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8 LA REPUBLICA, viernes 13 de febrero de 1976 Do Re Ai EDITORIAL La violencia o las consecuencias del diálogo a medias.
Quienes regresan de Guatemala exaltan la eficiencia y responsabilidad del gobierno.
000 El Presidente de Guatemala, sus ministros, sus funcionarios, sus militares han trabajado intensa y eficazmente. Han Imperado el orden y la organización, hasta donde estos valores pueden lograrse tras una tragedia.
000 Un grupo de diputados abrió debate en el seno de la Asamblea Legislativa sobre las actividades y procedimientos del Sindicato de la Empresa Privada SINDEP, que, en estas semanas, ha estado llevando a cabo una intensa y dura campaña contra el Gobierno de la República.
No ha habido pillajes, ni los militares se han robado la ayuda internacional, ni el gobernante ha metido en su cuenta bancaria el dinero recibido. Guatemala ha procedido con grandeza y responsabilidad.
000 Sin embargo, en esta maravillosa demostración de pundonor y sacrificio aparece un lunar: su negativa a recibir los aviones de la Fuerza Aérea Británica, que transportaban ayuda para los damnificados del terremoto.
000 ¿Razones? Una sola: Guatemala reclama la soberanía sobre la vecina colonia británica de Belice.
000 El Daily Express dijo al respecto: Los instintos caritativos del pueblo británico han recibido un repugnante rechazo. Las víctimas de la decisión del gobierno guatemalteco serán sus propios ciudadanos. El pueblo británico, que dio cuanto pudo a Guatemala, podría muy bien decidir no dar ayuda a ningún otro lugar donde ocurra un desastre.
la per 000 Es lamentable.
000 Si nunca hay que darles cabida al odio y al rencor, menos en las horas de tragedia, ante el imperio de la muerte.
000 El gobierno de Guatemala, que nos ha impresionado por su eficacia y trabajo, su organización y autoridad, su honorabilidad y responsabilidad, ha de recapacitar y rechazar cualquier sentimiento o posición que no corresponde a la majestad del dolor y al amor que a todos ha de unirnos en la desgracia.
000 La dignidad se demuestra en otras oportunidades y no ha de confundirse con el agravio. Ya Guatemala ha dado pruebas inequivocas de su dignidad. Que el Gobierno deje a un lado esta tentación, que se olvide de Belice por unos días y que abra sus fronteras a todos los países del mundo.
000 pocos días, los más soeces insultos, los más vulgares e indecentes ataques contra los costarricenses que se oponen al actual Gobierno. Si molestan los ataques contra el Gobierno. acaso no lastiman los ultrajes y el uso de vocablos de bajos fondos en la Asamblea Legislativa contra los ciudadanos. Recordamos, asimismo, otras sesiones de la Asamblea Legislativa en las que, sin miramiento alguno, dos diputados liberacionistas colmaron de insultos a representantes de este periódico, así como a empresarios y profesionales, por haber denunciado graves incorrecciones y por habernos opuesto a manencia en el país de un estafador internacional.
Hacen bien quienes buscan, en todas formas, el juego limpio, la pureza del lenguaje y de las intenciones, la denuncia concreta y probada. Mas. cuál es la respuesta del Gobierno, de sus funcionarios o de los diputados en estas ocasiones. El insulto procaz ha sustituido al diálogo. El temor de dar cuenta de sus actos ha arrumbado la ética. La búsqueda de extraños e inconfesables designios ocultos ha evadido la respuesta sincera honrada.
El diálogo, en fin, ha perecido y, en su lugar, se levanta el ataque duro y sin piedad, y cuanto más sonoro y cinico sea el silencio de los acusados, más subirá el tono de los ciudadanos y de sus denuncias. Cuál será la consecuencia. La pérdida de fe en la institucionalidad y en el sistema democrático. ¿quiénes serán los culpables. Acaso los que denuncian o atacan. No será, más bien, el silencio de los denunciados obligados, por ley y por moral, a dar cuenta de todos sus actos, hasta los más ocultos, en el ejercicio de sus funciones. ¿quiénes serán los beneficiarios de este estado de cosas, de esta ruptura del diálogo, en la que hay libertad de expresión, mas no derecho de respuesta. Sin duda alguna, los extremistas, siempre a la caza de cualquier desliz o quebranto para llevar agua o su molino de violencia. Hay vehemencia en el ataque. Hubo incorrección y cinismo en el delito. Hay molestia en la denuncia. Hay dolor profundo en el ciudadano que ve pisoteadas la ley y la moral pública. Hay deseos de reprimir al que denuncia en lugar de responder gallardía. Hay conciencia de la falta.
Moraleja: el funcionario, el político, el dirigente no han de dar pie para el ataque o la denuncia. Si esta es producto de la mala fe, por sí sola sucumbe. Si se apoya en pruebas, el funcionario se desprestigia y la corrupción se afirma, si no hay voluntad firme de enmienda humildad en reconocer los yerros cometidos.
No compartimos el contenido de ciertas manifestaciones de este sindicato ni participamos de él. Sin embargo, en cuanto al debate legislativo en sí, nos interesa resaltar un punto, comentado en diversos editoriales, por este periódico: el derecho de respuesta de parte de los funcionarios públicos, como contrapartido o correlato de la libertad de expresión.
Concordamos con quienes se han referido al peligro de formular denuncias vagas o sin sustento, con la pretensión no de afirmar la moral en la Administración Pública o en la sociedad, sino con el objeto de escandalizar. Este método consolida y extiende la corrupción, y, además, debilita el sistema democrático e induce a los ciudadanos a perder la fe en la institucionalidad y en el régimen cho. Este sistema acarrera una lamentable consecuencia, como ha ocurrido en varios países, otrora modelos de civilidad y democracia: el triunfo de los extremistas y la entronización de la violencia.
Pero, también se afianzan la corrupción y la desconfianza en el régimen democrático, cuando los funcionarios públicos no brindan al país una respuesta concreta y clara ante las graves denuncias formuladas. Hasta ahora, el expediente de los funcionarios afectados, con muy pocas excepciones, ha sido responder que las denuncias se originan en intereses políticos. como si esta infantil posición los relevara del deber de contestar y dar fe de sus actos, o bien, han manifestado que no se refieren a las denuncias formuladas por cuanto no leen ciertos órganos de prensa. Es esta la actitud correcta del funcionario público, depositario del poder y guardián de la moralidad y del bien común. Es esta la forma de instaurar el diálogo en una democracia. Pues, por habérsele cercenado al diálogo uno de sus extremos, aquel ha perdido su razón de ser y, en su defecto, algunos grupos recurren a procedimientos que no pueden ser los más aconsejables.
Algunos diputados han externado su disconformidad en la campaña contra el Gobierno. Tienen todo el derecho en defender a sus partidarios políticos. Aún más, como diputados han de velar por que el extremismo nunca haga su aparición ni en los hechos ni en las palabras. Mas. son congruentes los diputados con SU proceder de ahora. No escuchamos los costarricenses, hace Los periodistas que han estado en Guatemala en estos días se hacen lenguas del espíritu de trabajo demostrado por los médicos y enfermeras costarricenses, por los miembros de la Cruz Roja y otras personas que han acudido a ese país hermano.
000 Han honrado con su sacrificio, su abnegación y su excelencia profesional a Costa Rica.
000 Por otra parte, la colaboración del pueblo ha sido generosa y permanente, demostración evidente de la bondad que anida en los costarricenses.
000 Cuando, ante estas catástrofes, observamos el espíritu de solidaridad y la generosidad del pueblo de Costa Rica, nos preguntamos por qué nuestro sistema político no puede funcionar con igual entrega y eficiencia en forma permanente, mejor dicho, por qué nuestros políticos y dirigentes no estimulan de tal manera a los costarricenses de modo que todos nos mantengamos siempre en pie de guerra en pie de paz firmes y tensos, prestos a la acción.
000 Sería formidable que el Gobierno, las asociaciones particulares, los gremios, cualquier grupo de trabajo, prepararan planes de acción concretos y factibles que constituyeran un desafio permanente para los costarricenses, de tal suerte que pudiéramos, fuera de nuestras tareas habituales, consagrar algunas horas del día, algún día de la semana a estos trabajos en bien del país.
000 este punto nos referíamos recientemente cuando comentábamos con cuánto mimo nos han tratado la naturaleza y la historia. Somos un pueblo sin dramas y sin sufrimientos colectivos.
con 000 De aquí la urgencia de emplear en la paz, en la bienandanza, en la serenidad de nuestro diario vivir, en esta ausencia de desastres y tragedias, todas nuestras fuerzas en planes concretos, en la conquista, de grandes metas, que nos unan y templen nuestro carácter.
000 La política nacional ha de orientarse, tarde o temprano, por esta vía, si quiere resolver los problemas nacionales.
000 Este es un pueblo urgido de retos. han de plantearse, antes que se nos amodorre del todo.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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