuestro lado, pecaríamos de exceso de optimismo si admitiéramos que Pekin hizo gala de amplia hospitalidad durante su breve estancia en el continente.
Juzgamos la actitud de su Gobierno singular con un amigo sincero del régimen. Verdad es que el protocolo de PEIPING (así se llama su capital en chino. continúa siendo arrogante y jerárquico en extremo, a despecho de su comunismo leninista marxista, es decir, en claro, todos los chinos del continente son iguales, con una excepción que vale su peso de oro: Mao y sus lugartenientes.
Paris, diciembre 1975 agasajado de acuerdo con su rango, por el jefe de Estado, por el canciller y demás altos personajes de la nación francesa.
Hubo banquetes en el Elíseo, en el Quai Orsay, en el Teatro de la Opera, en su honor. De ahí que el discreto diario Le Monde se pregunta con cierta sorpresa. Se halla enfermo también el honorable Teng Hsiao ping (como Chou En para ignorar la presencia en la ciudad prohibida del ministro Sauvagnargue. menos que su envidiable jerarquía de interlocutor principal de los huéspedes presidenciales (Nixon, Ford, Giscard Estaing. le obliguen a hacerse más avaro de audiencias con respecto a los ministros de paso por el continente chino.
Acaso, sea cuestión de protocolo.
Debemos consignar, que monsieur Sauvagnargue, había solicitado audiencias a ningún dignatario maoista, dejando al Gobierno preparar el programa oficial de su breve estancia en el pais, como es costumbre. Digamos para terminar, que el ministro Sea lo que sea, estos contactos de simple rutina. estas impresiones no reflejaban esta vez excesivo calor verbal.
Esto no obsta para que la audiencia con el colega chino se prolongara unas cinco horas, y otra hora con el viceprimer ministro. la recepción que el distinguido embajador de Francia Pekin ofreció en honor de su canciller, asistieron los dos altos funcionarios chinos citados, pero se notó el vacío del más elevado dignatario chino después de Mao, el Hon Teng Hsia ping. Sin embargo, este mandarin, en su reciente visita oficial Paris. había sido en no a a Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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