Guardar

12 LA REPUBLICA, Lunes 26 de enero de 1976 EDITORIAL Do Re Mi Costa Rica no es la Avenida Central.
Reformas electorales Pero, al parecer, tenemos mentalidad de Avenida Central.
Cuando el Dr. Constantino Láscaris publique una nueva edición de su magnífica obra El costarricense. haría bien en agregarle un capítulo sobre este tema. Este cabría en el capítulo que don Constantino le consagra a la noción de espacio y tiempo en el costarricense.
a Tener mentalidad de Avenida Central significa creer que el mundo, la historia y la civilización, lo pasado, lo presente y lo futuro, se reducen a los setecientos u ochocientos metros que forman esta calle.
En síntesis, se trata de pensar y hacerlo todo en chiquito, a poquitos y a raticos. Esta es nuestra dimensión histórica y nuestra visión del progreso.
Ninguna vitrina más abierta y luminosa para reconocer la mentalidad de Avenida Central que el cierre de la Avenida Central.
En noviembre se reunió el Concejo Municipal. Sesión solemne. En la agenda aparecía un asunto que conmovería los cimientos de la Patria: el cierre de la Avenida Central para los vehículos y su correspondiente apertura para los peatones, la contraparte de los vehículos.
El diputado Guillermo Hernández Cordero ha presentado a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley con el fin de reformar los artículos 75 y 81 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Elecciones y del Registro Civil, así como varios artículos del Có.
digo Electoral.
En general, las reformas parecen convenientes, pues tienen como fin acrisolar el sistema electoral y expeditar las obligaciones de los votantes, a la vez que reforzar el sentimiento cívico de los costarricenses.
Quizá los organismos electorales de berán trabajar con mayor eficiencia y tesón, si estas reformas se aprobasen, más esto no puede ser motivo para que sean rechazadas.
Con todo, deseamos formular algunas observaciones. En primer lugar, en cuanto al artículo 49 del Có.
digo Electoral vigente, sobre la integración de las juntas receptoras de votos, no es necesario que los dos delegados del Tribunal sean remunerados. Estas labores deben realizarse con desinterés y hasta con sacrificio personal, si fuese necesario.
Hasta donde sea posible, se ha de evitar que ciertos deberes cívicos o determinadas prestaciones de servicios al país lleven el antecedente o condición del pago.
Seria contradictorio que quienes sacrifican tiempo y hasta dinero en actividades deportivas trabajen gratuitamente y que se remunere a quienes, una vez cada cuatro años, sirven al país en el campo electoral, básico para nuestra democracia.
En esta reunión borrascosa e histórica la mayoría municipal acordo cerrar unas cuantas cuadras de la Avenida Central a los vehículos.
車重 introduzca algunas reformas referentes al control de gastos de la campaña que realizan los partidos politicos.
La experiencia nos indica que los partidos políticos derrochan el dinero manos llenas en las campañas electorales en actividades o gastos absolutamente innecesarios. Es preciso, dado que buena parte de estos recursos provienen del Estado, es decir, del pueblo, que haya un control efectivo y sistemático en estos gastos. Dudaríamos, con razón, de la sinceridad en la aprobación de las reformas propuestas, si los diputados no acometen esta empresa, quizá perjudicial para los intereses personales de ciertos negocios politicos, pero necesario y beneficioso para el país.
En tercer lugar, nos parece acertada la iniciativa de entregarle al votante, una vez satisfecha su obligación, una tarjeta constancia de votación. que se ha de exigir, junto con la cédula de identidad, cuando ésta se requiera. Esta reforma corre parejas con la sanción que se ha de imponer, como lo pide el proponente, a quienes no cumplen con este deber civico. Si la Constitución Política determina que función cívica primordial y obligatoria el votar, debe haber alguna sanción para quienes incumplen este mandato.
Quizá esta disposición encuentre oposición en algunos sectores politicos y no políticos, más no sólo es lógica, sino que entraña una lección saludable para los ciudadanos, sobre todo en un país, como el nuestro, en el que el fervor cívico no es, por cierto, de nuestras características.
Además, la obligación de votar, expuesta en estas condiciones, implica, a la postre, un cambio de mentalidad del costarricense hacia sus deberes cívicos.
De inmediato, el país se dividió en dos partes: los que estaban a favor del cierre y sus adversarios. Aún quienes nunca habian puesto el pie en la Avenida tomaron partido.
De inmediato, en una blitzkrieg. sin parangón en la historia nacional, el municipio capitalino, deseoso de demostrar su autoridad y su imperio urbano, saturó de maceteros o especie de orinales públicos la Avenida Central.
事事 es Y, entonces, comenzó otra polémica sobre los maceteros.
El Ministerio de Cultura intentó culturizar un poco esta Avenida con algunas actividades extracomerciales y extrapeatoniles. Sin embargo, el toreado municipio josefino se opuso rotundamente. Ganaron las macetas.
2016 Como había que ganar la batalla contra el cierre de alguna manera, se inventó la tesis de que el tránsito se había tornado insoportable por la decisión del municipio. De este modo, un mal viejo de San José entró en la danza y dio armas a los anticierristas o aperturistas.
una 本事 En segundo lugar, si conviene al país acortar la campaña electoral, como lo propone el proyecto, así como suprimir la propaganda y el proselitismo del 16 de diciembre al de enero anterior a una elección, sería bueno que el diputado proponente Como el pleito sobre las macetas podía echar abajo al Gobierno, el municipio pintó las macetas, con lo que, además de mentalidad de Avenida Central, brindamos una clara y nueva demostración de polos rematados.
Pero, bajo cuerda seguía la pugna. Los cierristas, empeñados en que se les cerrara la Avenida a los vehículos y se abriera a los peatones, y los aperturistas, interesados en imponer los derechos de los vehículos sobre el honor de los peatones.
Tras luengos y vehementes debates, en los que participaron ministros, funcionarios, magistrados, futbolistas, asociaciones pías, cámaras de ganaderos, comerciantes, intelectuales, artistas, mechudos, y toda suerte de peatones y conductores de vehículos, aparecieron los hoteleros, esto es, aquellos que poseían algún hotel en 200 metros de Avenida Central.
Targe de este modo, la Municipalidad de San José fue el coso y palestra de nuevos debates, hasta que ganaron los hoteleros. la Avenida Central abierta a los peatones se le quitaron 300 metros en beneficios de los vehículos y de los hoteleros, ya que ante el rey turista todo Costa Rica ha de prosternarse. Costa Rica bien vale un dólar.
Y, así, lo que fue una decisión municipal, único cambio habido en San José en 150 años de vida republicana, después de la apertura, a poquitos y a raticos, de la Avenida Segunda, se redujo a unas pocas cuadras de Avenida abierta. Todo en Chiquito. NO!
lal to si un pueblo no puede siquiera abrir una vía pública para ponerla al servicio de los ciudadanos y si una decisión tan simple exige tantos debates, trifulcas, pleitos, polémicas, tortas, errores, deficiencias, metidas de escarpines y cosas raras, mejor quedémonos como estamos: todo a raticos, en chiquito y a poquitos hasta el fin de los siglos.
Esa es nuestra mentalidad. Cualquier soplo o presión echa por suelo cualquier decisión.
Un pueblo en chiquito, a raticos y a poquitos.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

    Democracy
    Notas

    Este documento no posee notas.